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ESTO SE ACABÓ, MIS AMORES. SIGUE ESTE CAP Y EL EPILOGO

ESPERO DISFRUTARAN BASTANTE.

ALISTEN CHONES DE REPUESTO. NO DIGAN QUE NO SE LOS ADVERTÍ

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Y cuando volvió a ver los ojos de Dimitrie, supo qué responder. Porque ella no deseaba nada más en el mundo, que la felicidad de él. Pero si dentro de esa felicidad ella tenía cabida, estaría dispuesta a todo. Volvió la vista a Nimdra.

—Sí. Aceptaré—le hizo una reverencia—estaré siempre a sus órdenes, alteza—

La nueva monarca sonrió indulgente y le devolvió la reverencia con una inclinación de cabeza.

—De acuerdo—

Y se hizo el silencio, hasta que Dimitrie carraspeó y le dirigió a su reina, una mirada. La misma que ella comprendió al instante.

—Me retiro—miró al que antes era el rey—Dimitrie, que se empiecen a organizar los nuevos preparativos. En dos días quiero que se haga la ceremonia de re – coronación—el asintió con una venia.

—Como ordene, alteza—

Y sin más, volvió a dejarlos a solas. Ella le sonrió cuando el volteó para verla.

—Todo será diferente de ahora en adelante. Te lo prometo—ella le echó los brazos al cuello, cuando él la atrajo de la cintura.

—Lo sé. Porque ahora estaremos juntos otra vez. Y no vendrá otro cuervo a llevarte de mi lado—el soltó a reír.

—Tienes razón—

Y cuando ella esperaba que el la besara, vio que Dimitrie sacaba un pequeño arito dorado de su bolsillo.

— ¿Qué es eso?—

— ¿Será que ahora si puedo pedirte que seas mi esposa como corresponde?—lo miró con ternura.

El hincó una rodilla en el suelo y ella lo hizo detener.

—Solo espera un segundo—

Y cuando no se escuchó más ruido aparte de los grillos, el ulular del viento y los festejos del banquete; nada sucedió ni nadie los interrumpió como la primera vez, ella volvió a sonreír.

—Sí. Ahora si puedes pedírmelo—él le devolvió la sonrisa.

—Y tú contestarme...—

—Que si—susurró—si quiero ser tu esposa—

Y sin más, dejó que le pusiera el anillo en el dedo, junto con el que le diera en casa de Roselinda.

— ¿Dónde lo conseguiste?—

—Joyas de la corona. Nimdra lo ha donado como parte del obsequio de otorgarnos su bendición—se abrazó a él, cuando él se puso de pie y la atrajo a sus brazos.

—Gracias a ella por eso—

Dimitrie removió los cabellos del hombro, dejando la piel del cuello, desnuda. Y cuando sus dedos acariciaron su mejilla y el labio inferior, ella le sonrió enamorada.

—Ahora, ¿mi hermosa dama le concedería un beso de promesa a este humilde caballero de la reina?—rió con suavidad.

—Esos no tienes que pedirlos, mi amor. Por supuesto te daré un beso—

Se dejó estrechar con fuerza en su abrazo, suspirando cuando los labios de él, presionaron los suyos, en una caricia dulce y profunda, que la dejó sin aliento. Una mano de él, rodó por su espalda, hasta acabar en sus caderas. Y cuando ella terminó apoyada entre el muro de piedra del balcón, y su cuerpo, con la boca de su príncipe por todas partes: en las mejillas, la mandíbula, detrás de la oreja, el cuello y hasta donde llegaba el corpiño del vestido, supo que no anhelaba otra cosa que terminar la noche entre sus brazos, con su nombre en los labios. Sin más se dejó hacer, con el corazón latiéndole a mil por hora en el pecho, sujetándose de sus fuertes brazos cuando temió caer, por lo que el ejercía sobre ella y su cuerpo. Se miraron con ternura a los ojos, un beso tras otro, cuál de todos más intenso y abrasador que el anterior.

LA BAILARINA DE JUGUETE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora