Holly Sink es buena huyendo.
Huyó hacia Fareven, lejos de todos sus sentimientos, lleva un violín atado a su cintura y una tupida falda de tull como escudo.
Su vida reciente como universitaria no parece tan mal hasta que conoce la debilidad de todas...
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Ingenua de mí que creía que las universidades eran mejor que las preparatorias debido a que, supuestamente, ningún profesor te presiona por estar en su clase, o te exige las típicas normas de venir correctamente presentable. Bueno, el profesor George tenía esa actitud así que, creo, estaba preparada, ya que en su clase lo primordial era prestar atención y dedicarse en completo a ella.
Solo que no tomé en cuenta la meiosis.
Mejor dicho, gracias al crossingover, podemos decir que somos la excepción de otros. Aunque eso se aplicaría genéticamente y no en los rasgos de conducta, y ya era muy tarde cuando me acordé de ello.
Mientras esperaba que el profesor terminase su clase, me encontraba afuera esperando a que acabe bebiendo un batido extraño de plátano, fresas y crema de leche que Marcell me invitó. Es delicioso pero por aquello me encontraba afuera y no adentro.
Todo porque en el salón no se ingresaba con alimentos. Y además tenía el cabello mojado que dejaba un rastro de gotas por donde pasaba.
Era una mala mañana, tanto que casi me atropella un carro en retroceso.
Lo único rescatable de ello es que salí ilesa aunque el conductor solo atinó a sacar su cabeza esperando una disculpa. Me disculpe sin tener la culpa pero no pude refutar nada ya que iba a llegar tarde.
Talvez si mi hermano me hubiera avisado la hora y no dejarme dormir más, aquel chico de cabello castaño no me hubiera visto con ojos acusatorios ni me recordaría a Fohr como una vez Blyne lo hizo.
No mente, no menciones a Blyne.
Eso había sido en la mañana y ahora ya las clases terminaron por lo que me dirijo a, pues, primero a mi cuarto en Anfang y luego al dormitorio de Marcell en busca de mi celular con la compañía de Eddana después de habernos topado en la estatua de John Maynard que decoraba la pileta donde repasaba mis apuntes.
Lastima que mi mente no se distrajo con aquello.
Decidí olvidar parte de lo que pasó anoche, sin éxito. Mejor dicho, trate de olvidar todo, ya que estuve dando vueltas a muchas probabilidades como a su vez lo hacía con las sábanas que apenas me cubrían. Todo por un simple abrazo.
Tampoco es que no me gustase los abrazos, solo que no lo ví venir y me quedé en shock cuando sucedió.
Tenía los brazos a los costados mientras sentía como la calidez y el olor a cebada fermentada me envolvían. No mentiría si digo que no sentí nada en ese entonces. No en el sentido amoroso porque para eso debo tener algún apego y lo único que conocía de él es que nadie a excepción de Liza y mi hermano le hablan. Los demás parecen temerle.
Parecen temerle porque no conocen su lado débil, solo su lado fuerte, el lado que estoy segura no lo muestra a menudo con excepción de ayer. Le temen a lo que verdaderamente no debe importar: lo superficial.