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Justin.

-Doctor Bieber, traigo una paciente con síntomas de fiebre y nauseas-Elena, una de las tantas paramédicos que trabaja conmigo, habla entrando a la oficina que utilizo. Hay una pequeña a su lado que no demuestra más de diez años de edad, que me mira con sus ojos cansados. Se nota mucho en su rostro lo decaída que esta.

-Está bien, Elena-le dije sin quitarle la mirada a la pequeña-puedes dejarla conmigo, ¿hay alguien que la acompaña?

-Su madre, doctor.

-Hazla pasar por favor-le pedí.

Elena me asintió dejando a la pequeña en mi oficina y retirándose, a los pocos segundos entro una mujer rodeando los treinta y cinco años con mirada de preocupación por su pequeña hija.

-Buenas tardes, doctor-me saludo estrechando su mano con la mía.

-Hola-la salude observándola con una sonrisa-soy el doctor Bieber, ¿cuál es el nombre de la pequeña?

-Lindsay-contesto su madre colocándose a un lado de su hija.

-Bien-dije anotando el nombre de la pequeña en una hoja-¿cuáles son los síntomas que presenta?

-Dolores de cabeza, fiebre y bastantes nauseas-volvió a contestarme su madre.

-¿Lleva muchos días con esos síntomas?

-Desde ayer por la tarde.

-Bien, Lindsay necesito que te sientes en la camilla para revisarte-le dije a la pequeña con una sonrisa, ella me asintió al instante.

Deje los papeles sobre el escritorio de mi oficina y voltee hacia Lindsay con mi estetoscopio colgando de mi cuello. Por unos segundos me dedique a oír los latidos de su corazón, dándome cuenta de que todo estaba normal, y eso es muy bueno.

Luego, revise sus ojos con una pequeña linterna de mi bolsillo, y todo también marcha bien. Con un termómetro tome su temperatura, este marco treinta y nueve grados, más de lo normal.

-Posee fiebre-le dije a su madre, me asintió comprensiva-su corazón late normal y sus ojos están en perfectas condiciones. Ya que también tiene náuseas y cefalea, recomendare unos medicamentos por un par de días que la ayudaran a sentirse mejor. El diagnóstico es gastroenteritis aguda.

Me senté en mi escritorio y comencé a escribir en mi computador, la madre de Lindsay y ella se sentaron frente a mi viendo cada acción que ejercí.

-Le recomendare reposo por tres días y medicamentos que encuentra en cualquier farmacia. Que beba mucho líquido y que coma cosas ligeras, ¿alguna otra duda?

-No doctor-contesto recibiendo el papel con las indicaciones que imprimí sobre mi escritorio-muchas gracias.

-No hay de que, cualquier emergencia que surja otra vez no duden en venir porque atenderé a Lindsay con gusto. Espero que mejores muy pronto-me dirigí a aquella niña que me observa en completo silencio sentada sobre la camilla.

La pequeña me sonrió levemente al lado de su madre, al instante le devolví el gesto. Y fue en tan solo unos minutos que despedí a Lindsay y su madre en la puerta para irse y prepararme para el próximo paciente que llegue.

Mi nombre es Justin Bieber, tengo veintiséis años y soy pediatra, graduado hace un año de la universidad estatal de Atlanta. Y trabajo como tal en un hospital, más especificado, en el área de urgencias del hospital. Agitado, pero área que me gusta mucho.

Pertenezco a la nacionalidad canadiense, pero al cumplir cinco años de edad, nos mudamos a los Estados Unidos por el trabajo de mi padre. Mi familia consta de mis padres, Patricia y Jeremy, mi hermana de veintitrés años llamada Jazmyn, mi hermano Jaxon de diecinueve años y yo, que soy el hermano mayor.

Como deben imaginar, vivo solo en un departamento que compre unos meses luego de comenzar a trabajar en el hospital. No mentiré, provengo de una familia con mucho dinero de por medio, pero la verdad es que yo siento que no pertenezco a ese mundo.

Mi bisabuelo creo una empresa que se dedica a la venta de casas, mejor dicho, una corredora de propiedades. Y con el paso del tiempo, la empresa llego a manos de mi padre, y así ha continuado desde hace varios años.

Mi hermana estudia obstetricia en la universidad y mi hermano he de terminar la preparatoria este año. Y mi madre no trabaja por su elección y porque con el dinero que gana papá en la empresa, basta y sobra para ellos.

Mi teléfono sonó en mi escritorio alejándome por completo de mis pensamientos, salí de mi trance al instante, y me acerqué para atender la llamada. De inmediato reconocí esa voz delicada por la línea.

-Hola mamá, ¿cómo estás?-pregunte.

-Muy bien hijo, ¿cómo estas tu? ¿cómo va el trabajo?

-Bien, con bastante trabajo en el hospital-suspire cerrando mis ojos por un momento, aunque no me observe.

-Ya me lo imagino-murmuro-pero no te desanimes que pronto llegara tu descanso.

-Lo sé, mamá-sonreí leve-¿qué tal esta papá y los chicos?

-Tu padre llego hace muy poco de la empresa, tu hermana ha salido con Ben al cine, y Jaxon en su habitación. ¿Cuándo vendrás a visitarnos?, aquí en casa te extrañamos mucho.

-Y yo también a ustedes, pero ya sabes cómo es mi trabajo. Es un milagro que tenga tiempo para contestar tu llamado-murmure.

-Si hijo, ya lo sé-dijo-¿porque no vienes mañana por la noche con Stella a cenar?, estaremos muy felices por verlos.

-Lo consultare con Stella. Yo tengo mi día libre pero no sé si ella ha planeado algo, te llamare apenas sepa algo, ¿de acuerdo?

-Está bien hijo, cuídate y recuerda que te amo mucho.

-Y yo a ti mamá, saludos a la familia.

Corte la llamada y deje el teléfono en su lugar.

¿Quién es Stella?, pues, es mi prometida desde solo un mes con exactitud, aunque llevábamos tres años de noviazgo antes de dar el paso más importante en una pareja. Tiene la misma edad que yo, es americana y también pertenece a una familia de buen estatus económico.

Su padre es dueño de una empresa de seguros y la ayudo a implementar una línea de tiendas de ropa para mujer en distintos lugares de la ciudad. Y bueno, es a eso a lo que se dedica porque no acabo administración de empresas en la universidad. Se dio cuenta que los estudios no eran para ella.

-Doctor, hay otra urgencia-dijo Elena al otro lado de la puerta de mi oficina.

Al instante me levanté de mi escritorio y corrí haber de que se trata, me encontré a Elena junto a un niño pequeño y sus padres. El niño que representa no más de cuatro años llora desconsolado.

-Por favor adelante-les dije a ambos padres-coloquen al pequeño en la camilla para revisarlo, ¿algún síntoma especifico?

-Dolores en el oído, doctor-me contesto Elena.

Asentí, ella no dudo en retirarse y dejarme a solas con mi nuevo paciente y sus padres.

Y así es como marcha día a día la vida de Justin Bieber.






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Holaaaa💫

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Las amo!!!

Amor Clandestino |j.b|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora