CAPÍTULO 24
—Mamá, te he contado todas mis historias y conoces todos mis secretos. ¿No crees que es hora de contarme los tuyos?— preguntó Augusto.
—No me presiones, te dije que te lo diría todo cuando tu padre volviera.
—Que será, ¿cuándo?
—Gus...
—Quid pro quo, mamá.
—¿Quieres convencerme con tu escaso latín?
—Cuando venga papá, encontrarás otra excusa para no decírmelo.
—No es cierto.
—Entonces, ¿por qué no me lo dices ahora? ¿Qué diferencia hay?
Juliana suspiró y se sentó a la mesa con su hijo:
—De acuerdo— accedió al fin—. Hace uno diez años, unos meses después de que tú y yo volviéramos del Círculo, Marga tuvo una visión importante. Vio un símbolo tallado en un medallón circular con un borde de plata. Resultó ser que es el mismo símbolo que Lug tiene marcado en la espalda.
—¿Su marca de nacimiento?
—Sí, aunque Cormac opina que no es de nacimiento, sino que es una quemadura. Alguien lo marcó deliberadamente cuando era un bebé.
—Seguramente Bress, para poder reconocerlo— ofreció Augusto.
—Eso piensa Lug, pero resulta ser que el viejo Strabons reconoció el símbolo cuando lo conoció a Lug en el hospital, durante su segundo exilio.
—Lo que significa que ya lo había visto antes...
—Exacto. Y luego está el asunto del medallón...
—¿Qué hay con él?
—Marga dijo que el medallón no pertenecía al Círculo, sino que estaba en otro mundo. Lug y Cormac piensan que el medallón con el símbolo está aquí.
—Pero, ¿qué significa? ¿Y por qué piensan que es tan peligroso como para verse obligados a construir un refugio anti-bombas?
—Eso es lo que tu padre y yo hemos estado investigando por casi dos años.
—¿Dos años? Creí que dijiste que Marga había tenido la visión hacía ya diez años...
—Sí, pero Lug solo pudo viajar hasta acá para hablarnos del asunto cuando Humberto perfeccionó los viajes con la cúpula, lo cual fue hace dos años.
—¿Qué han podido averiguar hasta ahora?
—No mucho. Como te imaginarás, Lug pretende que investiguemos el símbolo sin mostrárselo a nadie, lo cual nos hace las cosas muy difíciles. Tu padre y yo comenzamos primero con la simbología celta, ya que la última vez las cosas se resolvieron por ese lado, pero no encontramos nada por ahí. Incluso volvimos a examinar el mapa de Alric, pensando que tal vez hallaríamos alguna pista allí, pero no descubrimos nada que nos sirva.
—¿Y el medallón? ¿Existe en algún museo o algo?
—No que sepamos. En este momento, estoy revisando catálogos de joyas chinas.
—¿Chinas?
—Marga dijo que el medallón estaba hecho con una gema verde, posiblemente jade. El jade aparece mucho en la cultura china.
—Entiendo. ¿Tan complejo es el símbolo que no pueden hallar ninguna relación con otros símbolos?
—Por el contrario, el símbolo tiene una estructura bastante simple, lo que lo hace muy parecido a muchos otros símbolos de su tipo, ese es un problema, pues existen innumerables interpretaciones y es difícil dilucidar cuál es la que corresponde al símbolo de Lug en concreto.
—¿Ninguna encaja con lo que Lug espera?
—Ninguna encaja y todas encajan la vez. Es como tener todas las respuestas pero no saber a qué pregunta pertenecen.
—En otras palabras, podría ser cualquier cosa.
—Sí. Las profecías de Marga, aunque inexorables, siempre han sido un tanto vagas e incompletas. En general, la única posibilidad de comprenderlas del todo es cuando ya se han cumplido. Así que Lug opina que hay que esperar a que haya algún movimiento que vislumbre su cumplimiento para poder ver con más claridad a qué se refiere en concreto.
—Y piensas que ese movimiento está ocurriendo y que por eso Lug ha ordenado la construcción del refugio— dedujo Augusto.
—Sí. ¿Te dio él algún mensaje para nosotros? ¿Te dijo algo?— inquirió Juliana.
—No, Lug no sabe que fui expulsado y enviado a casa.
—Ya veo.
—¿Quieres que los ayude con lo del símbolo? Tal vez...
—No, Gus, tú tienes demasiado en tu plato por ahora. Tu investigación sobre el balmoral y el bloqueo en nuestro mundo es muy importante. Hablaré con el doctor Polansky para que te ayude. Él tiene acceso libre a los laboratorios de la universidad y es un buen amigo.
—Grandioso— sonrió Augusto.
—Mientras tanto, sería bueno que practiques tu habilidad y la fortalezcas.
—Buena idea— concedió Augusto.
Su madre abrió la alacena y sacó un frasco de vidrio vacío que apoyó sobre la mesa, frente a su hijo:
—Puedes comenzar por limpiar la sangre de tu amigo de la alfombra y del colchón.
—¡Mamá!— protestó Augusto—. ¿Te parece que estoy desarrollando la telequinesis para tareas de limpieza?
—Gus, querido— sonrió su madre con condescendencia—, estoy segura de que la telequinesis tiene potenciales inimaginables e interesantes, pero justo ahora, me parece que lo más útil será usarla para limpiar tu cuarto.
Refunfuñando, Augusto tomó el frasco y subió las escaleras hacia su habitación. Al llegar, se sentó en la alfombra, frente a la mancha. La observó por un largo momento, tratando de decidir cómo iba a hacerlo. Apoyó el frasco en el borde de la mancha y comenzó a concentrarse. Sabía que lo primero que tenía que hacer era distinguir y separar en su mente la sangre de las fibras de la alfombra. Si no lo hacía, solo lograría crear un feo agujero. La tarea le fue más fácil de lo que había supuesto, pues la alfombra era sintética y su estructura esencial era totalmente diferente a la estructura orgánica de la sangre. Aunque no había practicado mucho moviendo elementos orgánicos antes, no tuvo problemas en desprender la sangre de la alfombra. Ayudándose con gestos de las manos para fortalecer su intención, vio cómo el interior del frasco comenzaba a teñirse de un rojo amarronado, al tiempo que la alfombra recuperaba su color azul original.
Después de unos minutos, cuando le pareció que la alfombra ya estaba completamente limpia, tomó el frasco y apoyó la palma de su mano derecha sobre su boca, sintiendo y tomando nota mental de la vibración que emitía la sangre de Liam. Acto seguido, pasó la mano por sobre el área donde había estado la mancha, escaneando la alfombra para ver si todavía habían quedado restos invisibles al ojo humano. Nada. Ni un experto en criminología con luminol podría encontrar vestigio alguno de sangre en aquel lugar. Augusto sonrió, satisfecho ante su logro.
Repitió la operación en su cama, escaneo incluido. Luego, cuando estaba por llevar el frasco al baño para lavarlo, se le ocurrió intentar otra cosa. Quería saber si podía mover la sangre aunque no la viera. Tomó su espada y la desenvainó con cuidado. Parecía limpia, pero Augusto sabía que la sangre es muy insidiosa y sus restos muy difíciles de eliminar por completo con simples toallas de papel. Pasó su mano derecha por encima de la espada y la vaina y detectó los restos. Inició nuevamente el proceso de limpieza, esta vez, con los ojos cerrados, usando solamente la sensación de sus manos. Cuando hubo terminado, escaneó la espada con su mano una vez más: inmaculada. Augusto volvió a sonreír. Pensó en lo complacido que estaría Govannon cuando le contara de sus progresos.
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EL SELLO DE PODER - Libro V de la SAGA DE LUG
FantasyLa razón de existir de la Hermandad del Sello es llegar a realizar el Ritual Maestro Final de Liberación. Para eso necesitan dos elementos fundamentales: el Sello y la presencia del Marcado. Después de mucho tiempo, las piezas han comenzado a acomod...