La madre del Otoño

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Despertó con los primeros rayos de luz matinal colándose entre las cortinas púrpura que cubrían las ventanas de aquel amplio cuarto, en una estela tenue color amarillo. Bostezo cansado, aún medio adormilado. Las mañanas otoñales solían ser muy frías hasta donde él recordaba, pero ¿por qué esa mañana era extrañamente cálida? Inconscientemente se acercó más a la fuente de calor, restregando su cara un poco contra el pecho de la persona recostado a lado de él, fue entonces cuando sintió unos dedos largos y delgados pasar ligeramente por las hebras de su cabello suelto, apartándolas de su rostro mientras las peinaba. No pudo evitar que un gruñido de molestia escapara por su garganta, a la par que apartaba la mano ajena y subía las cobijas hasta la coronilla de su cabeza.

― ¿Tan de mal humor despiertas todas las mañanas?―preguntó una vos llena de socarronería. De inmediato Ivlis abrió los ojos, tanto que sus parpados casi desaparecen. Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a caer como ráfagas dentro de su cabeza, recreando las imágenes de todas las veces que Satanick lo había tomado, porque no fue solo una, no señor, ese alfa era poseedor de una resistencia inigualable. Ivlis se ruborizo al recordar que el mismo había iniciado una de las tantas rondas, ¿desde cuándo comenzó a ser así de desinhibido? Apretó las cobijas aferrándolas un poco más por sobre su cabeza.

― ¿Qué hora es?― preguntó desde su pequeña muralla.

―Las siete de la mañana― le respondió el alfa mientras intentaba abrazarlo por debajo de las cobijas.

El corazón de Ivlis dio un vuelco. Joder, lo que faltaba, seguro su padre lo mataría, lo freiría y después se lo comería en una ensalada. Debía llegar rápido a su casa, sin perder más tiempo se deslizó por debajo de las cobijas, tomó su bóxer y su pantalón negro, se dispuso a vestirse lo más rápido posible, sin embargo los ojos de Satanick mirándolo con suma atención, impedía al omega continuar con la tarea, de nuevo tomó las cobijas y las jalo para taparse gran parte del cuerpo.

―Satanick voltéate, me quiero vestir.

El alfa dio un resoplido por la nariz antes de soltar unas cuantas carcajadas ―. ¿Y de donde salió ese pudor?― pregunto con burla ―. Ayer, poco o nada te importo que te viera desnudo.

Las mejillas del omega elevaron su natural tono pálido, luciendo ahora dos círculos rojizos en los pómulos, aquel rubor se extendió un poco por la nariz, sus ojos cristalizados en vergüenza, le dieron al omega un aura de ternura que terminó estrujando al corazón del alfa.

―Eres insufrible― se quejó Ivlis.

―Pero aun así te gusto― contra atacó Satanick, con una sonrisita ladina asomándose entre sus perfectos y carnosos labios. Ivlis desvío la mirada, no podía defenderse ante aquella afirmación. El alfa no pudo resistir más, tomó a Ivlis de la muñeca y tiro de él hasta hacerlo llegar a sus brazos, en donde lo apreso con posesividad. De inmediato unió sus labios a los de Ivlis. El omega respondió quejándose un poco, sin embargo no hizo el más mínimo intentó por escapar, permitió que sus labios se deleitaran con la dulzura del alfa. Al terminar el fugaz beso, Satanick le miro a los ojos.

― ¿Te llevo a tu casa?― preguntó con galantería el chico de cabello azabache.

Los pies de Ivlis regresaron a la tierra.

―No― respondió tajante ―. Mi padre me matara si me ve llegando a casa con alguien, después de no haber llegado en toda la noche... estoy en problemas― dijo entre gajos de desdicha, no es que le tuviera miedo a su padre. Pero eso no quitaba el hecho de lo estricto que a veces solía ser con algunas cosas. Ya podía imaginar el castigo que le impondría por no haber llegado a la hora preestablecida.

―Pero, quién te va a acompañar soy yo. Tu novio, ¿Recuerdas? Y, futuro esposo― comentó sonriendo tan juguetón como un niño.

―P-Pero que tonterías hablas― respondió el omega, ahora más avergonzado, incluso había olvidado que no quería que Satanick lo viera desnudo, salió de las cobijas, y se vistió a toda prisa para salir cuanto antes de la habitación.

Completamente Mío [OMEGAVERSE] [SATANIVLIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora