Pequeño milagro otoñal

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»Era un espléndido día primaveral, la luz atravesaba los ventanales de la enorme mansión y caía reposando sobre las figuras de antiquísima elegancia que discurrían a lo largo del pasillo.

Satanick había tomado la pequeña mano de Ivlis para guiarlo hacía el cuarto que quería mostrarle, juntos atravesaron aquel camino iluminado por el sol. En el rostro infantil del niño de cabello oscuro, una sonrisita juguetona asomaba mostrando toda su fila de dientes. Por otra parte, Ivlis había permanecido expectante mirando el pasillo, anonadado. En realidad, la casa de Satanick era enorme, cuando Ivlis creía conocer todo el lugar, una nueva parte aparecía de la nada, y eso sin duda le mantenía intrigado.

—Es aquí. —indicó Satanick señalando con el dedo índice una de las puertas de madera pegada a la pared.

Ivlis la miro mientras ladeaba la cabeza, tirando todo su cabello gris sobre su hombro izquierdo.

—Es una puerta muy grande —concluyó el niño de ojos ámbar.

—Es porque la habitación es enorme —respondió Satanick al tiempo de soltar la mano de Ivlis para poder extender ambos brazos como si intentase explicar la magnitud de sus palabras con acciones—. Mira. —De nuevo volvió a tomar la mano del niño de ojos ámbar y enseguida de eso abrió la puerta.

Como bien predijo Satanick. La habitación era enorme, con cortinas purpura que iban desde el techo y caían en pliegues hacía el suelo, detrás de las cortinas gruesas unas color lila lo suficientemente delgadas para mirar a través de ellas habían sido colocadas, justo delante de cuatro inmensas ventanas. La cama era igual de ostentosa con sus intrincados adornos en relieve. También había una televisión, un escritorio adaptado al pequeño tamaño de Satanick y dos grandes estantes empotrados en la pared, lugar en donde el niño de cabello oscuro decidió acomodar todos sus juguetes.

—Es genial —expresó Ivlis mientras se soltaba de la mano de su amigo para poder caminar libremente por toda la habitación—. Es un cuarto bonito —alago a la par de tomar una esfera color naranja que estaba dentro de uno de los estantes.

El niño de ojos ámbar colocó la esfera pocos centímetros lejos de su oreja y luego la agitó con cierta efusividad intentando escuchar algún sonido. Sin embargo, el único sonido que produjo fue el de agua agitándose, estrellando contra la pared interna de la esfera. Ivlis alzó las cejas y después de ello inspeccionó el extraño juguete hasta encontrar un único ojo negro y vidrioso, dentro de este había un cubo con algo escrito, lo único que Ivlis entendió fue que tenía una al principio y la palabra vez al final. De nuevo gesticulo su rostro sin entender que estaba pasando mientras se volteaba para poder ver al dueño del juguete y preguntar:

— ¿Qué es?

—Es una esfera de la fortuna. Preguntas algo y la esfera te responde: Jamás; tal vez, claro que sí, no y si —contesto Satanick. Después de ello tomó la esfera para poder dar una demostración a Ivlis—. Esfera de la fortuna, ¿Verdad que Ivlis y yo nos vamos a casar? —preguntó, luego de eso agitó la esfera naranja, cuando creyó era suficiente miro el ojo negro.

El dado continuó girando por pocos instantes hasta que se detuvo y floto, en medio una palabra se mecía bastante agitada:

Jamas

A Satanick se le fue la quijada casi al suelo, sus cejas se volvieron una y sus labios se fruncieron.

— ¡Estúpido juguete mentiroso! —se quejó Satanick, sus manos se levantaron sobre su cabeza y posteriormente arrojó el juguete para que se estrellara contra el piso.

Completamente Mío [OMEGAVERSE] [SATANIVLIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora