* * *
Mal, los siguientes dia, estuve mal. Zahir no durmió más conmigo. Estaba demasiado molesto, lo hacía notar porque incluso empezó a llegar más tarde a casa para no toparse conmigo.
Lo había herido aun cuando él se estaba esforzando mucho conmigo.
Ly había retornado a Venezuela, estaba en finales así que no vendría por unas largas semanas. A Cley no me lo topaba nunca. Desde que había llegado, al parecer Zahir le había advertido mi reacción ante lo de mi padre. Mi única compañía era Stefians, lo cual me agradaba porque antes en el apartamento de Virgil era así.— Señorita Venus... — llamó mi atención Stefians, mientras yo salía del baño recientemente. —debo hablarle de algo.
— Dispara. — pregunté, mientras pasaba a un lado de ella.
— Es algo sobre Virgil. — Anunció y me volteé a verla. — ¿Recuerdas a su abogado? —. Preguntó y yo asentí. Lo había visto en pocas ocasiones.
— Estaba abajo en la sala.
— ¡¿Que?! —. Grité acelerada — ¿Zahir lo sabe? ¡Va a matarme! —. Rechiné y esta negó con la cabeza.
— El señor Zahir no lo sabe… — explicó. — Y le dije a los escoltas que era un amigo. — Sonreí al ver lo inteligente que era aquella anciana.
— ¿Que quiere? — pregunté.
— Es mejor que tú... hables con él.
Casi que corriendo, me vestí deportiva y bajé las escaleras. Abrí los ojos de par en par, cuando vi junto al anciano abogado que iba vestido con un traje azul marino, que estaba escoltado por dos hombres. No cualquier escoltas, sino, aquellos dos mayores que me daban muchas fuerzas cuando estaba con Virgil. Sonreí de oreja a oreja y estos me devolvieron la sonrisa.
— Señora Venus. — Me dio un asentamiento aquel abogado. — debo ser muy rápido, ya que estar aquí atenta contra mi vida. — explicó en segundos, tomé aire. El sacó una carpeta. — necesito que firme estos papeles. — Me entregó una carpeta, que miré confundida. — Y me llame para proseguir con los papeles.
— ¿Qué es esto? — Pregunté sin entender nada.
— Eso… — Me musitó uno de los escoltas. — Es una ironía de la vida, Venus. Algo llamado justicia divina. — Me dijo al sonreír y los miré con desconfianza. — debemos irnos. Venus... nos veremos más adelante y más seguido.
— ¿Más seguido? — estos sin más se dieron vuelta para irse y me quede así.... en el limbo.
Pero, ¿Que carajos?Cuando se fueron, en seguida me metí con Stefians en el estudio de Zahir, me tiré en su enorme asiento de cuero y abrí la carpeta. Había centenares de papeles, de nombres, casas, direcciones, papeles de compra, de carros, de aviones.
No entendí una mierda hasta que entre esos papeles vi uno que me dejo fría.
Empecé a leer y leer....
Las manos comenzaron a sudarme.
No podía creerlo.
Me iba a dar un infarto.
Era un testamento... Y mi nombre salía por todos lados.
Ese mald....
Dios mío.
Todas estas cosas son...
Son...
Son...
Son... ¡Mías!
Virgil había puesto todas sus cosas a mi nombre.
Que contradictorio.
¿A quién pensaba dárselas cuando me matara?
— ¿Qué es? —. Preguntó Stefians y la miré con la boca abierta sin poder creérmelo.
— Virgil me dejó todas sus cosas.... a mí. — le susurré sin más. Casi tartamudeando acelerada. Salté del susto, en el asiento cuando ambas oímos el portazo de la puerta, yo recogí todos los papeles guardándolos de nuevo en la carpeta. — ¿Por qué? — le pregunté rechinando. — él iba a matarme, lo sé. ¿Por qué dejarme todo a mí?, esto.... esto es mucha plata.
Yo no podía creérmelo, no podía. ¿Qué diablos era esto?La puerta del despacho se abrió y Zahir entró distraído, hasta que alzó la cabeza y nos vio a ambas allí en su despacho. Frunció el ceño.
Ay madre mía, ¿Y ahora?
Lo miré, miré a Stefians y esta me miró. Nos sentíamos con las manos en la masa, aunque no habíamos hecho nada. Le di la carpeta a Stefians y vi la vista de Zahir sobre aquella carpeta y sentí sudar frío.
Stefians salió en seguida sin dudarlo. Ella entendió todo, cuando me levanté acomodé la silla y cuando iba a emprender la huida Zahir se me atravesó.
— ¿Qué es esa carpeta? — me preguntó y rodé los ojos.
— ¿Para eso si vas hablarme? — pregunté sin más y este frunció aún más el ceño.
— Acaban de decirme que vieron a tres hombres extraños salir de aquí. Me los topé en el camino. — Al oír aquello lo miré y sentí palidecer, y él lo notó. — ¡Eres patética mintiendo!
— ¡No fastidies! — me quejé haciéndole el gesto que el odiaba con la mano. Lo vi gruñir bajo.
— Venus...
— Te amo. — le dije en tono alto.
Zahir me miró, suavizando el rostro. Negó varias veces con la cabeza y supe que tenía una lucha interna. Lo agarré con los calzones abajo. Soltó un tremendo suspiro que hasta yo noté, pasó una mano por su frente.
— Venus....
— ¿Ya no me amas? —. Pregunté y di un paso ante él — Porque tú eres el hombre de mi vida, el padre de mi bebe. Zahir negó y tomó mi rostro con ambas manos.
— Tú eres el amor de mi vida. Eres la mujer de mi vida Venus. Eres la madre de mis hijos, sin ti... nada. — Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, perceptible, sensible y embarazada. Oh si... Zahir sonrió.
— Que cuchi eso. — susurré y Zahir estalló en risas y me abrazó, sorprendiéndome.
— Creo que debemos sentarnos hablar como debe ser. ¿No crees?, por ti, por mí y por nuestro bebe. — asentí varias veces y alcé el rostro, acercando mi boca a la suya besando sus labios, tomándolo descuidado, impregnándome el olfato de su magistral olor y de su delicioso sabor.
— Tienes toda la razón. — Musité bajo.
— ¿Quieres salir primero? —. Me preguntó y yo asentí varias veces, se alejó de mí, observándome de arriba abajo. — ¿Crees que puedas cubrirte más? —. Me preguntó y sé que miraba algunas marcas que me había dejado Virgil. Me removí inquieta y lo notó.
— Mejor no salimos. — Le murmuré incomoda. — Podemos comer algo aquí y...
— hey... — me interrumpió y lo vi hacer una mueca. — No quería que te sintieras mal. Eres hermosa...
— Las marcas me van a quedar para toda la vida Zahir. — dije cortándolo de raíz y me miró con rostro serio. Bajé el rostro y cerré los ojos pasándome una mano por el brazo, el recuerdo de Virgil apareció en mi mente.
— Quiero que no olvides algo.
— ¿Qué?
— Sigues siendo la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Eres la mujer más hermosa que algún hombre pueda ver. Y esas marcas son imperceptible ante la belleza que tienes.
— qué raro que no me lo has preguntado.
— ¿Qué?
— ¡¿Sabes lo que causas en la gente?! — intenté imitarlo y él sonrió.
— No necesito ya preguntarlo, sé que hoy en dia si lo sabes, ya lo has aprendido.
— De la peor manera. — Admití. Y este hizo una mueca.
— Más adelante te enseñaré como usarlo a tu favor. — lo miré con sorpresa. — Eso sí, mírame.... promete que jamás lo usaras en contra de mí. — Ante aquello estallé en risas. Y él sonrió.
— Quizás me ayudes a aclarar unas dudas que me carcomen. Referente a Michael, aquellos empresarios a los que me vendió, a mí y a la razón de que dicen que me desposaste para ganarles a ellos.
— Así que Virgil te contó.
— Más de lo que hubiera querido saber. — Suspiré suave, pasé una mano por mi cuello. — entonces...
— Entonces. — Sonrió Zahir y me miró fijamente con aquellos enigmáticos ojazos grises, que me mataban, que me hacían vibrar y siempre me tenían a su merced. — Vas a ser nuevamente mía. — Abrí la boca ante aquello y él nuevamente sonrió. Se acercó y me dejó un sonoro beso en la frente. Este me tomó de la mano y me llevó.
Él quería que fuera suya.
No sé a qué se refería, si yo siempre he sido de él.
Mi alma, mi cuerpo, mi mente, mi corazón siempre fue de él.
Mi Corazón que se quedó pasmado en medio de casi un ataque, media hora después cuando Zahir me llevó hasta la playa, una playa desolada, apenas abrió la puerta del auto para mí, había una larga alfombra que guiaba hasta un toldo blanco que tenía una mesa y dos sillas.
¡Cena romántica!
¡Para mí!
¡De parte de Zahir!
