* * *
Al despertar me removí inquieta entre las sabanas, un recuerdo me llegó de golpe y todo volvió a mi cabeza, Los traficantes, los golpes, la adrenalina. Salté de la cama con la respiración hecha un desastre, mareada, hiperventilando pero más dueña de mi cuerpo, de mis acciones. Miré a mi alrededor estaba en una habitación y no cualquiera, mi habitación ¿Qué habría pasado?, al ver a los pies de mi cama, estaba un conjunto de ropa interior blanca y un conjunto de ropa deportiva negra, eso solo significaba algo. Zahir estaba cerca.
Me había asignado una habitación enorme y por enorme hablaba de algo extravagante. El piso era de madera clara y las paredes blancas con algunas mándalas dibujadas que había hecho yo misma, tenía una cama tamaño King con un juego de peinadora que eran dos mesitas de noche una cómoda y una espectacular peinadora de madera y plata. Tenía un closet extremadamente amplio que apenas era usado por un 5% de mi ropa, Frente a mi cama a lo lejos se encontraba una mesa de comedor que mande a pedir yo misma el primer día que vi que a Zahir le incomodaba que comiéramos en el mismo lugar.
Agarré aquellas prendas y me encerré en aquel lujoso baño. Me duché por un largo tiempo, dejando el agua recorrerme el cuerpo, mientras me tragaba las emociones como las lágrimas, Tomaba bocanadas de aire, no lloraría. No lo había hecho desde la muerte de mi madre, luego de secarme la larga cabellera y colocarme aquella ropa y salir del baño, me percate que ahora en mi mesa había una charola de plata con comida sobre ella jugo y café. Tomé la taza de café y me acerqué a la ventana rodando la cortina para que entrara claridad aquel lugar, los rayos del sol me lastimaron la vista, abrí la ventana dejando que la brisa me impactara en el rostro. ¡Qué deliciosa sensación!
— ¿No has comido nada? —. Escuché la voz de Zahir, Ese hombre tenía el arte de aparecer y desaparecer sin que nadie se percatara.
— No tengo hambre. — Admití dándole un sorbo a mi café dándole la espalda.
— Debes comer. —Dijo dominante, Solté un sonoro suspiro.
— Lo sé — Solté sin más a diferencia de siempre, esta vez no deseaba discutir con él. —Así que... 3000 millones de dólares. Interesante saber qué precio posee tu cuerpo, Lo que vales.
— En realidad esa fue la cifra porque nadie más continúo la puja, Si hubieran seguido hubiera triplicado la cifra. — Aquello me hizo tragar hondo.
— Ahora no solamente soy tu esposa sino también tu propiedad, tu prostituta comprada. — Susurré.
— No hables así —. Me regañó con tono pesado. — Pero si… — Me afirmó. — Eres mía — Dijo con posesión, odiaba esa frase aún más si venía de él. — ¿Puedo preguntarte algo?
— Dispara.
— Aun recuerdo lo que dijiste, ¿Por qué estaba tan segura de que iría por ti? — Me preguntó, me di vuelta para admirarlo estaba vestido con impresionante traje gris y tenía metida sus manos en los bolsillos detallándome con aquellos impresionantes ojazos.
— Algo que he aprendido de ti estos últimos meses, es que nadie se mete con alguna propiedad de Zahir Corvis y sigue vivo para contarlo. — Musité dejando la taza a un lado, sorpresivamente Zahir se acercó a mí. Esto me tomó descuidada y acercó su mano tomando un grueso mechón de mi cabellera entre sus dedos, para jalarlo y atraerme hacia él, Me quedé impactada, Porque él jamás se había acercado a mí, en meses era la primera vez que tenía algún contacto conmigo.
— El detalle es que tú no eres una propiedad, Eres mi esposa lo cual es mucho peor, pero tienes razón. — Dijo bajando su rostro hacia el mío dejándolo muy cerca, intimidándome. — En ese lugar no dejé títere con cabeza — Ante eso último me soltó el cabello y se dispuso a marcharse. —Come. — ordenó con tono mandón, para luego salir de la habitación lanzando la puerta, Típico de él.
Me quedé allí de pie sin mover tan siquiera un musculo. “No dejé títere con cabeza" Aquella oración resonó en mi cabeza me estremecí, tan siquiera pensar que los había... Matado.
¿Qué clase de persona era Zahir? ¿Con que clase de monstruo me habían casado? Si sabía que Zahir Corvis no era un ángel, no era el bueno del cuento, pero tampoco sabía que era villano, el asesino de la película y yo... Yo estaba aterrada del rey demonio estaba unida a él. No podía negarlo estaba asustada de lo sucedido, pero más estaba aterrada del Sultán. Porque así como podía lastimar a otros con la misma facilidad podría hacerme algo a mí, eso si no podía negar aun ante todo, Zahir a mí me trataba especialmente bien me soportaba jamás me había tan siquiera levantado la voz, Me trataba como una reina eso sí, de lejitos porque evitaba estar más de cinco minutos en el mismo lugar conmigo. No me incomodaba, me enfadaba porque al aceptar esto, imaginé que lo tendría de baboso encima de mi cada dos por tres fue todo lo contrario y la soledad era muy tenaz. Por supuesto todo no era tan rosa como parecía, Y claro estaba él jamás me daría explicaciones de lo que sucedió, debía investigarlo yo mismo.
A la hora volvió para cerciorarse que había comido, apenas se asomó y se largó, Como siempre Necesitaba respuestas iría por ellas.
Zahir alzo la vista cuando entre en su despacho, una hora después estaba sentado detrás del gran escritorio tecleando en su laptop muy concentrado me senté sin permiso en la silla del frente de su escritorio.
— ¿Dónde están las empleadas? —. Pregunté con voz calmada o eso intentaba, en el momento en que recorrí la casa y vi tanta gente desconocida me iba dar un desmayo. — Libia, Silvia, Lucas…
— He cambiado absolutamente a todo el personal.
— Este mamaguevo. — susurré muy bajo, pensando en voz alta.
— ¿Qué dijiste?—. Me preguntó él, vi como alzaba su vista a mí con el ceño fruncido.
— Ese candelero. — Dije señalando una lámpara de su despacho.
— Si, Aja — Él me había oído, me preguntaba a ver si yo tenía los ovarios de repetirlo pero no, Debía aceptarlo Zahir me intimidaba. — ¿Necesitas algo? Sabes que si quieres algo solo debes pedirlo a Gregory.
Gregory era como su mano derecha, su asistente un treintañero árabe bastante atractivo, no tanto como mi irresistible esposo pero si agraciado, con el cual hablaba una vez a la semana para pedirle lo que quisiera.
Realmente Zahir me repelía de una manera jodidamente notable.
—Jamás entenderé porque te incomoda tanto entablar una conversación conmigo—. Le solté sin poder evitarlo más, él alzo su vista mirándome fijo, Atención captada. — No sabía que era tan desagradable para ti, Huyes de mí.
—Yo no huyo de nadie Venus, Jamás he dicho...
—Lo demuestras con tus actos—. Lo interrumpí levantándome un poco, cerré su laptop, Este fijó su vista en mí, cruzándose de brazos.
— ¿Para qué quieres que hablemos y me encariñe contigo si te terminaras largándote?— aquella pregunta me tomo desprevenida, fuera de base por lo menos estaba hablando mas eso necesitaba además de seguirle la corriente.
— ¿De qué...
— ¿Crees que…—, Me interrumpió. — No sé qué te irás apenas cumplas los dieciocho? — Ante su comentario tragué hondo.— Siempre estaré un paso delante de ti, esposita.—Engreído, cabrón.
— ¿Por eso me evitas tanto? ¿Crees que te encariñaras conmigo?
— Solo te estoy diciendo lo que quieres oír.
— ¿Insinúas que yo quiero que te encariñes conmigo? — Le pregunte siseando, aguantándome la ira, Pero este canalla era un experto para exasperar a la gente o solo tenía ese efecto en mí— No me veas la cara de imbécil así tuviera cincuenta años no me dejarías ir a menos que tu quisieras. Significa que jamás sucederá, Eres un acaparador innato, Jamás me dejarías ir.
— Así es —. Afirmó Zahir deleitándome y deslumbrándome con una sonrisa retorcida, no era que me gustara o me interesara simplemente, él era delirio para los ojos de cualquiera. — estas en lo correcto.
Definitivamente él era Inalcanzable.
— Zahir...
—Venus, ve al grano. —Solté un suspiro ante aquello, jamás podría conseguir algo con él era más difícil que un cálculo algebraico. Tome aire si quería salirme con la mía debía ser sumamente coherente y amable.
— Quiero que me inscribas en el instituto para cursar el último año y me facilites un teléfono. Necesito libertades.
—No. —Ante la segura respuesta tome aire.
Calma, calma.
No lo insultes, Coopera.
¿Cómo me va a decir que no?, Cabronazo.
Es que lo voy a... Respira Venus, respira.
Sigue el juego.
— Zahir me siento fatigada. — Le expliqué con calma.
— Tienes un campo de golf, una piscina, un gimnasio, una pista de autos e infinidades de cosas aquí en la mansión sal toma aire y se irá la fatiga.
— Necesito estudiar.
— Te facilitare una institutriz
— Me siento sola—. Susurré.
—Te compraré un perrito. — Calma Venus calma. Sigue el...
— ¿Podemos mediar y llegar a un acuerdo donde estemos los dos a gusto?
— ¿Qué te hace pensar que yo quiero mediar contigo? — me preguntó con desafío, aquello me cayó como un balde de agua.
Dios cólmame de paciencia que si me das fuerza lo ahorco.
— ¿Por qué eres tan desagradable?—. Le pregunté levantándome de la silla ya no podía ocultar la molestia. — eres mezquino.
— Soy muchas cosas Venus. De lo que me catalogas es lo más inocente para lo que soy realmente — Le solté un golpe al escritorio que resonó y lo miré fijo.
— Iré al instituto, tendré un teléfono, no me mantendrás encerrada aquí y eso…— Dije juntando y entrelazando los dedos. — Te lo juro por este puñado de cruces y porque me llamo Venus Moon.
—Y ahí está la Venus de que me han hablado. —Sonrió triunfante retándome. — Venga fierecilla rebelde ya me han advertido de ti y créeme estoy preparado—. Inflé las mejillas al oírlo. Él quería guerra.
— ¿Ah sí? — Dije colocando ambas manos sobre su escritorio. — Ni te imaginas.
— Siempre he sabido que esa actitud de pasiva y tranquila era más falsa que ese color de cabello. — Dijo señalando mi cabello.
Le torcí los ojos tomando aire intentando mantener el control y no salir con algunos de mis insultos a lo venezolano para no mandarlo a la verga como decíamos allá.
— Qué equivocado estas. — musité para darme vuelta, preparando la huida.
— Zahir Corvis jamás se equivoca. — lo escuché decir con fanfarronería.
— Zahir Corvis necesitan que le den una lección. — le grité al salir de allí.Y fue asi como el demonio, provoco a la diosa Venus para que bajara de su olimpus
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Venus (COMPLETA)
RomanceSinopsis Un matrimonio negociado... Un hombre millonario, poderoso y peligroso... Un contrato de por vida... Una mujer de armas tomar... Con lo que Zahir Corvis, no contaba, era que su esposa Venus aparte de darle dolores de cabeza por sus actitudes...