Capitulo 13 - Elecciones

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                             * * *

Si, definitivamente nosotros éramos un tira y encoge. De alguna manera no podía molestarme, Él no estaba bien y yo sabía lo doloroso que podía ser la partida de alguien inesperadamente, incluso cuando guardó aquellas cosas que había traído se vistió, se arregló y sin tan siquiera decirme nada se fue cuando momentos antes habíamos estado a punto de...
Simplemente se quedó conmigo aquel cuarentón rubio, de la centena de escoltas que poseía Zahir, ni volteo a verme cuando se fue. La cosa estaba tensa pero mi pregunta era. ¿Me dejo? ¿Volvió a la isla? ¿Sera que vuelvo? ¿Podría volver? Aigh... ¿Y ahora?
Me quedé allí sentada en uno de los muebles, con el desastre que había hecho alrededor en uno de sus ataques de cólera. Tenía que tomar una decisión pero necesitaba dormir y bañarme.
Luego de descansar, observé como las del servicio a la habitación se quedaban atónitas antes del desastre que había dejado aquel gorila, Menos mal que los gastos corren a su nombre. Igual que vergüenza daba.

¡Cómeme tierra y no me vomites!

Una vez todo medio parapetado le abrí la puerta al escolta.

— Buen dia. — musité amable, al barbudo rubio como un sol.
— Buenos días, señora Venus ¿Necesita algo? — me preguntó y asentí.
— Si, que pases y desayunes conmigo —. Admití — llevas todo el día y noche parado allí. Pasa, come y descansa un poco —. Alce ambas manos con inocencia. — prometo que no es una artimaña o trampa —. Este dudó incomodo pero accedió. Se sentó conmigo en aquella mesa.
Ambos nos dispusimos a comer cuando mi teléfono comenzó a sonar, al ver la pantalla era Lily, rodee los ojos.
— ¿Qué quieres? —. Pregunté de golpe al contestar, mientras masticaba un pedazo de pan.
— ¿Que es esa manera de contestarle a la mujer de tu vida? —. Me preguntó — ¿No me digas que te creíste lo de ayer? bueno, no te culpo. Merezco un Oscar. —  ante aquello, sonreí negando sin poder creérmelo.
— ¿Era una táctica?
— De bolas ¿Cuando yo te he tratado mal? —. Preguntó con sorna.
— nunca.
— ¿Cuándo te he dejado mal?
— Nunca
— Te prefiero más que a Gael estúpida, pero gracias a nuestra fingida pelea, aquellos se calmaron.
— Me lo tomé a pecho.
— Pero...
— Ly, no me hiciste alguna seña o no lo vi, porque estaba en medio de dos mastodontes a punto de matarse.
— Bueno tienes razón ¿Dónde andas?
— En el hotel.
— ¿Zahir? —. Ante su pregunta, Solté un suspiro y miré al escolta comer.
— Ven y tráete una maleta con ropa. Que te vas conmigo. — anuncié y vi al escolta verme.
— ¿Así? ¿Sin llevarme al cine ni enamorarme?
— Dile a tu mamá que...
— ¿de qué hablas? esa esta que me bota...— dijo con voz cómica. Al colgar miré al escolta que negó.
— No niegues. Necesito que me lleves a la isla de nuevo, a menos que Zahir lo haya prohibido. — admití.
— Mi señora, con lo mal que salió incluso olvidó que la dejo aquí y que yo estoy aquí. — murmuró, tomando un poco de café.
— Se olvidó de mí...
— Despreocúpese mi señora, que cuando el shock de la noticia se le pase y vea alrededor que no está, le va a dar un ataque y me llamará.
— ¿Por qué a ti?
— Soy su mano derecha, entre sus escoltas.
— ¿No deberías estar entonces con él?
— Más importante que las jinetes, es usted. Mi deber es estar donde ya estoy.
— Permíteme el beneficio de la duda.
                                         
                                 * * *
Resulta que el rubio era ruso, alto, ojos azules, quien efectivamente era la mano derecha de Zahir. Cuarentón, albino, llamado Cley, eran al parecer cercanos y para concluir bilingüe, ex comisario, soltero, sin hijos, amante de las mujeres peligrosas y el rock roll. ¿Cómo supe todo esto? una sola palabra... Lily
Apenas vio al rubio le monto el ojo. Los mayores no eran de su agrado pero este le había llamado la atención.
Nos montamos en un taxi hasta el aeropuerto, donde nos esperaba un jet privado sin destino, hasta que nos bajamos —luego de seis horas— en un pueblucho, entramos a una sabana, luego tomamos lancha por un lago, donde turisteamos por horas, Hasta llegar a un puerto y montarnos en un helicóptero hasta una playa, ya de noche ahí, tomamos otra lancha por más de tres horas, hasta que por fin llegamos a un puerto, en ese momento supe que era la isla, era de madrugada lily estuvo todo el camino hablando y sacándole información al pobre Cley. Ella pudo sacarle hasta el color favorito. Eso era una tarea titánica.
Me estiré al bajarme de la lancha, siendo ayudada por Cley.
— Nos trajiste por la ruta más larga. ¿No? — Pregunté y lo vi ayudar a Ly a bajarse y echándose al hombro las maletas de ella, mientras yo tenía que cargar la mía.
— sí, mi señora.
— hijo de puta... — le solté y Ly se echó a reír igual que él. — Estoy molida, Te odio.
— Era la única manera que no supieran la ubicación exacta.
— ¿Por qué tanto misterio? — preguntó Ly.
— Ordenes de Zahir —. Le respondí yo, ahorrándole en trabajo a él. Mientras más me estiraba, me sonaban los huesos del cuerpo. — Caminen princesas que necesito un baño caliente y comer.
— esperemos aquí, vendrán a buscarnos. — Ordenó Cley y voltee a verlo.
— ¿Zahir sabe que estoy aquí? — pregunté y negó varias veces.
— No, Pero… — Este sacó su teléfono revisándolo. — Tengo unas cincuenta llamadas perdidas de él, cuatro notas de voz y diez Whatsapp, seguramente todas amenazas de muerte, si le pasa algo, si la dejo sola o si no sé nada de usted. Se lo dije. — Admitió con jocosidad. — Usted es la prioridad del sultán.
Ante aquello escuché un silbido de parte de Lily
— Ya quisiera tener yo, aun primate de esa especie así loco por mí. — Soltó ella y solo pude rodar los ojos, ocultando la sonrisa que amenazaba con escaparse, porque me había gustado oír eso.
Quince minutos después llegó el auto por nosotros, una carcajada se me escapó cuando observé la cara de sorpresa de Ly ante la hummer negra blindada.
— Y eso que no has visto el rancho de Zahir.
— suyo señora. — Recalco Cley, una vez que nos subimos a la camioneta.
— Está a nombre de....
— Suyo. — Me interrumpió el escolta que estaba conduciendo, un hombre moreno de edad media. O estos estaban muy confianzudos o yo estaba siendo más social.
— El señor Zahir construyó esa mansión, cuando se estaban haciendo los planes de boda con usted. — Me explicaron. — La mansión y la isla legalmente están a su nombre.
— ¡¿Qué?! —. Grité de golpe y Lily a mi lado salto del grito que di. Sentí un nudo en la garganta que me llagaba a la boca del estómago. — ¿Me están jodiendo? —. Pregunté y negaron — ¿Dónde vivía antes?
— en ningún sitio especifico. Viajábamos constantemente, decidió establecerse cuando contrajo nupcias con usted. Lo cuál para nosotros fue lo mejor. — Explicó Cley
— para los que tenemos familia, establecernos en la isla fue lo mejor. — admitió el moreno sin perder la vista de su camino.
— ¿Y las jinetes?
— venía exponencialmente a verlas. — Prosiguió el afro descendiente. — una vez al mes pasaba cuatro o cinco días con ellas. — Aquello me había caído absolutamente de sorpresa y comenzaba a comprender cada una de las cosas y situaciones que antes ignoraba. Yo pensando que me tenía como la poca cosa, aunque en mí defensa debía admitir que yo no era muy expresiva, pero Zahir me llevaba por los cuernos a ese había que sacarle las palabras con cucharilla.
— No moriremos pobres. — Soltó con diversión Lily y yo negué sonriendo.
— Ya sabes lo que pienso de lo material. — Le recordé a mi sensual castaña.
— te da igual lo sé, pero admite que un gesto así... Enamora.
— ¿Por qué repentinamente tan amistosos conmigo?—. Les pregunté a ambos escoltas.
— Porque ayer usted se disculpó y no nos pareció tan.... Tan...
— Tan hija de puta. — Concluyó Lily. — Como aparenta, siempre.
— ¡Gracias! — le solté con sarcasmo.
—  Tranquilos muchachos — Les anunció ella. — Se ha comportado así, por el mal humor del cautiverio en que la ha tenido Zahir. Esa opresión la tiene así, Pero esta va a ser la jefa más alcahueta que tendrán en su vida y la más caritativa que hay.
— ¿Cómo me llaman a mí? María Caridad. — Rechiné y aquellos dos escoltas estallaron en risa.
— fue buena idea que viniera señora Lily. — Le anunció Cley a ella.
— ¡Señorita!, porque usted jamás me ha visto ni casada, ni embarazada. Puedes decirme mi Amorcito. — Concluyó ella haciéndome reír.
Amorcito — Le musitó Cley.
La boca de sorpresa de mi querida amiga, no se comparaba a la mía minutos después. La mansión estaba repleta de gente vestida de blanco, que llevaba en sus manos velas, personas que lloraban la pérdida de un ser querido, en ese instante se me arrugó el corazón ante tan majestuosa muestra de respeto, admiración y amor hacia alguien.
— esto parece una procesión. — me susurró Ly muy cerca. — siento que estoy vestida de carnaval. — ante su comentario, la observé. Tenía una camisa amarilla a juego con sus zapatos de tacón y un jean azul cielo. En cambio yo aún tenía el luto y seguiría así.
Como pudo Cley nos abrió paso entre la multitud que miraban a Ly con rostro de espanto por su chillante vestimenta y luego a mi reconociéndome, vi muchas emociones Confusión, rabia, dolor, rencor, todas dirigidas hacia mí y sin entender el porqué.
Una vez llegando a las escaleras principales Cley nos guio a las escaleras traseras, para no pasar por la principal. Mi vista cayó sobre la entrada y me detuve en seco.
Él estaba vestido de blanco, parecía un ángel en el más literal de los sentidos, ya decían que Lucifer era el ángel más hermoso y se reveló contra Dios, siendo mandado al infierno, en mi opinión personal a la tierra, porque aquí las pagábamos todas. Él era la personificación así, vestido como un ángel pero con el rostro lleno de indignación, amargura, odio y dolor. Con poder y maldad.... así era el diablo.

Venus (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora