Pequeña brisa otoñal

398 29 20
                                    


Lo imprescindible del destino, es que este continúa avanzando sin importar razones, arrastrándote contra voluntad como si estuvieras dentro de un barco en medio de una tormenta. Puedes luchar sí, pero ganar, ganar es otro asunto. Justo ahora Ivlis se sentía dentro de aquel barco, navegando por aguas impredecibles, tormentosas y de alguna forma cálidas. ¿Cómo podían ser tan cálidas aquellas monstruosas aguas? La amabilidad de Justim, su gallardía y aquellos dulces ojos que parecían curar cualquier mal eran los culpables de todo. Ivlis sólo era un barco con la rueda del timón rota y Justim la tormenta que azotaba continuamente sobre él.

El omega había aceptado ser; si bien, no un amigo del apuesto profesor, al menos pacto intentar llevar una comunicación favorable. Eso le bastaba a Justim, su jugada consistía en ir enredando al omega poco a poco hasta lograr que este no tuviera cabeza para pensar en nadie más que no fuera él hermoso alfa rubio. Y de forma espantosa, Justim lo estaba logrando. A diferencia de Satanick, él no tenía que ponerle tanto empeño pues todas las cartas parecían jugar a su favor. Bastaba con hacer pequeñas jugadas, algunas miradas y desprender ligeramente su aroma cada vez que se acercará al omega para que el adolescente perdiera el control de las palpitaciones de su propio corazón.

Justim se inclinó hasta que su cara quedó a la altura del rostro de Ivlis. Se había parado atrás de él para observar el cuadro que estaba pintando.

—Es un bonito paisaje— la voz del alfa sonó aterciopelada y profunda, una profundidad que hacía caer a cualquiera.

El omega se estremeció ligeramente mientras intentaba inútilmente ocultar el rubor que asomaba sobre sus pálidas mejillas.

—Sé que no soy bueno, cosas como estas no se me dan. No debería hacer cumplidos sin bases— respondió, a lo que Justim soltó algunas risitas... ¡Demonios! Incluso su risa era linda, le recordaba tanto al tintineo de los cascabeles.

Ivlis hizo un mohín y desvío la mirada, algo ofuscado.

—Puedo asegurarte que no miento— comentó Justim. Ivlis miro en su dirección con la firme convicción de hacer algún comentario mordaz, sin embargo, de nuevo esos malditos y cálidos ojos lo atraparon. Trago saliva conflictuado consigo mismo. Como si no fuera poco aunque quisiera, por algún motivo había quedado prendido del apuesto profesor.

Justim sintió un impulso por acariciar las mejillas arreboladas del omega, y un impulso todavía más fuerte por estrecharlo entre sus brazos, fundir sus labios a los del adolescente y perderse entre el aroma a durazno. Sin embargo, se abstuvo de cualquier impulso. No debía olvidar que estaba en la escuela, y que si actuaba de forma imprudente los pasos que había logrado avanzar hacía Ivlis podrían retroceder. Mordiendo su labio inferior, el apuesto alfa rubio enterró sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Fingió una sonrisa y enseguida fue a observar el cuadro que otro estudiante estaba pintando.

Por fin el aire regreso a los pulmones de Ivlis. Con un largo suspiró trato de espabilar la dulce sonrisa de Justim... No podía. Los últimos días habían sido así, con Ivlis y Justim jugando al gato y al ratón, una lástima que el omega se encontrará con tantas desventajas. Siempre que Justim se alejaba quedaba suspendido en el aire su agradable aroma a nuez, y cada vez que se acercaba trataba de incrustar su sonrisa dentro del corazón de Ivlis.

¿Hasta qué punto el omega seguiría luchando contra lo inevitable?

|2

La pantalla del televisor se puso negra, en medio dos palabras se agitaban con ferocidad mientras parpadeaban y una risita podía escucharse de fondo.

"YOU DIED"

—Realmente eres pésimo en esto— se burló Satanick entre risitas. Ivlis apretó los dientes molestó con el juego. Estaba seguro que Satanick era tan bueno porque posiblemente pasará todos sus tiempos libres jugando contra esos estúpidos zombis come cerebros.

Completamente Mío [OMEGAVERSE] [SATANIVLIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora