* * *
— ¿Entonces? —. Me despertó de mi hilo de pensamientos Virgil. Sentando frente a mí, Observando todas mis expresiones. Me sobaba cada cinco minutos la pierna que me dolía. Estaba fascinada por el lugar o quizás el hecho de salir de la habitación. Resulta que Virgil me tenía en un pent-house en un edificio muy alto. Un lugar de seis habitaciones paredes blancas y piso de madera clara. Un lugar de dos pisos, enorme salas y cocina empotrada. Una cosa de riquiquillos.
En este lugar solo estaba aquella anciana, el servicio y los dos escoltas. Sorprendentemente me agradó la sensación de comodidad ante tan pocas personas, y no estar rodeadas de escoltas como en casa con Zahir. El lugar donde estábamos era magnifico. Hablábamos de un lugar lleno de edificios y casas enormes a la orilla de una playa inmensa o eso pude ver cuando me subí a su camioneta negra y me paseaba.
— Quiero saber que hay detrás de ese nombre, tan en boca de todos. Hablemos — me anunció una vez estando ambos sentados en aquel restaurante sumamente desolado y tranquilo, con una vista hermosa a la playa y el olor a mar inundando mi nariz.
— ¿Hablar de mi? —. Le pregunté sorprendida, con la lata de refresco en la mano a punto de tomar.
— ¡Come! —. Me ordenó con voz seria, yo me tensé de pies a cabeza — estas pálida. — Asentí sumisamente y tomé un largo trago de coca- cola. Azúcar para mi cuerpo. ¿Será porque estoy preñada? — Si. Venus de ti...
— ¿Quieres saber qué tanto de lo que has oído es verdad? —. Pregunté sonriéndole, negando y tomando los cubiertos, para probar aquella carne de un tono rojizo en una salsa tipo bechamel sobre mi plato. — Dime que tanto sabes...
— Sé que eres Venus Moon, la única hija de Michael Moon.
— Era... esta muerto — Dije mascando con tono agrio.
— había tardado mucho en no hacerlo. — Dijo de brazos cruzados, mirándome fijo esperando mi reacción. Tomé aire llenándome el pecho del mismo y lo vi apretar los puños. Él esperaba ver alguna mala reacción o show y aquietarme con un solo coñaso... dije que no me pegaría mas y así seria. Solté un largo suspiro y bajé mi vista a mi plato, comiendo despreocupada o eso intentaba parecer. Como ¿Cojones se atreve a decirme eso?
— ¿Por qué dices eso? — pregunté masticando. Cabe destacar que estaba deliciosa la comida, pero a mí no me sabía a nada. Simplón.
— Porque un hombre que le vende la misma cosa a cinco personas y da una palabra y no la cumple. Merece la muerte.
Este trimaldi... ¿Está llamando a Michael estafador? Pero… tragué hond,o digiriendo no solo la comida sino el comentario.
— ¿Qué vendió? — pregunté en un susurro picando otro pedazo de carne.
— A ti...
Aquella respuesta fue como un rayo que me tensó la mano, el tenedor cayó al suelo. Vi a Virgil, me miró, lo miré. Nos quedamos callados ¿Qué diablos dice? ¿A mí? se que Michael tenia cojones, Pero, ¿A ese extremo? Me doblé en mi silla, para tomar el tenedor que se me había caído. En seguida tenía otro recién puesto en mi plato, por Virgil.
— Disculpa. — Musité bajo. — ¿Podrías explicarme eso? —.dije tomando un trago largo del vino que había ignorado, dejándolo a un lado de mis vasos, pero que Virgil llevaba bastante digerido. Más de la cuenta. Al parecer el licor le daba más ímpetu para entablar una conversación conmigo, sin que tuviera que meterme la mano. Este asintió.
— Michael te vendió a cinco empresarios muy poderosos e influyentes del mundo, para saldar sus deudas.
— ¿Deudas?
— Era un apostador compulsivo. — Admitió, con tono serio y yo no podía buscar en mi mente algún indicio que me alertara de ello. Siempre fue alguien muy sereno o eso me parecía. Repentinamente Me siento.... me siento mal.
— ¿Así que por eso me trajiste de esa manera? — pregunté sin poder creérmelo. Maldito asesino. Animal. — Zahir es uno de ellos. — dije con severidad.
— Si, eres mía. Pagué demasiado por ti —. Concluyó — Y no... — dijo este con un tono agrio. — El maldito del sultán fue demasiado inteligente... demasiado.
— ¿De qué hablas? — dije ahora masticando con más fuerza. Demasiado concentrada en el asunto.
— Zahir... no te compró. Él ya sabía que Michael te había vendido a nosotros o tenia las sospechas. Así que como Michael le debía más él. — explicó llenándose de nuevo la copa de licor y tuve el impulso de decirle que se detuviera. — Pues no quiso comprarte. Solo pidió casarse contigo. Así te protegería de nosotros... legalmente. — Admitió. — pero... ahora eres mía —. Dijo con tono caprichoso.
— Y de los otros cuatros. — susurré. — ¿Puedo saber quiénes son?
— A su debido tiempo Venus. — Virgil me miró fijo y lo vio. Vio mi expresión, fui demasiado evidente y por ahí lo supo. — Sabes quién mató a tu padre...— concluyo y yo asentí.
— Rumoran que fue Zahir...
— rumoran muchas cosas referente a ustedes dos. — dijo con fastidio. Como si aquello le molestara.
— que rumoran…
— Rumoran que estas embarazada. — dijo sin anestesia y alcé la cara alto. Me tomó con los calzones abajo y no pude hacer más, me dio un ataque de nervio. Empecé a reír y reír.
— ¿Por qué dicen eso? — pregunté entre risas y Virgil sonrió negando. Se encogió de hombros. Indicio de que lo había cogido normal. — Que locos...
Como coño...
— El sultán ha estado algo tétrico de salud. Sin una razón, ya sabes que dicen que... algunas mujeres se embarazan y enferman los esposos. — ante aquello negué sonriendo. Queriendo arrancarme por dentro los cabellos. Así que sigue mal de salud. Pero, Yo no me siento mal.
— Tengo unas dudas... — dije dejando de comer y tomándome otro vaso de licor, que no debía pero quería quitarle las sospechas a Virgil. — ¿Podrías aclarármelas? — este asintió. — creo que sabes más cosas que yo...
— Todos saben más cosas que tú. Has estado en una burbuja de jabón Venus. — rodé los ojos ante aquello. Pero era cierto. Aun así, el comentario me cayó súper mal.
— ¿Quién es Zahir realmente? —. Pregunté sin antesala y Virgil llenó de nuevo la copa. Este alzó la copa para tomar y lo detuve sosteniéndole la mano. — Para, un poco Virgil. — Le susurré sonriéndole. —Por favor — le dije con amabilidad.
— Es que no quiero pegarte de nuevo. — me susurró mirando mi mano y luego a mí. — Esta es la única manera. — Aquella confesión, me cogió de sorpresa. Así que por eso bebe. ¿No debería ser al revés?, usualmente cuando estaban borrachos eran cuando se volvían agresivos. Que tipo tan extraño.
— Entiendo... lo estas intentando.
— Tu lo estas intentando, debo hacerlo yo también. — Musitó y en ese instante lo entendí. Él se estaba comportando, porque yo estaba accediendo y sus escoltas tenían razón. Michael tenía razón, Ly tenía razón... la belleza puede influenciar, lo viví con Zahir. Intenté ser atenta y él cambió. Le solté la mano y se tomó a fondo blanco el trago. — Zahir Corvis es....
— ¿Es?
— Es alguien con quien no debimos meternos desde un principio. ¿Sabes?
— ¿De qué hablas? — este negó mirando su copa.
— Aquel dia, cuando nos vimos en la sala y vio a los cinco...
— Espera... espera... — lo retuve tomando un sorbo de Coca-Cola, demasiado chismosa. Más relajada y más en confianza. Si hay licor, Virgil no soltaba la mano. Eso dio a entender. —¿Que sala?
— La sala donde iban a venderte cuando te sacaron de la mansión Corvis. — Abrí la boca en una inmensa O y chasquee la lengua.
— ¿Que sabes de eso?
— ¿así que él tampoco tuvo los cojones de decírtelo? — Me preguntó y negué. Sé que se refería a Zahir.
— dímelo tu...
— Quien te mandó a secuestrar de la mansión Corvis y te llevó a la casa de venta blanca fue... Michael. ¿Cómo crees que lograron entrar a la isla y sacarte de allí sin que Zahir lo supiera? — Abrí la boca en sorpresa y negué con la cabeza. Él me miró y notó. Soltó un suspiro. Cerré los ojos, no podía creer aquello, pero era tan encajable esa teoría que no podía negar que lo estaba creyendo. Es que...
Nadie podía tener cojones de meterse así de lleno con Zahir, incluso de meterse en su casa. Sin que ese pueblo lo defendiera a menos que papá por ser quien era, le hubieran dando salida libre y entrada libre a la isla. Claro era evidente. Por ende Zahir nunca quiso tocarme el tema.
— Vaya... —dije en voz baja. — Creo que no sé qué clase de padre tenía.
— Ni te imaginas. El caso es que... ya él te había negociado con nosotros mismos. La idea era que cualquiera de esos te comprara y nosotros los interceptaríamos. Después veríamos como nos entendíamos, para que entre los cinco pudiéramos quedar satisfechos ante la estafa de Michael. — al oírlo hablar así me daba aún más asco. ¡Que malditos eran! — con lo que no contábamos es que en tiempo extraordinario, llegará Zahir aun sabiendo que podía voltear el lugar y llevarte con él. Se sentó, ofreció las más altas cantidades por ti, en la puja sin aun verte y trancarnos el plan a todos. Incluso… — Dijo este sonriendo. — Se encargó de que cada uno de nosotros entendiera que tú eras su esposa y contigo no podíamos meternos.
— ¿Se encargó?
— Zahir mató a la esposa de la mayoría y la novia de algunos. — Un vacío se me quedó en el estómago. — Mandó asesinar a mi esposa... Sabes, ella estaba embarazada. — Me quedé fría mirándolo. — Aunque él no lo sabía. Tampoco es que hubiera hecho la diferencia.
— No creo que la hubiera asesinado, si sabía que estaba embarazada.
— Por ti. — este negó. — No tienes idea de lo que haría. — llevé mis manos a mi boca. Yo había dormido al lado de Zahir y él las asesinó. Yo... dios mío. Virgil no podía saber que estaba embarazada. Se iba a vengar o quizás ya lo estaba haciendo. — ella era hermosa.
— ¿Por eso me pegas? —. Este negó y pasó sus manos por el rostro.
— A ella también le pegada.
Hijo de la grandísima pu...
— Señor. — Anunció el escolta, recién llegando. — Ya oscureció y es preferible que nos vayamos a casa. — admitió Este. Virgil al levantarse, se fue enseguida al suelo haciendo un estruendo. Llevé las manos a mi boca y el escolta corrió a levantarlo. El sacó de su bolsillo una paca de billetes y dejó muchos en la mesa. Imagino que pagando la cuenta a su jefe y a mí me dio un asentimiento de cabeza para salir.
Una vez afuera el frio de la recién noche me golpeo el rostro. Aquel escolta ayudó a subir al Virgil. Me quedé de pie sosteniendo la puerta, vi la calle. Vi los callejones, vi la oportunidad de irme, vi la opción de huir pero....
Tenía que ser más inteligente que eso. Estaba en un país desconocido, sin pasaporte, sin identificación, sin dinero, sin conocidos... tenía que ser más inteligente que mi impulso de salir corriendo, sabiendo que no podrían alcanzarme sus dos escoltas, por tener más oportunidad y tiempo, con un Virgil borracho y dos escoltas de mi lado.
— Tienes chance de hacerlo. — me dijo el que conducía. — Diremos cualquier excusa. — Me dijo uno de los escoltas muy bajo, mientras Virgil le susurraba cualquier cantidad de barrabasadas al otro, demasiado borracho casi inconsciente.
— él los matará. — Susurré. Y ambos se miraron encogiéndose de hombros. Pero ¿Como que les da igual? — No. — Negué subiéndome a la camioneta y me miraron estupefactos — Demasiada gente lo ha hecho y no quiero que más nadie se sacrifique por mí. — Concluí. Estos sonrieron asintiendo.
— Venus… — escuché a Virgil llamarme. —Elena....
Miré a los escoltas y negaron con cara de lastima. El que arrastró a Virgil se encargó de dejarlo bien cómodo a mi lado y se montó adelante con el otro. El auto arranco y tenía un Virgil llamando a una Elena a gritos cinco minutos después.
— Se está poniendo peor. — Le anuncié a los escoltas, aterrorizada aun lado del asiento muy alejada de él. Que balbuceaban cosas. Se veía muy mal.
— ya estamos llegando Venus. Tranquila que hoy no te toca. Nosotros nos encargamos.
Cumplieron su palabra por primera vez aquella noche, pude acostarme en la habitación que me había asignado. Pude cerrar los ojos sin miedo a que él entrara, a que él me golpeara. Estaba a punto de dormirme, todo estaba silencioso. Abrí los ojos de golpe. Y me senté en una velocidad máxima. Virgil estaba prácticamente en coma. Los escoltas afuera quizás dormidos. La anciana, se había ido....
El teléfono....
Me levanté de un salto de aquella cama tirando incluso las sabanas al suelo y corrí escaleras abajo, saltando de dos en dos los escalones. Una vez abajo, tomé el teléfono de casa y marqué.
Repicó una... dos... tres veces...
Ante cada repicada, el corazón me saltaba, tomaba aire y lo botaba. Las manos comenzaron a temblarme una y otra vez. Giré la vista a las escaleras pero estaban solas y oscuras, Virgil estaba demasiado borracho y dormido.
— Alo... — su voz al otro lado me refresco y las lágrimas se me estaban saliendo. Intenté hablar pero solo pude romper a llorar. Habla Venus, joder dile algo. Empecé a soltar sollozos. — ¿Venus? — Me preguntó Ly. Ni se porque la llamé a ella, en vez de a Gael o mejor dicho a Zahir. Necesitaba alguien que me sacara y mi cerebro solo pudo razonar inútilmente, en llamar a Ly. — Venus... háblame. — tomé aire necesitaba hablar.
— ¡Venus! —. Escuché un grito a mis espaldas y me quedé allí petrificada, cuando me giré en seguida el teléfono hizo un sonido estruendoso, cuando ante el inminente golpe y la cachetada que me soltó Virgil directo al rostro no solo hizo volar el teléfono contra el suelo, sino me giró el rostro tumbándome al suelo pegando la frente del mismo. Cerré los ojos demasiado aturdida, lleve mi mano a la frente, sentí agua. ¿Agua? Al alzar la vista tenía sangre. ¡Mierda!, menee la cabeza a medida que me tensaba, se me subió la adrenalina y el desespero, me giré sentándome, viendo aun Virgil enervado caminando hacia mí, tomé aire desesperada en el mismo terror vi las escaleras, vi a Virgil.
Nuevamente tomé aire, el pecho me subía y bajaba. Impulso o inercia, fue cuando este estaba casi cerca, me levanté y le di un fuerte empujón a un lado tirándolo sobre el sofá, para luego salir corriendo escaleras arriba.
— ¡Venus! —.escuché su grito y sus pasos, entré a la primera puerta que vi y giré la perilla casi que en segundo. Un golpe fuerte sonó contra la puerta y salté. Llevé mis manos a mi rostro viendo la puerta ser azotada por los puños de Virgil. En cualquier momento la tumbaría.
— ¡Sal de allí! —. Aquella habitación estaba oscura. Vi un pequeño armario y lo empujé rodándolo a un lado para trancar la puerta, mientras las lágrimas me empapaban hasta la camisa. — Abre la maldita puerta. — Me gritó y seguía golpeando la puerta, me senté en el suelo mirando aquella puerta bloqueada. Jamás.... gamas en mi vida había sentido tanto miedo de alguien. Tanto desespero, tantas ganas de huir. Todo estaba oscuro. Miré a los lados y no podía ver nada.
Llegó un momento en que los golpes cesaron y no se escuchó nada. No sé exactamente cuánto tiempo pasé mirando debajo de la puerta, viendo sus zapatos. Pero demasiados como para saber que él iba a matarme... y yo no podría hacer nada. Ni quería estar aquí, prefería diez mil veces a Zahir que a Virgil. ¿Por qué no llamé a Zahir? Hubiera podido ser diferente. Llegó un punto que no supe cuando fue que cerré los ojos y cuando me quedé dormida.
Al abrir los ojos aun tenia lágrimas, estaba doblada en el piso como un feto, me removí inquieta y todo me daba vueltas. ¿Qué me pasaba?, miré el suelo y había demasiada sangre, me levanté asustada, estaba llena de sangre. Me llevé la mano a la frente. Recordé el golpe, tenía una capa de sangre ya seca. Miré acelerada a todos lados.
Por una de las ventanas se había filtrado la luz del sol y al girarme a ver la habitación. Me quedé allí, pasmada...
Dios, dicen que tu aprietas pero no ahorcas... pero se te está pasando la manito conmigo compadre.
— Dios... no... Así no. — susurré llevándome las manos al rostro llorando. Por lo que tenía al frente, donde estaba. Me había metido en una habitación llena de juguetes de bebe, con una cuna magistral, con peluches, con dibujos animados pegados en la pared. Esta iba a ser la habitación de su bebe. Yo... las lágrimas inundaban mi rostro.
Como podía ser tan doloroso y extraño.
El dolor ajeno.
Yo no quería que le pasara eso a mí bebe. Yo no quería ni siquiera un bebe, no aun.
Cuando saliera de aquí, él iba a matarme y mataría a mi bebe. Miré la ventana, pero era un piso demasiado alto. Hablábamos de dieciocho pisos. Tomé aire y la puerta sonó intentando ser abierta. Comencé a llorar más fuerte temblando. Él venía por mí. Dejó de moverse la manilla, los pasos se fueron casi que corriendo y volvieron más pasos. Seguro los había llamado a ellos, Iban a derribar la puerta. Miré a los lados y la verdad, más que saber que vendría a matarme a golpes, me dolía mas el pensar, el dolor que había pasado por la muerte de su esposa y de su bebe por mi culpa y... y...
Cuando la puerta se abrió, di un respingo cuando con la misma puerta entro aquella anciana y solo pude llevarme las manos a la boca, cuando esta miró el desastre en que estaba.
— Dios mío... — susurró y llamó a los otros dos escoltas, que en seguida me tomaron entre sus brazos ayudándome a levantarme. — Llamaré un doctor. — Anunció cuando ellos intentaron sacarme. Me quede fría en el pasillo, cuando vi a Virgil esperando, me removí inquieta entre sus brazos intentando soltarme, para que no me acercaran a él. Lloraba, lloraba de miedo, de terror.
— ¡Quieta venus! —. Me regañó el más viejo de ambos. Mientras entre los dos me inmovilizaban. Yo solo podía ver a Virgil aterrorizada, que me miraba fijo con los brazos cruzados. Estos dos me alzaron y llevaron hasta mi habitación. Donde como pudieron me sentaron en la cama. — él no vendrá... confía en mí. — musitó uno de ellos pero yo negaba llorando. — Necesitas tranquilizarte.
— Él va a matarme. — Les anuncié y ambos me miraron, con rostro de consuelo como si ellos también lo supieran.
— Venus. Él no va a matarte. — me anunció.
— ¿No?
— él va a mantenerte viva todo lo que pueda. — Anunció uno de ellos. — Las golpizas no van a parar. — Me explicó.
— Es preferible que me mate. — concluí tomando aire mirándolos.
— Es preferible que te matemos nosotros.
¿Alguna vez han sentido tanto dolor que es preferible que te maten?
¿O terror de escuchar pasos o que se te acerquen?
¿De qué griten o se muevan bruscos?
Jamás sentí o pensé que podría sentirme así. Yo quien toda una vaina fui explosiva, pa' alante, peleona, guerrera, ruda... estaba tan temerosa. Él no había dejado rastros de mí. En simple dos meses, me había destrozado no solo el cuerpo, sino mi autoestima, mi confianza.
Dos meses de golpizas....
De puños, de patadas, de torturas, de maltratos, de terror psicológico.
Todas las noches, de cada dia. Consciente o inconsciente y aun ante todo aquello...
No perdía las ganas de vivir, no por mí. Sino por ese bebe que no quería morir, que ante todo seguía allí. No podía seguir más.
O él terminaba matándome…
O yo buscaría opciones de matarme.
Ante el desespero, de esperar lo inevitable. Que él asesinara en una de sus golpizas a mi bebé y yo enloqueciera del todo.
Y así la diosa Venus, se perdió entre la oscuridad. Perdiendo la esencia de quien*********
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Venus (COMPLETA)
Roman d'amourSinopsis Un matrimonio negociado... Un hombre millonario, poderoso y peligroso... Un contrato de por vida... Una mujer de armas tomar... Con lo que Zahir Corvis, no contaba, era que su esposa Venus aparte de darle dolores de cabeza por sus actitudes...