Capitulo 6 - Cercanias

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                            * * *

Imbécil, imbécil, imbécil, Venus.

— Simón, para...
— No.
— ¡Simón!, Que pares.
— Quieta.
Sus manos se deslizaron por mis caderas con lentitud. No podía negarlo, la sensación de placer que producía era aceptable pero no, no era lo que quería, no de él.
Los gritos que soltaba de ira eran sumamente altos, llenos de odio y rechazo hacia Simón, quien estaba arrinconándome contra un árbol, tocándome por todos lados o donde podía porque lo esquivaba, hasta que un empujón se hizo presente de mi parte, haciéndolo retroceder estaba alterado, fuera de sí, pero más estaba yo enardecida conmigo misma, porque esta vez me lo había merecido por imbécil. Simón alzó el arma.
— ¿¡Hazlo!?—. Le grité y este se sorprendió, mientras di dos pasos agresivos hacia él y le tomé la mano donde tenía el arma, colocándomelo en la frente. — Dame un tiro ¿Qué esperas?—. Le gritaba tan molesta que ni yo misma me reconocía. — Si me vas a tocar, lo harás pero cuando esté muerta, Maldito imbécil. — gruñí bajo, con el pecho acelerado. Este empuñó el arma con ambas manos pensándolo; y yo más acelerada que asustada, iba a terminar ganándome un tiro por dármelas de ruda. Lo vi dudar, lo miré fijo, estaba así fuera de sí, por mí por mi culpa. Por usarlo y tenía derecho querer cobrarme con creces. Él no era el malo, era yo.
— Arrodíllate. — me ordenó y sonreí.
— Arrodíllame, si puedes — el frío del cañón se me palpaba en la frente, mirándolo con desafió.
— ¿Por qué no quieres?— me gritó en la cara, bajando el arma y tomándome el brazo con fuerza. — ¿Acaso disfrutas ser la perra faldera de adorno de zahir?— me gritó directo a la cara, a mi orgullo, a mi costilla y a mi termómetro de sinceridad, donde las estaba pegando todas. Apretó aún más su mano en mi brazo ya lastimándome y zarandeándome. Aquello fue una puñalada trapera, Pero me dejó callada, no pude decir más. Este guardo su arma y tomo un largo suspiro, la mandíbula me temblaba de ira. — Tú no mereces esta vida, no mereces un hombre que no te deja salir, no mereces un hombre que no te toque, ni deja que te toquen. Tú no mereces ser el adorno de una mansión, ni de un hombre, así sea el mismísimo rey demonio, porque tú eres la mismísima diosa Venus personificada.

Aquella última frase se me caló hasta por debajo de la piel.

— Zahir Jamás ha intentado tocarme y menos obligarme ¿Que puedes decir tú de ello Simón?, es muy fácil abrirle las piernas a una mujer, pero no abrigarle el corazón a una. Para mí el hombre que quiera una mujer para él, no solo debe ganársela comprándola, ni cogiéndola sino haciéndola suya mental y sentimentalmente. El sexo solo es sexo. — ambos escuchamos ruidos y de entre los arboles apareció Zahir como un maldito dios griego, arrecostando en un árbol y apuesto que había escuchado todo. — Ni tuya, Ni de Zahir... — miré fijo a zahir que infló su pecho.— ni de nadie.— caminé pasando un lado de Simón hacia donde estaba Zahir.— No le hagas absolutamente nada. — miré de reojo a Simón que miraba a Zahir, seguramente sabiendo lo que le esperaba. — Dale el beneficio de la vida, por decir la verdad y tener más bolas que muchos aquí. — concluí para irme.
No duré mucho sola en el camino, porque Zahir me intercepto casi llegando a la mansión.
— Detente allí, ahora mismo — dijo con tono imponente. No se veía molesto o si lo estaba, disimulaba mejor que nadie, comenzó a caminar alrededor de mí con las manos dentro de sus bolsillos como si estuviera cazándome, odiaba eso me intimidaba y él lo sabía, Con llevando que sabía que había oído gran parte de mi discusión con Simón. No oí ajetreo, disparos, gritos. Además que Zahir estaba aquí conmigo, o podría ser que Simón estaba siendo masacrado por otros guardias del sultán o había tomado en cuenta mi palabra y simplemente había dejado ir a Simón, todo dependía de lo que seguramente yo le dijera, así que iba a echarme toda la culpa al pecho porque todo comenzó por un puntapiés mío. — A ver Venus. — Se detuvo frente a mí y agachó su cara hasta la mía, miré aquellos ojazos grises tornarse oscuros, tan oscuros que parecían negros y supe que el rey demonio estaba muy, muy cabreado así no se notara. — Dímelo...— al oír aquello bajé la cara, simple muestra de vergüenza mirando el suelo.
— Mi culpa, Yo lo provoqué. — murmuré muy bajo.
— Él fue quien te ayudó a salir de la mansión aquella vez ¿Cierto?—. Me preguntó, asentí con la cabeza esquivándole la vista. — ¿Lo besaste?—. Me preguntó y negué con la cabeza, sentí su mano meterse en mi cuello y apretarlo, como su mano me quemaba la piel y me obligó alzar el rostro y verlo. — Me mientes. — me gruñó contra el rostro y mis manos fueron a mi cuello. Zahir Jamás ha intentado tocarme y menos obligarme, esas oraciones me dio una cachetada en la mente.
— Zahir... — dije casi ronca, sin aire intente zafarme empujando mi cuerpo lejos de él, pero me tenía donde quería. — Zahir.... Zahir... Me lastimas. — apenas pude decir cuando este me liberó y de la fuerza con la que ya tenía empleado mi cuerpo caí de golpe al suelo, tosiendo, intentando tomar aire y sintiendo como todo me daba vuelta, me llevé una mano al cuello.
— Estoy muy, muy decepcionado de ti Venus....— Fue lo único que alcancé a escuchar, porque luego lo que vi, fue a él alejándose hasta que no vi más su silueta por aquel sendero.
No volví a cruzar palabras con Zahir, más que por nuestro poco trato, por evitar sentirme más imbécil de lo que en aquella vez me sentía. Sé que Simón terminó confesándole lo que había sucedido, lo que yo había hecho pero ese día Zahir llegó como si nada, como si yo no existiera y yo hice lo mismo. Pero aun así, siempre que me lo topaba me asechaba con la mirada, al parecer mantener los ojos lejos de mí, le costaba. Los viajes volvieron y la mansión volvió a ser desolada,  algo que no me sorprendía porque comencé hacer como si nadie existiera allí. Realmente me volví un adorno más de su mansión.
Zahir estaba decepcionado de que al parecer había tenido algún contacto íntimo con Simón, o eso era lo que yo creía. Yo estaba decepcionada, porque había sido el único que hasta ese momento nunca me había tocado y terminó haciéndolo.

Venus (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora