36.

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-Señorita, ¿se encuentra bien?-me pregunto uno de los hombres involucrados en la conversación que acabo de oír. Levantado de su silla y observándome con preocupación y confusión.

-Yo... yo... yo-comencé a balbucear sin poder dar una respuesta concreta.

-Tal vez podamos ayudarla a levantar eso, Rob-dijo el otro hombre, refiriéndose a los restos de la taza que yacen alrededor de mis zapatillas.

-No tiene porque preocuparse, señor-dijo Nathan, apareciendo a mi lado-ustedes siéntense y sigan disfrutando de la estadía aquí en la cafetería. Yo me hare cargo de ella.

-Esta bien, joven.

Nathan me tomo por la cintura y comenzó a caminar conmigo lejos de aquella mesa, en donde siento aun la mirada de aquellos hombres sobre nosotros.

-¡Abby!-la llamo mi morocho amigo, sin importar que los clientes nos observen atentos.

-¿Qué sucedió?-pregunto Abby acercándose a nosotros.

-No lo se, esta en un estado de shock-respondió Nathan-por favor llévala al baño para que se seque las lágrimas.

-¿Qué?-murmure, pero ellos no me oyeron. Rápidamente dirigí la yema de mis dedos hacia mis mejillas, y efectivamente, mis mejillas están mojadas. No recuerdo el momento en el que comenzaron a salir de mis ojos.

-Claro que si, yo me encargo de ella. Por favor haz que Olive se haga cargo de las mesas de ella hasta que se sienta mejor.

-Si, claro. Limpiare los vidrios en el suelo por si me necesitan.

Abby le asintió a Nathan antes de que el se marchara.

-Bien, acompáñame-susurro tomándome de mi brazo y caminando conmigo a paso lento hacia el baño de chicas.

Dentro del baño cerró la puerta y encendió la luz, repitiendo las mismas acciones que yo hice con ella hace un momento cuando me confesaba lo mucho que le gusta Nathan.

Bajo la taza del retrete y me ayudo a sentarme en el, mientras me observa con detenimiento y me pide con su mirada a que le explique que me sucedió.

-Abby... el se va-hable con mi voz quebrada.

-¿Qué? ¿quién se va? ¿de que hablas, amiga?-pregunto colocándose de cuclillas frente a mi y secando mis lagrimas con sus dedos.

-Justin... Justin se va-solloce.

-Pero, ¿cómo sabes eso? ¿dónde lo oíste?-frunció su ceño.

-De los hombres que estaban en la mesa de al lado, al parecer trabajan en el hospital de Atlanta. Y nombraron que el se iría de aquí en menos de una semana, y al parecer es para siempre.

-¿Qué?-repitió su pregunta-¿estas completamente segura de lo que oíste?

-Por supuesto que si. Hablaban de Justin... de mi Justin.

-¿Y que piensas hacer?, no me digas que planeas ir a buscarlo y pedirle que se quede-se levantó de su posición sin dejar de observarme.

-Eso es justamente lo que planeo hacer.

-¿Estas loca?-inquirió-¿cómo que iras a buscarlo?

-¿Por qué me dices eso? ¿no crees que sea capaz de hacer algo así?

-¡Por supuesto que no pienso eso!

-¿Entonces?-le alce una ceja.

-Solo creo que no es correcto que vayas a verlo en este estado-la mire confundida-mira... estas con tus ojos muy rojos por las lágrimas y quizás cuando lo veas, no sabrás que decir sin querer balbucear. Estos años de amistad no han sido en vano para conocerte y saber que cuando lo vuelvas a ver después de varias semanas, vas a quedar paralizada.

Amor Clandestino |j.b|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora