capitulo 17 - desprecios

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                              * * *
VENUS

Cuando abrí los ojos la mañana siguiente, él estaba allí, tenía una charola de desayuno en su mano. Me senté en la cama con un notorio dolor de cabeza, que me palpitaba hasta en el estómago, debía estar hecha un desastre. ¿Cuánto había dormido? Este acercó la charola a mi lado de la cama, pero de un manotón vi la charola volar contra la pared. Los ojos de Zahir se abrieron de par en par. Lo vi fruncir el ceño, para luego soltar un suspiro.

— Debes comer. — anunció con tono cansado y el simple hecho de verlo, me daba urticaria. Recordaba a Keila y quería arrancarle los ojos. Ni siquiera quería verlo. Cuando lo noté, estaba vestido de ejecutivo, seguro se largaba a trabajar. — Come — ordenó sin más.
— Como si fuera asunto tuyo —. Se me escapó cuando iba saliendo de la puerta y lo vi detenerse, girando a verme. — Vete — Dije mezquina sin más y este se le arrugó el gesto, con su habitual cara de mal humor la que ya estaba acostumbrada, pero me daba igual. Este no dijo nada más y simplemente, se largó.

Una vez se fue, corrí al baño a vomitar hasta el modo de caminar, había ingerido tanto licor el dia anterior, que pareciera que tenía la borrachera aun, como decíamos en mi tierra la curda viva, abracé la poceta botando todo lo que me quedaba en el estómago, cuando sentí un par de manos ayudarme sosteniéndome el cabello. Ella soltó un alarido de asco.

— Venus. No jodas, creo que botaste hasta el calcio por la boca. — Ante aquello, a pesar que me sentía mal, se me escapó una sonrisa, ante su elocuencia.
— Odio a Zahir.
— ¿Solo lo odias? — Me pregunta y yo gruño bajo. — Ayer ebria decías que estabas enamorada de él.
— Es lo que me hace decirle el infeliz, cada vez que me da repercuta sexual. — Susurro limpiándome la boca.
— Y tu toda molesta por eso. — Me dijo burlona. Me erguí mirándola fija. — Amiga, estas vuelta mierda.
— Gracias amiga. Eres un sol — Le solté con sarcasmo, de pie a su lado cuando me soltó el cabello. Caminé al lavamanos y me lavé los dientes teniéndola allí viéndome fijo. — Dime algo ¿Ya se fue? — al preguntar esta asintió. — ¿Averiguaste lo que te pedí? —. Ante aquello volvió a asentir.
— Ya sé dónde está cada una. — me admitió. — Con mis influencias, logré sacarle información a Cley. — Me admitió.
— Será con tus tetas…
— ¡Venus! —. Regañó y reí quejándome, por el terrible dolor de cabeza que tenía. — eso me pasa por jalabolas.
— Deja el drama. — Admití saliendo del baño y sintiendo sus pasos detrás de mí. Caminé al armario tomando un mono y ropa deportiva. Vi a Ly estar al pendiente y lo supo.
— Zahir se va a volver loco con lo de hoy.
— ¿Creíste que me iba a quedar con las ganas? — me gruñó y esta sonrió maliciosa. — Se va a prender el mierdero.

Él me reventaba el teléfono, aun mas cuando se dio cuenta de que había salido de la mansión, sin escoltas, sin Cley, sin guardias, sola con Ly. Pero aumentó cuando no le conteste la primera vez.

— Está llamándome. — Anunció Ly, mientras yo conducía. Me encogí de hombros. — ¡Venus! ¡Va a matarme!
— Te quiere demasiado para matarte Ly. — le gruñí sin más, entrando al centro. — Además ya se enterará dónde estamos. Aquí la gente le dice todo y es lo que quiero. — Dije estacionándome.

La tienda estaba algo vacía, así que cuando entré ella me notó en seguida tensándose, pero no más como la mujer mayor que aunque yo no conocía, me reconoció en seguida. Porque tragó hondo viendo a la pelirroja, que se irguió.
Di varios pasos hacia ella, pero cuando fue hablar, no pude pensar con claridad, le di un empujón al pecho, tumbándola contra una de las mesas de vidrio de aquella tienda de ropa elegante. Cayó desplomada sobre la misma, sorprendida.

¿Creyeron que de verdad me quedaría con la golpiza de la última vez?

Como se nota que no conocen una caraqueña llena de odio.
La tomé por la melena arrastrándola por todo el jodido lugar, sin importarme una real mierda, ni sus gritos, ni los de la mujer, solo vi de reojo a Ly, que estaba anonadada en un esquina, sin decir ni una palabra.
Golpes, patadas, le daba con todo, teniéndola en el suelo, siendo un bestia con ella. Oía vidrios, no sé si era nosotras rompiéndolo o el desastre cuando empujaba todo. Le golpeaba en la cara, los brazos, el pecho, de todo. Donde me alcanzaba, le lanzaba a matar. Ella se revolcaba, lanzando arañazos y patadas a todos lados. Que en más de una ocasión me lanzó encestar, pero quizás por mi nivel de adrenalina no presté atención. Gritos, daba gritos de ira, por como la tenía contra el suelo. Hasta que un par de manos conocidas me alejaron de ella.
— Suficiente potra. — Oí decir a Ly, pero estaba acelerada, el pecho me subía y bajaba muy rápido, mientras veía a la anciana ayudar a reincorporarse a Lany, una de las jinetes a las que se la tenía jurada, le vi el rostro arañado, el labio partido, el pómulo hinchado. Solté un fuerte respiro.— ya le distes bastante.
— Me vuelves a tocar y te corto las manos. — Le grité enardecida, viéndola sangrar. — Si te vuelvo  ver cerca de mi esposo, la coñasa será peor. — Solté sin más, sintiéndome toda una mafiosa, empoderada… la jodida isla era mía.

¿Quién dijo que no podría? Dije que agarraría una a una sola. Eso iba hacer.

Con Jen la rubia, fue peor, porque estaba detrás de un mostrador de una joyería y me valió tres hectáreas de mierda, cuando la arrastré por todo el mostrador, los guardias de seguridad intentaron meterse, pero al reconocerme en seguida se quedaron estupefacto. Aún más cuando alcance a oír decir a Ly que llamaría al sultán si me tocaba. Abuso de poder.
Y me encantaba aunque estaba mal. Aunque Jean si se me pudo parar, porque cuando reaccioné ambas dábamos vueltas por el piso, dándonos golpes limpios ,certeros, ningún me dio en la cara, pero las costillas las tenía súper adolorida, cuando se descuidó, le solté un golpe a la manzana donde le saque el aire. El susto me llegó cundo la vi pálida, llevándose las manos al cuello.

¡La maté!
Joder…

Con la misma me levanté sin decir más, saliendo allí como alma que llevaba el diablo, ahora el teléfono no dejaba de sonar. Zahir ya debía estar enterado que su mujercita o sea yo, andaba por el pueblo partiendo a coñasos a sus ex jinetes y como me gustaba. Carajo. Manejaba acelerada por la carretera me faltaba una, a la que más quería… Keila.

— Marica, pareces la niña del exorcista. — Me soltó Ly, haciéndome reír en medio de la histeria. El teléfono de Ly parecía que estallaría sin más. Esta se mordió el labio.
— Y la que me falta...

Keila estaba tomando café, con unos ejecutivos, por la insignia supuse que eran de la empresa Corvis, ella había trabajado con él, en el pasado así que no me sorprendía que aun tenia conexiones con ellos, estaba entretenida en su laptop, frente el parqueo donde estaba su auto, un lujoso Mazda que por supuesto, me había enterado que se lo había regalado Zahir para sorprenderla cuando empezaron a salir. ¡Imbécil sultán!
Todo lo mío es tuyo, todo lo tuyo es mío. Señorita Keila, la doña y dueña Venus Corvis ha decidido que su tiempo con inquisiciones gracias al dinero de mi esposo ha acabado. ¿Por qué?, porque puedo.

— Hay niños. — Oí decir a Ly. En esa misma cafetería y asentí, estacionándome, lo sabía.
— Bien, no golpes para la princesita del sultán. — Dije sin más. Prendí el auto y puse la reserva. Ly me miró confundida.
— ¿Qué haces niña del mal? —. Me dijo cuando vio que frené y me puse el cinturón de seguridad.
— Bájate Ly.
— ¡¿Qué?! — Gritó de repente. — ¿Para?
— ¡bájate! — le dije en voz alta. — ¿O quieres terminar mentándome madres? — al oírme se bajó de golpe, con los brazos cruzados. Le di ambos teléfonos y esta se mordió el labio mal humorada.
Dio un grito cuando aceleré a punto muerto, quemando las llantas de mi auto, soltando el croché, para que la camioneta negra blindada, saliera como una bala a toda marcha, full velocidad, directo al jodido, hermoso y costoso Mazda de Keila. La adrenalina más la bolsa de aire, me hizo amortiguar el golpe, cuando mi linda camioneta blindada volvió mierda toda la parte trasera del Mazda estacionado de Keila, casi que tirando todo el asiento de atrás hacia adelante.
— Maldición… — oí gritar a alguien, una voz femenina, cuando vi a Keila acercarse corriendo a su auto y yo al ver que aun la camioneta seguía intacta y encendida. Puse retroceso y me alejé, sé que ella reconocía esas camionetas. Tenía el vidrio arriba. —  ¡Estás loco! ¡Se lo diré al sultán! — la oí gritar enardecida, bajé la ventanilla y la vi mirarme estupefacta ante aquello. Saqué un billete de mi bolsillo y lo lance en su dirección a lo lejos.
— Para que te pagues el taxi ¡Perra! —. Concluí echando hacia atrás mi auto y saliendo del parqueo a toda mecha, para pasar recogiendo a Ly, que se subió sin decir ni una palabra. La quijada la hubiera tenido por el piso, si ha de ser eso posible. Yo solo me carcajeaba de placer. Saltaba de felicidad y de migraña…. Hasta que llegué a casa.
— ¡¿Qué se supone que hiciste?! — me gritó Zahir sumamente molesto. — Y tu… — Le gritó a Ly, que saltó — Has dejado que haga esa inmadurez. — Dijo este. Ly estaba aterrada de mi cara, ni la mala leche que tenía zahir en ese segundo, me haría quitar la puta sonrisa en mi boca, ni me haría decirle ni una puta palabra. No iba hablarle, no se lo merecía y lo notó.
— ¿¡Venus!? — Me gritó a  todo pulmón. Yo no paraba de sonreír, estaba que me partía de la risa. — ¿te parece divertido?, cruzaste media isla, solo para ir y darle una golpiza a cada una y reventarle el Mazda a Keila. — Asentí sin más y lo vi pararse frente a mí. — ¿Qué tienes que decirme?
— Mamaguevo — Disfruté decirlo, disfruté ver su cara, aún más cuando me di vuelta y lo deje allí, hecho una fiera enloquecido de ira y cólera, pero por sobre todo, no hablarle ignorarlo y darme el gusto que me merecía desde hacía mucho.

El sultan vio alejarse a la diosa. Sorpresivamente sonriendo porque ella ya tenia algo de su infierno en su ser 

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Venus (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora