* * *
Zahir
Había escuchado rumores, rumores de que Patricia había conseguido por fin a la reina de sus ninfas, decían que era una mujer inteligente, educada, con modales, de idiomas de mundo... esas características se me parecían a Venus hasta que salió el comentario de que era la mujer más hermosa del mundo... venus.
¿Había acaso alguna otra en este planeta?
Pero, Venus tenía signos de no despertar jamás. Tenía que asegurarme con mis propios ojos, más aun con su desaparición debía quitarme la piquiña de curiosidad, de saber si era ella o no. Realmente estaba muy desesperado porque con tal que fuera ella y estuviera viva, no importara que fuera una de las ninfas de Patricia por voluntad propia.
Cuando ella entró, solo tuve que inspirar y aun ante el olor a perfume costoso, ese olor a dulce reinó. Sentí el corazón detenérseme al reconocerlo. Me giré a ver a la tal reina de las ninfas, cuando la vi. Sabía que si en algún momento Patricia nombraba a una reina de las ninfas, tenía que ser ella.
Ella fue quien se la llevó de la clínica, iban a rodar cabezas. Porque acabaría con todos.
Si fuera un hombre de muchas expresiones, habría abierto la boca en una enorme O. Y ahí estaba ella, la mujer por quien había llorado tanto, a la que había extrañado, a la que necesitaba. Tomé un gran respiro no podía desplomarme, no aun. Necesitaba entender.
¿Ella había accedido a no volver o la estaban obligando?
Pero algo pasó, aquella mujer si era Venus pero una Venus adulta que yo no conocía, incluso su manera de mirarme había cambiado. Era magnifica más de lo que ya la consideraba de jovial y natural. Cuando su mirada se topó con la mía, la vi estremecerse, ella abrió los ojos ampliamente y no en signo de sorpresa, sino como si acabara de ver un mismísimo dios. Subió sus manos y le temblaban, las miró confundida, como si no entendiera que le estaba pasando a su cuerpo, cuando siempre había sido así al verme. ¿Por qué esa reacción al verme?, ¿Tan sorprendida esta?, ella me conocía, si estaba viva sabía que iría a buscarla. Siempre lo hacía.
Se veía fornida, musculosa, imponente, elegante... orgasmo visual daba. Tenía tres veces el cuerpo más exuberante que cuando estaba conmigo. Era una potra.
— Desnúdate. — le demandé. Sentándome en el borde de aquella cama. Ella había decidido esto. Ella debía asumirlo y seguir hasta el final. Así me destrozara el corazón, así la estuvieran obligando. Ella solo estaba estática, cuando realmente debía haber reaccionado feliz o tan siquiera preguntarme por nuestra hija. Ella estaba mal. Temblaba de una manera al oírme, increíble. Algo pasaba...
— Tu voz... — me musitó confundida y me levanté en el acto. Ella... ella... — tú eres el hombre de la voz de mis sueños. — Dijo impactada y la observé verme la mano, notando el anillo de bodas y alzó la suya, que no paraba de temblar observando el mismo anillo. Se veía tan aturdida, negó varias veces con la cabeza.
Los gritos de una mujer llamándola la pusieron alerta, se oía llanto provenientes de la misma mujer y ella me miró. La vi girarse iba a irse.
— Tú no sabes quién soy yo. — Le anuncié y ella giró el rostro viéndome con los ojos cristalizados, a punto de llorar y negó con la cabeza. Me llené el pecho de aire, entonces tampoco reconoció a Gael afuera. Sentí la barbilla temblarme, no me conocía pero aun así ella sacó sus conclusiones, nuestros anillos, mi voz, ella algo recordaba pero estaba tan aterrorizada y confundida que podía entenderla. Por eso jamás me buscó, por eso no se sorprendió al verme, ella no recuerda quien soy, entonces tampoco debe recordar a Giss.
Tenía que sacarla, llevármela.
Ella estaba mal.
Cuando abrió la puerta, una mujer joven morena cayó a sus pies vestida de enfermera, apenas Gael podía sostenerla, la mujer lloraba de una manera fluida. Gael me miró, vio a Venus agacharse y con un simple asentamiento de cabeza, en seguida entendió la señal y sacó el radio que tenía escondido.
— Procedan. — Anunció y ambos asentimos.
— Ella... — dijo aquella morena aferrándose a Venus. — Ella no liberará a Richard... él está muerto. — Dijo con un dolor y me recordó a mí, cuando sentí perder a Venus. — Venus ella lo mató. — rechinó destruida.
Vi a ambas saltar cuando el sonido de balazos, gente gritar, vidrios rotos. Ambas mujeres se giraron a verme.
Le tendí la mano a ambas que se miraron inseguras pero aun aso, aquella morena esperó que Venus accediera y así fue. Me tomó la mano y sentir su calor en ese instante aunque no supiera quien era fue... lo mejor que había podido pasarme después de tanta soledad, esta le dio la mano a la chica levantándola también. El escándalo creció de una manera abrupta, y aun así ella no me soltó.
Yo...Yo era una marica, como decía Venus, porque estaba que la abrazaba y me quebraba a llorar.
— Sácanos de aquí. — La oí decirme con tono firme. Ya el shock de verme había pasado. Estaba más tranquila a pesar del escándalo. Al parecer al ver a la enfermera quebrada le hizo sintonizar en seguida. — mírame. — le ordenó a la enfermera. — Estarás bien. ¿Ok?, hay que salir de aquí. — Le anunció y aquella morena la miró con sumo respeto, asintiendo varias veces aun en llanto. Esa fue mi señal. Gael no entendía gran parte de lo que sucedía. Le solté la mano a Venus y saqué una pistola de mi espalda, en cambio Gael sacaba dos. Él miró al pasillo y vi a cuatro de mis escoltas llegar, e inmediatamente reconocieron a Venus, pero ella no reconoció a ninguno. Todos se percataron que ella ni los volteo a ver.
— Síganme y harán exactamente todo lo que yo les diga. — Anuncié con voz alta y ambas asintieron. — siempre detrás de mí. — le pasé por un lado a Gael, que me cubría la espalda y en mi vida jamás pensé ponerme de acuerdo con ese poli. — Ella no recuerda nada. — Le susurré y este volteó a verla. — ¡Vamos! — anuncié saliendo por el pasillo, donde también corría gente que iba tirándose a un lado al ver la pistola. Al comenzar las escaleras vi a un guardia de aquella casa y no dudé un segundo en levantar la pistola y dispararle antes que tuviera chance de hacerlo él.
Gritos se oían, cuerpos caer, era un infierno pero yo estaba acostumbrado a ello. Aquellas dos mujeres no se me despegaron. A pesar de estar por ejemplo Venus en unos tacones inmensos que prácticamente la ponían a mi altura y eso era muy alto, me seguía el trote. En el camino se nos atravesó Patricia que se quedó pasmada al verme de frente, escoltada por un hombre que no dude en ponerle una bala en el pecho derribándolo en plena sala, ella estaba impactada.
— Ella ya no es tu Venus. — Dijo en venganza y aquello aumentó mi ira. — Ella es y será la reina de las ninfas. — dijo con sorna y más que pensar que se la habida llevado era que había logrado lo que había querido. Ella ya no era mi Venus.
Un vestigio me hizo girar el rostro pero no pude detener lo que sucedió a continuación. Venus pasó por mi lado con una pistola en mano y se acercó a Patricia colocándole la pistola en la frente. Se la había quitado a Gael.
— Y me enseñaste bien. — Le dijo en tono alto, cogiéndonos a todos con la guardia baja. — Esto es por Richard. — Dijo en tono alto.
— tu condena será... no recordar ni a tu hija. — Dijo patricia y sin más Venus accionó el arma volándole la cabeza y la sangre incluso salpicó mi traje.
Maldita hija de puta...
Le dijo lo de Giss.
En seguida esta se giró tendiéndome el arma y escuchamos un bocinazo, eso significa que la camioneta ya estaba afuera esperándonos. Tomé de la mano a la mujer peli gris que miraba el cuerpo en el suelo y la jalonee para que me siguiera.
— Hija... — la oí susurrar y cerré los ojos. Maldita sea, no en este momento. Necesitaba sacarla. Ella se quedó estática y aquella enfermera le soltó un golpe directo a la nuca, el peso de su cuerpo al adormecerse cayó sobre mí.
— sácanos de aquí. — Suplicó con los ojos enrojecidos. Luego de haber tumbado a Venus.
Y no solo iba a sacarlas de allí. Sería mucho más.
* * *
2 horas después...
La miraba dormir, el pecho le subía y bajaba más calmado. Se veía serena, dormir placida. Ahí la tenía, quería tirármele encima abrazarla, besarla. No pude evitarlo más, en la soledad de ahí recordé las noches con ella en el hospital y las lágrimas comenzaron a brotarme del rostro. No duré mucho. La puerta se abrió y me restregué los ojos.
— Es la primera vez en 1 año que la veo dormir tranquila. — admitió la morena. — percibe tu presencia seguramente. Jamás la había visto tan tranquila.
— ¿Aun tiene mal dormir? — pregunté para recordar que luego de lo de Virgil, le costaba dormir.
— siempre lloraba, lloraba demasiado de noche. Dormida llamaba un bebe, al parecer su subconsciente si tiene algo de recuerdos. Aunque al dia siguiente no recordara lo del bebe. Ella soñaba contigo, decía que todas las noches soñaba con la voz de un hombre que la atormentaba, pero a la vez la hacía feliz. — confesó. Yo... yo me ni sabía cómo sentirme. Feliz, triste, asustado. Triste, triste, feliz...
— ¿Quién eres tú?
— me contrataron para hacerme cargo de su recuperación, luego que despertó del coma. —explicó. — Soy también su traumatóloga y psicóloga. ¿Tú eres su esposo cierto?
— Si — Giré el rostro a verla. — Tenemos una hija. — dije con un nudo en la garganta. — No sé cómo decirle todo, cuando despierte.
— No lo hagas. Aprovechemos la estancia en este hotel y esperemos ver cómo reacciona contigo. Quizás verte más seguido haga que algún recuerdo aparezca.
— eso es lo que más temo...
— ¿Qué?
— Que vengan todos de golpe y caiga en shock o algo similar.
— Si vamos con calma... será más suave todo.
— Es que en sus recuerdos hay cosas demasiado fuertes. — Le confesé. Y me erguí tomando aire. — Ella ya no es mi Venus. — debí confesar. — aquella mujer me palmeó el hombro.
— Los recuerdos se pueden borrar, pero los sentimientos no… — me anunció haciéndome voltear a verla. — y ella, ella está enamorada del hombre de la voz de su sueños y ese es usted.
Un rayito de luz se asomó en aquella habitación oscura. Una esperanza y yo el mismísimo diablo tener esperanzas era caer muy bajo. Pero no me importaba, porque Venus siempre me provocó cosas que jamás pensé que sentiría, tristeza, cólera descontrolada, preocupación, tristeza, amor... lagrimas. Felicidad. Y lo mejor de todo Giss.
Le debía a ella más que como compañera, como amiga, como esposa, como amante, como mujer.
La mañana siguiente estábamos el tarado de Gael, Alexa y yo desayunando en el comedor de la suite. Cuando la vi aparecer frente a nosotros, recién bañada sin un rastro de maquillaje y el cabello húmedo y suelto. Se había colocado la ropa que le había conseguido, era deportiva y me aferré disimuladamente a la mesa, para no mirarla más de dos segundos y que la erección no fuera tan bestial. Ella estaba tan... maciza que provocaba malos pensamientos solo con su presencia, pero no podía no admitir que el corazón se me estremeció al verla viva.
Ella se veía algo perdida, incomoda, nerviosa hasta que la vi cruzar miradas conmigo y relajar notablemente sus hombros tensos, como si le creara una tranquilidad verme allí y eso más que alegrarme me causaba emociones en el estómago. Ella miró Alexa quien apenas le sonrió con los ojos hinchado y es que la morena a escondidas lloró gran parte de la noche, por quien había oído había sido su esposo.
— Buenos días Venus. — Musité con voz amable. — Come algo. — Dije sabiendo cómo era ella, con respecto a la alimentación. Mi sorpresa fue que está se sentó, muy sumisamente y acató la orden sin chistear.
Primer indicio: esta no es mi venus.
Ella simplemente tomó los cubiertos y comenzó a comer. En ese instante tanto Gael como yo la vimos boca abiertos. Tenía una decencia y magistralidad, el protocolo se le notaba.
Segundo indicio: esta no es mi Venus.
Estuvo en silencio gran parte de la comida. Yo no podía dejar de verla, era imposible. El teléfono comenzó a sonar y me revisé el bolsillo. Al ver el nombre en la pantalla alcé la vista para ver a Gael que entendió en seguida mi cara.
Me levanté y me dirigí a la habitación de donde ella había salido, entré dejando la puerta entreabierta y a los demás en la sala.
— Lilian. — Dije en tono frio.
— Dime que sí, dime que es ella. — Escuchaba la voz con ansias de Ly, e imaginé que ya ella estaba llorando.
— Debes calmarte, para poderte explicar.
— ¿Sí o no?
— Si. Venus está conmigo. — susurré bajo. — Esta bien... ella...
— ay por dios... — dijo llorando y tragué hondo al tratar de explicarle la otra parte. — pásamela quiero oírla.
— No puedo...mujer.
— ¡¿Por qué?! — Me gritó desesperada.
— Venus no recuerda absolutamente nada. — Dije con rapidez-. — No supo quién era al verme. Ni tiene idea de Gael.
— ¿Ella no recuerda a Giss? — Dijo con un hilo de voz y yo sentí un nudo en la garganta.
— No, ella no se acuerda de que tenemos una hija, pero no me importa. Simplemente el hecho de verla feliz a mí me hace feliz. Así ya sepa que jamás volveremos a estar juntos.
— no digas eso, mira puede ser momentáneo. Ella... ella tiene que recordarte. — me dijo con desesperación, negando.
— Ella ya no es mi Venus. — dije apenas y al girarme. Me quedé estático sintiendo que el corazón se me iba a salir del pecho.
Venus estaba silenciosamente detrás de mí, tenía los ojos muy abiertos y llenos de lágrimas.
Oh.... oh...
Había escuchado la conversación. ¡Me lleva la que me trajo!
Ella solo me miraba tan ida que no sabía que reacción tenía en el rostro. No dudé y colgué en seguida.
— ¿Ya no soy tu Venus? — preguntó y aquello me lastimó como jamás en la vida algo me había lastimado. Ahora podía ver en su rostro algo... tristeza. — ¿Tu sabes dónde está mi bebé? — y ante su pregunta abrí los ojos como platos, quedándome estático allí.
Ella, ella me había oído.
No.
¡Ella ya sabía de Giss!, o quizás, ella jamás olvidó a la niña. Abrí la boca y vi a Alexa entrar de sopetón al igual que Gael.
— Venus... — la llamó Alexa.
— Yo quiero verla. — me dijo con total decisión y dudé. Dudé en sí tener a mi hija cerca de una Venus inestable, era lo correcto.
— No. — dije en tono alto y ella abrió los ojos mientras a mí se me partía el corazón. Ella dio un paso atrás, confundida porque naturalmente esa no era la respuesta que quería oír.
— ¿Que dices Sultán? — se engrinchó Gael y se paró aun lado de ella. — ¿Qué haces? — me preguntó, ante mi punto.
— Tú no dejaras que la vea… — concluyó en susurro Venus y yo tomé aire negando con la cabeza. — ¿Por qué?
— Porque no estás bien mentalmente y me aterroriza que...
— ¡Que yo le haga algo! — me gritó con ira. ¡Esa si era mi Venus!
— Venus... — la tomó del brazo Alexa. — él tiene razón puede ser un shock muy fuerte para ti verla. Y no sabemos cómo reaccionaras. — La tatuada se giró a verla con rostro jodidamente serio y vi Alexa soltarla del brazo atemorizada.
— ¿Sabes cuantas noches me ha hecho falta mi bebé y más el hecho de saber que alguien más la tenía? — Le preguntó con ira.
— Siempre lo supiste... — dijo esta. — por eso siempre estabas tan triste. — en seguida, Venus giró el rostro a otro lado, mal humorada. — ¿Por qué no me lo dijiste?
— ¿Para qué Patricia intentara chantajearme con eso? — Le devolvió la pregunta y ahora era yo quien necesitaba sentarme con esa mocosa, para que me contara todo. — No me creas tan marica. — le dijo en tono mal humorado y escuchar esa criolla palabra en su boca me removió el estómago, creándome un cosquilleo rápido.
¡Esa es mi Venus!
Ella se giró a verme con aquellos hermosos ojos y se me plantó de frente, con brazos cruzados.
— Tu. — Dijo señalándome con el dedo, el pecho. — Me llevaras a ver a mi bebé. Así sea de lejos. No me importa no tocarla. Yo solo quiero verla para poder irme en paz. — dijo con total severidad.
¿Irme en paz?, ¿Ella ha decidido no quedarse conmigo?, cerré los ojos y me pasé una mano por la frente, exasperado.
Ella va a irse... ella va a irse... ella va a irse...
Dios no puedo perderla otra vez.
No quiero... No cuando ya por fin he sentado cabeza y he mejorado todas esas cosas que ella quería que hiciera.
No cuando lo estoy intentando.
— ¡De acuerdo Venus! — dije en voz seca. Di un paso hacia ella y ella dio dos hacia atrás. Me repelía y aquello me dolía inclusive más que su olvido. Yo necesitaba tenerla cerca. Aunque sea tocarle la mano.
Esta se giró en sus pies y se fue a la sala.
¡Mocosa de....
Toma aire Zahir. Si la ahorcas es asesinato. Pero, ¿acaso alguien vio como me hablado?, ¡Insolente!, me trae... me trae...
Me sigue trayendo locamente enamorado de ella.
— ¿Cómo coño crees que vas a prohibirle ver a su hija? — me siseó Gael, lleno de ira.
— Venus es el amor de mi vida, pero Gissel es todo... si Venus llegara a asustar a la niña yo...
— Ella es su madre aun por encima de ti. — me dijo directo a la cara. — Tiene más derecho que cualquiera.
— te diré algo... ella molesta da miedo. — dijo Alexa. — Pero no quiero imaginármela como se pondrá cuando vea a su hija y tú no dejes acercarse. Es madre y es preferible meterse con el diablo que con una mamá.
— no importa si es una mamá o no. Venus es la tipa más resteada, arrecha y peleona que conozco-. El negó con la cabeza. — tú la conoces... ella va...
— Ella va a ponerme el mundo de cabezas. Siempre lo hace. — admití apenas.
Quizás todo el mundo me veía como el enemigo, como el padre que está privando a una madre de ver a una hija, pero yo era el más interesado de que se conocieran, pero cuando Venus estuviera mentalmente bien. Si le daba un ataque de nervios con la niña en brazos, o Giss la rechazara porque no la conocía, ¿Cómo reaccionaría Venus? Eran muchas razones. Yo... yo estaba muy en el fondo asustado.
Ese dia tuve un encontronazo moral y mental conmigo mismo.
¿Quién era yo para ponerme en contra de ella?, Giss era su hija.
Pero Venus estaba tan mal, tan ida, tan confundida. Había pedazos de ella, como no habían. Contradictorio y muy distante. Y yo temía, temía por su reacción al ver a Giss.
Temía por mí, porque sentía que aquella mujer terminaría volviendo mierdas mis sentimientos, porque ella ya no sentía nada por mí. La Venus que conocía no hubiera dudado en arrojarse sobre mí, cuando tuvimos la oportunidad de estar solos. Ella era fría, distante y eso... eso me estaba matando.
Y recordé las palabras que una vez le dije a Michael.
No hay mujer con suficiente infierno que logre quemarme en él.
Venus estaba quemándome hasta los huesos.
Su frialdad, su distancia, su pérdida de memoria me afectaba. Habíamos luchado tanto como para que todo quedara así. En... la nada.
* * *
Se quejó, se quejó y se quejó. Cuando la encapuchamos para llevarla a la isla, estuvo inquieta todo el camino. Se removía a cada rato y estaba colmándome la paciencia. Cuando pisamos la isla, que tocamos tierra, se arrancó la capucha demasiado mal humorada. Apenas nos volteaba a mirar y cada vez los nervios me subían más y más...
Las manos cuando íbamos llegando a la mansión, me estallaron haciéndome temblar, la vi tocarse los pechos inquieta y solo hasta ese entonces, jamás me pregunte si ella lactaba, si le incomodaba las hormonas post maternidad. La verdad es que nuestra comunicación era escasa. Era una mujer muy reservada y hablaba como si no la conociera porque era así.
Hoy también se había colocado ropa deportiva y eran shores. Tomé aire cuando se bajó y los escoltas giraron la cara, iba a matar a quien la viera. Se le levantaba el short de tanto culo que se gastaba ahora. Era enloquecedora. Aun así, preservé con todas mis fuerzas las ganas de verla. La veía apenas de reojo. Esperaba ver sus reacciones pero ella miraba todo como si fuera nuevo.
— Zahir. — escuché la voz de Cley acercarse a mí y a Gael ,mientras Venus miraba la casa detallándola en silencio con las manos dentro del suéter-sudadera rosa, que llevaba puesto. Se veía tranquila o eso intentaba parecer conmigo. Cley se quedó frio al verla, se detuvo en seco en medio de las escaleras y lo vi restregarse la vista, quizás las lágrimas, incluso al más duro de mis escoltas le costaba aparentar. Venus había ganado el corazón de muchos y él era uno de ellos. — Giss...
Y antes que pudiera decir más, los gritos de llanto de Gissel me hicieron poner la piel de gallina. Giré a ver a Venus que seguramente oía el llanto de la niña, pero se mantuvo regia. Al parecer se tomó mucho a pecho lo de mantener la compostura, yo en cambio estaba que salía corriendo a ver porque lloraba la niña. Ella giró el rostro a verme y lo pude ver en sus ojos cierto vestigio de melancolía.
Al subir las escaleras y abrirle la puerta.
Iba a morir... Vi su cabellera castaña correr hacia nosotros huyendo de la tía Lily y chocar con las piernas de Venus, de donde se aferró con su vida abrazándola en un acto de malcriadez y rabia. ¡Dios bendiga ese carácter! solo hasta ese segundo todos nos quedamos fríos.
Giss terminó abrazada a las piernas de su madre sin darse cuenta, Venus tenia a sus pies a su hija, Ly tenía de frente a su mejor amiga luego de más de un año, todos en la sala se quedaron estáticos esperando las reacciones y que estallara la bomba, yo en cambio pensaba en la cabecita con enormes ojos grises que alzó el rostro y dejó de llorar mirando a Venus, que simplemente la miraba fijo detallándola como si no quisiera perder ni el mas mínimo recuerdo de ella. Ly tomó aire La vi taparse la boca evitando llorar. Tomó aire nuevamente, se traqueó el cuello y se tragó todo lo que sentía. Giss miraba a Venus con una empatía poco habitual en ella y no podía despegar los ojos de Venus, aun olvidando porque lloraba como era habitual en los niños.
El impacto para Venus ver a su bebe de más 1 de año caminar, grande, rozagante debió ser una bofetada emocional para ella y allí estaba yo frente a las dos mujeres más importantes en mi vida, que se veían con una intensidad nada disimulada. Giré el rostro cuando apareció mi madre, viendo la escena desde uno de los rincones de la casa.
Giss alzó los brazos hacia ella y apretó las manos signo de que la cargara y Venus no dudo en tomarla en sus brazos y alzarla. Venus esperó... esperó que la niña la mirará, le tocará el cabello suelto. Le tocara el rostro, fue paciente.
Y yo simplemente sentía el corazón arrugado, el nudo en la garganta y las ganas de llorar que ocultaba tras unas gafas de sol oscuras.
Giss se removió inquieta para que la bajara, cosa que Venus en seguida acató y con una coquetería magistral le tomó la mano sin permiso a la peli gris y se la llevó guiándola, subió uno por uno los escalones con ayuda de Venus, quien la llevaba y más atrás yo. Ella la llevó hasta su habitación, la hizo sentarse en el suelo y le arrastró una caja de juguetes, para que Venus los sacara lo cual hizo, y vi a Giss aplaudir sonriente. Se le sentó a un lado, dándome la espalda ambas y las vi jugar.... jugar por horas parado en el umbral de la puerta y el recuerdo me llegó a la cabeza.
— ¿Qué me estas queriendo decir Helena, que es normal que Giss sea tan asocial? — Pregunté mal humorado. — ¿Que es normal que se la pase llorando, sea malcriada y no se sienta cómoda con nadie?
— Venus... eso es lo que necesita tu hija. A su mama.
Giss se había convertido en una niña extremadamente llorona, llevaba más de cinco minutos sin llorar entretenida con Venus. Era asocial, en ese momento la veía reír a carcajadas mientras Venus le pegaba suavemente con un peluche en la cara.
Era malcriada y egoísta, Giss le daba todo lo que veía a Venus, peluche, juguetes, pulseras.
Giss solo podía pasar tiempo conmigo, porque incluso a Ly la repelía y tenía más de diez minutos sentada al lado de Venus, que ni la primera palabra le había dicho. Esta solo le seguía el juego, le hacía caras y gestos y así tuvieron por más de una hora. Las lágrimas se me escapaban de la cara y más me maldecía por ello una y otra vez.
La escena era hermosa, deprimente, triste y mágica, una mezcla extraña para mí.
Lo que completó el golpe de gracia, fue cuando Giss empezó a bostezar. Se le guindó en el cuello a Venus quien simplemente se levantó cargándola y meciéndola de un lado, pero mientras esta le tiraba del pelo y media hora después Giss estaba dormida, exhausta y cansada. Pero dormida.
Y recordé esas noches de horas largas sin poder dormir, batallando con dormirla a ella.
Ella era su madre y ni siquiera yo con todo mí poder podía con eso.
Venus se giró a verme y le di la espalda limpiándome el rostro.
— Ella no duerme aquí. — Dijo con tono de sorpresa y tomé aire girando a verla.
— ella duerme conmigo. Aquí solo juega. — Le anuncié y le hice un asentimiento para que me siguiera, lo cual hizo.
La llevé por todo el pasillo, hasta la habitación y al entrar la vi tensarse con la niña en los brazos. Lo primero que me percaté, es que fijó la mirada en una foto donde salíamos ella y yo. Tomada mucho tiempo atrás.
Bofetada mental Venus.
Miró la cama y la cuna al lado de ella y en seguida camino a dejar a Giss allí aunque vi el esfuerzo sobre humano que hizo, para despegarse a la niña de ella. Giss se removió inquieta como si fuera a despertarse.
— Má... — logró decir antes de caer de nuevo dormida y vi a Venus erguirse.
— ¿Puedes prestarme un segundo el baño? — preguntó y asentí, señalándoselo dentro de la misma habitación. Esta se giró en sus talones y se fue directo al baño.
Cuando duro más de diez minutos sin salir, empezó a fastidiarme la piquiña de la inquietud. No dudé ¿Si estaba haciendo alguna locura?
Son solo diez minutos Zahir. ¡Déjala quieta!
Cuando mi mente reaccionó, ya yo le estaba abriendo sin permiso la puerta del baño.
¡Cojonero!
Y allí estaba Venus sentada en el piso recostada en la pared con el rostro lleno de lágrimas, esta alzó la vista mirándome y yo me quité los lentes caminando hacia ella y sentándome a su lado.
— ¿Quieres que hablemos? — le pregunté y esta negó sorbiéndose las narices. — me lo imagine. — Dije apenas con una sonrisa. — ¿Puedo saber porque lloras?
— Ella...— dijo apenas en un susurro y sonrió. — Es muy hermosa. La has cuidado muy bien. — Confesó y pensé oír todo menos alabancias de Venus hacia mí. — Ella... — dijo y le vi el labio temblar. — Ella tiene tus ojos. — Dijo mientras aun lloraba. — Y fue muy lindo conocerla. —confesó y eso me hizo sentirme un maldito infeliz. — por lo menos ya sé que rostro tiene ella. Aunque no sepa ni su nombre.
— Gissell se llama Gisell. — Susurré con la voz entrecortada.
— ¿Por qué le pusiste así?
— Es tu segundo nombre. — le confesé y ella sonrió melancólica viendo sus manos temblar. — ¿Aun quieres irte? — le pregunté y esta alzó el rostro viéndome fijo. Yo prácticamente estaba pensando seriamente en arrodillarme y pedirle que por más que quisiera no me dejara.
— Nadie me ha pedido que me quede....
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Venus (COMPLETA)
RomansaSinopsis Un matrimonio negociado... Un hombre millonario, poderoso y peligroso... Un contrato de por vida... Una mujer de armas tomar... Con lo que Zahir Corvis, no contaba, era que su esposa Venus aparte de darle dolores de cabeza por sus actitudes...