Apenas puse un pie en el suelo y alcé la vista me quedé en shock y sé que Zahir lo percibió. Voltee a verlo y él me deslumbro con una sonrisa
¡Ya lo tenía planeado!
Me derrito,
Este cojonero.
— ¿Una cena para mí? —. Pregunté boca abierta. — ¿Para mí? — miren demasiado sorprendida a Zahir y él no entendía. El me tomó de la mano y caminamos por toda esa alfombra hasta aquella cena.
Una vez que nos sentamos este sacó un ramo de rosas de un lado de su asiento entregándomelas. Lo tomé y quizás mi cara era un poema porque él no paraba de verme. Y yo no podía articular ni una palabra.
¿Quién era este hombre y donde estaba mi esposo?
— Buenas noches. — Llamó mi atención una mesonera vestida de smoking y traía un par de bebidas amarillas en unas copas de vidrio muy hermosas. Ella destapó los platos delante de nosotros y había más de seis platos, al que le monté el ojo fue al de camarones rebosados con una extraña salsa blanca por encima. En seguida que aspiré sentí un movimiento brusco en el estómago. — tengan buen provecho. — Ella dejó sobre la mesa una hielera que tenía champán y jamás me sentí tan niña rica en mi vida.
— Buen provecho venus. — Me musitó Zahir y yo levanté la vista hacia él, quien me sonreía y tenía el rostro completamente relajado. Dios mío, me lo voy a coger de todas las maneras habidas y por haber. Esta vez se lo ganó.
Esperen... ¿Por qué estoy pensando en sexo?
Hormonas a mí.
— Buen provecho Zahir. — musité sonriendo. Me coloqué las rosas en las piernas y procedí a comer. Durante gran parte de la comida, ambos no hablamos pero Zahir me violaba con la mirada.
— ¿Que tanto me ves? — Pregunté masticando con cuidado.
— ¿Alguna vez te dije que me pareces la mujer más hermosa desde la primera vez que te vi? — Me preguntó y sonreí negando.
— ¿Quién eres tú y dónde está mi esposo el cavernícola?
— Evolucionó. La historia y sus cambios. — Sonreí ante aquello. — ¿Tan mal esposo he sido?
— no es eso. Esto... — miré a los lados. — No es mucho tu estilo o bueno, no conmigo. Yo siempre he sido la esposa que no merecía ni un detalle de tu parte. Siempre te vi sonreírle a otras, cenar y darle regalos a otras, pero jamás a mí. — lo vi bajar la mirada. — Esto es hermoso. — Admití sonriéndole y el alzó la vista hacia mí. — Siempre creí que yo no era suficiente, que intentabas quererme o aprender.
— Si supieras tantas cosas...
— Dímelas.
— Yo soy toxico para ti, siempre tuve miedo.
Pfff, ¿Miedo? Tú no sabes lo que es eso Zahir.
— ¿Miedo?, ¿De qué?
— De las cosas que puedes causar en mí, como puedes hacerme enfurecer en segundos y preocuparme a muerte, de lo importante e indispensable que te has vuelto en mi vida y yo quien siempre he tenido el control de todo. No tener control de las cosas que me provocas. — confesó dejando de comer y enseriándose. Lo cual era más típico de él.
— ¿Por esa razón siempre fuiste tan cruel conmigo?
— No. Era porque soy un imbécil y jamás había estado enamorado de una mujer, que no hiciera lo que yo quisiera. Tú eres una terca.
— amas que sea un terca. — le refute tomando un sorbo de mi jugo.
— provoca ahorcarte. — dijo sonriéndome y estallé en risas, coloqué aun lado el vaso de jugo, y dejé de comer.
—La verdad... siempre me hiciste sentir muy mal. Eras muy injusto y en la temporada que estuvieron las jinetes. La envidia, el odio, la rabia, eran enormes, a veces creo que lo disfrutabas. — cerré los ojos. — eres un hombre muy confuso y difícil de conocer. Me cuesta seguirte el trote. — al abrir los ojos, aquellos ojazos grises me asechaban como siempre. — Este matrimonio es un desastre. Pero jamás me sentí más en casa que a tu lado. Porque la mansión no se volvió mi hogar, fuiste tú.
ESTÁS LEYENDO
Venus (COMPLETA)
RomanceSinopsis Un matrimonio negociado... Un hombre millonario, poderoso y peligroso... Un contrato de por vida... Una mujer de armas tomar... Con lo que Zahir Corvis, no contaba, era que su esposa Venus aparte de darle dolores de cabeza por sus actitudes...