Pero ¿quién sabe cuánto tiempo puede durar el luto? Es posible que treinta o cuarenta años tras la muerte de un hijo, un hermano, uno despierte a medias, pensando en esa persona con la misma sensación de vacío, de sitios que tal vez no se llenen nunca... quizá ni siquiera en la muerte.
- Mike Hanlon, ESO.
El viento golpeaba contra las ventanas del auto, algunas hojas secas caían sobre el parabrisas repiqueteando con chasquidos ligeros, como si fueran su último alarido antes de reducirse a pequeñas piezas de lo que una vez fueron. Sin embargo el auto no paro su andar. Ivlis quién se encontraba en su interior, con ropa casual, miraba a través de la ventana el panorama monótono de casas apiñonadas, conocía sólo un poco el camino, aún faltaba algún tiempo para que pudieran llegar al destino, bostezo algo cansado mientras comenzaba a cabecear. Aquella mañana había despertado inusualmente temprano, pues está vez por alguna extraña razón quería ser más cuidadoso con su ropa, por ello había tardado más de dos horas eligiendo que ponerse, dejando su cuarto sumergido entre pantalones, playeras y algunos accesorios, solo para que al final terminara eligiendo algo sin mucha sustancia (aquello de la moda, se le daba fatal).
Un chico de elegante vestimenta, cabello oscuro y rasgos agraciados, palmeo su hombro ―. Hey, si quieres puedes ocupar esto como almohada― dijo acompañado de una sonrisita ladina. Ivlis respondió meneando la cabeza de un lado a otro.
―No..., gracias― bisbiseo algo apenado.
―Oh, puedes acostarte aquí― está vez, el joven de cabello oscuro palmeo su muslo, en una invitación que no sería la gran cosa... si tan solo no lo estuviera mirando con aquel aire lascivo.
―Padre. Repíteme otra vez, porque él está aquí con nosotros― exclamó Ivlis mientras señalaba con él dedo índice a Satanick.
―Ivlis ya te he dicho que no me distraigas mientras manejó. Y no seas tan grosero con nuestro invitado― respondió el padre del omega, sin apartar los ojos del frente.
―Si Ivlis, ¿Porque eres tan grosero?― secundó Satanick con un claro toque de burla en la voz.
―Como sea― bramo furioso el omega mientras se cruzaba de brazos y volvía a dirigir su mirada fuera del auto.
¿Cómo había llegado a esa situación tan incómoda? Pues bien, todo se remontaba a la noche del día anterior, cuando él y Satanick regresaron de su pequeña caminata. Ivlis aún tenía las mejillas sonrojadas y en la punta de su nariz, continuaba la sensación del fugaz beso esquimal.
>> ―Bien cucaracha, te dejaré en la puerta de tu casa. Nos veremos mañana― dijo Satanick mientras cruzaba la rejita blanca que separaba a la calle del patio delantero de la casa del omega.
―Tal vez no vaya a la escuela mañana. Tengo algo importante que hacer― le respondió Ivlis, aún sin levantar la mirada para ver a Satanick a la cara. Todavía seguía muy apenado por la cercanía del más alto.
― ¿Qué harás?―preguntó con cierta curiosidad.
―Es...― Ivlis se tomó su tiempo para responder, parecía estar rebuscando palabras ―. Algo personal― finalmente decidió no confesar su compromiso.
― ¿Entonces no me lo dirás?
―Pues...
―Ivlis, que bueno que llegas. Llegaste justo a tiempo para ayudarme con los platos sucios― interrumpió Siralos a su hijo, antes de que este pudiera decirle algo a su alfa ―. ¿Seguro que no quieres pasar?― preguntó nuevamente el padre del chico de los ojos ámbar, a su gallardo amigo.
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Completamente Mío [OMEGAVERSE] [SATANIVLIS]
FanfictionEl hilo rojo del destinó, puede estirarse, enredarse pero nunca romperse... ¿De verdad no puede romperse? ¿Qué pasaría si alguien que no es el destinado de un Omega, lo marcara como suyo? ¿Sera que existe algo más fuerte que el destinó?