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La batalla se extendió casi hasta la madrugada, y solo cuando un poco del brillo del sol se empezó a atisbar por el horizonte, Iris pensó que algo definitivamente iba muy mal. Elizabeth nunca volvió y ella empezó a temer lo peor. O bien había escapado, y estaba ahora sumida en la guerra, descuidando su papel de vigilancia. O bien alguien la había tomado como rehén y estaba en grave peligro. Pero su verdadero pánico hizo acto de presencia, cuando todos en la tribu empezaron a sentirse mal. Los más pequeños y los ancianos a debilitarse y morir, sin ataque de nadie. Y eso solo podía indicar una cosa.

El árbol Loria estaba siendo atacado.

Así, que no queriendo perder más el tiempo, tomó la decisión de intervenir. No podía quedarse de brazos cruzados, pertenecer a la guardia real y no hacer nada por defender su reino. Y muy posiblemente su rey necesitara ayuda tambien. Sino es que encontraba a Lis primero. Un poco mareada y cansada a falta de la energía del árbol, se acercó a uno de los soldados que custodiaban las afueras de la fortaleza, con su espada en mano.

—Thalion—

Cuando Adelice y Úras no estaban, era ella quien se ponía a cargo de la guardia real.

—Mi señora—

—Iré a ver cómo está la batalla. Loria podría estar siendo atacado. Tenemos que intervenir—el afirmó.

Era más alto que ella y más fornido, pero bastante amable. Y obediente como él solo.

—Cuidarás con tu vida a los más débiles, ¿verdad?—puso la mano en la empuñadura.

—Con mi vida, señora. Y al servicio del rey—ella sonrió.

—Quedas a cargo. Confío en ti—

Y sin más, con el poco aliento que tenía, echó a correr por el sendero. Si era posible, a evitar que la tribu pereciera y Loria fuese acabado. El viento fresco de la madrugada le dio de lleno en el rostro y sacudió sus cabellos mientras deshacía kilómetros, con dirección al centro de la fortaleza. Tuvo que parar unas cuantas veces para recuperar el aliento. Y cuando llegó hasta el árbol sagrado, se dio cuenta de que todo era peor que como se lo imaginaba. Cadáveres de soldados por el suelo, así como ratones y topos muertos. Y cerca del árbol, Nimdra trataba de repeler el ataque con otros soldados. Pero ella tambien debilitada por el poder del árbol herido, no podía hacer mucho.

Detrás de ella y pegada al árbol, madre Kura oraba en voz alta, tratando de recuperarle la fuerza a Loria. Y lo lograba. Pero si no se repelía lo que trataban de hacer los ratones y topos, no lograrían nada.

—Iris—la llamó la mujer cuervo.

Ella destripó a dos ratones con su espada y le disparó a otro topo con la ballesta.

—Tenemos que impedir que maten el árbol—Nimdra negó.

—Tú debes detenerlos en la batalla. Loria se recuperará. Kura está en ello. Pero Úras y Adelice tienen a Elizabeth—con un grito, le arrancó la cabeza a otro ratón—planean matar al rey y a la chica con él. Debes detenerlos—

Justo lo que ella había pensado. Lis estaba de rehén.

— ¡Demuestra de que estás hecha, Iris!—le gritó—demuestra que mereces estar en la guardia real como te lo dije, cuando te permití pertenecer a ella—

Y sin más, la elfa le hizo una reverencia y volvió a echar a correr con dirección al castillo, confiada de que Nimdra y Kura lo tendrían todo bajo control y que a ella la necesitaban más, defendiendo con su vida al rey.

Pero por sobre todo... deteniendo a su hermana.



LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora