El hilo rojo del destino

423 26 40
                                    

¿Cómo podría describir aquel momento sin caer en lo absurdo?

No importa que hiciera, no importa a donde mirara, todo era una nebulosa distorsionada, un torrente de sentimientos vertiginosos, punzantes en algunas ocasiones. Curiosamente Ivlis sabía que no era el único en entrar a aquella extraña dimensión, se dio cuenta de ello al notar el semblante del apuesto chico rubio algo contrariado. Sus hermosos ojos color miel divagaban dentro de alguna laguna mental.

Un click; si, tal vez podría describir así el momento, un botón accionándose repentinamente dentro suyo, presionando algo que cundía en su pecho y en cualquier momento explotaría, dejando al descubierto sentimientos que prefería mantener resguardados.

Finalmente fue Justim quien rompió con el momento surreal. Haciendo galardonado de una inigualable serenidad en medio del caos, habló sin ningún titubeo, casi tan frío como el invierno mismo.

— ¿Tú eres el alumno Ivlis? — preguntó Justim dirigiéndose a Ivlis, ahora con una mirada menos meditabunda, casi automática.

El omega no quiso quedarse atrás. Con toda su fuerza de voluntad intentó salir del torrente —no importaba si tenía que arrastrarse por encima de sus propios sentimientos—, suspiró antes de contestar, deshaciéndose así de la maraña bochornosa que arremolinaban en su pecho.

—Sí— respondió conciso.

—Soy el profesor de Artes Plásticas, Justim— se presentó hablando parsimoniosamente y a Ivlis le pareció que su voz era en extremo melodiosa, parecía que le estuviera inyectando algún tipo de endorfina, adormeciendo sus sentidos, diluyendo su mente hasta convertirla en nada. Nunca había probado drogas, pero bien podría afirmar que la sensación era casi la misma.

El joven omega salió del letargo cuando escucho los zapatos bien ilustrados del profesor acercándose a donde estaba sentado, inmediatamente Ivlis se levantó de un brinco, dando tres pasos atrás finalmente se atrevió a preguntar qué era lo que quería aquel apuesto profesor, a lo que Justim respondió tranquilamente que necesitaba de su presencia para solucionar algunos problemas. Por supuesto que aquello desconcertó en mayor medida al hermoso chico de ojos ámbar.

<<Solucionar problemas... ¿Y qué clase de problemas voy a tener con él?>> pensó Ivlis quien aún se negaba a dar un paso hacia adelante. Peligroso, era peligroso acercarse demasiado a ese alfa, su aroma, su mirada, la sonrisa aniñada que ahora adornaba los delgados labios, todo en él era un foco rojo, peligroso y tentador en igual medida.

Quizá Ivlis continuaría debatiéndose internamente si no hubiera recordado a Satanick, pensar en su alfa le dio el suficiente coraje para enfrentar lo que fuera que le estaba pasando. Ahora más seguro de sí mismo decidió acompañar al apuesto hombre, entre más rápido solucionará el "problema" más rápido podría olvidarse de él.

Durante todo el camino Ivlis y Justim mantuvieron un silencio sepulcral. Quizá llegarán a cruzar dos o tres palabras, pero al final estas quedaban suspendidas en el aire, fusionándose con la densa nata que habían creado alrededor de ambos. Cuando finalmente Justim llego con Ivlis al patio trasero del edificio principal, este pudo divisar a su mejor amigo sentado en una de las pocas bancas.

—Rieto— pronunció en voz baja el omega.

—Lamentó entrometerme en asuntos que no son míos, pero por tu expresión creó que tome la mejor decisión— comentó Justim acompañado de una radiante sonrisa, de nuevo Ivlis se descompuso.

—Gracias, realmente quería charlar con Rieto— habló con un tono de voz errabundo, aunque quiso ocultarlo detrás del intentó de una sonrisa —. Iré a hablar con él.

Completamente Mío [OMEGAVERSE] [SATANIVLIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora