Holly Sink es buena huyendo.
Huyó hacia Fareven, lejos de todos sus sentimientos, lleva un violín atado a su cintura y una tupida falda de tull como escudo.
Su vida reciente como universitaria no parece tan mal hasta que conoce la debilidad de todas...
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Le sonrío al espejo del pasillo principal mientras acomodo mi flequillo, como los telones de un teatro, y camino los últimos pasos hacia la habitación de Fohr. Trisha acaba de despedirse de mí y la acompañé hasta la salida del hospital a pesar que me detuvo.
Cortesía y agradecimiento después de traerme anteayer y conducir media hora y quedarse a dormir, merece más de lo que hice. Faltan dos días para Navidad y por mi culpa no la pasará en casa. Le pedí que se quedará pero no quería incomodarnos.
«—Es un momento de Fohr y Holly —dijo—. De dos, no tres.»
Había hablado con el área de coordinación de visitas hace dos semanas y separado una habitación especial que se da a los familiares que quieran pasar las fiestas con los internos. La señora Clare vendrá en año nuevo y yo me quedaré hasta que comiencen las clases en la FCU.
Algo que el profesor Noor consiguió es mi número. Supongo que lo sacó de los registros documentales en el papeleo de ingreso. Lo que puede darme una idea de que su plan de devolverme la beca, con su ayuda, si iba en serio y no era una promesa deseada a cumplirse.
Hay personas buenas en este mundo, solo hace falta verlas y encontrarlas.
Él merece más que mi agradecimiento pero no sabría que darle. ¿Una corbata, un saco? Sea cual sea, es nada a lo que él está luchando por mí. Pero eso no era todo.
Ayer recibí la llamada de un periodista local que pregunto dónde me encontraba para poder hacerme preguntas sobre mi estadía en la universidad y los proyectos que tengo con mi violín. Mantuve bajo siete llaves o entre treinta y dos dientes, según la constitución dental de un adulto, que estoy en Margwill.
Prefiero mantener mi vida privada encerrada y proteger lo que un medio comunicativo puede hacer: tergiversar las cosas y la bibliografía.
—Aquí, aquí —alguien dice y volteo en dirección proveniente de la voz—. Perfecto, un poco más a la derecha...
La enfermera Missy carga con una caja y hay dos hombros más, acompañándola y ayudando con lo que sea que está trayendo. Me acerco.
—Uh, buenos días.
Ella sorprendida voltea pero se relaja y sonríe en mi dirección. Intenta tenderness la mano pero la caja de cartón se le impide así que hacemos una danza torpe para saludarnos. Al final terminamos soltando carcajadas y con mi mano agito en señal de contestación.
—¡Holly! —exclama—. Qué bueno es verte por aquí. ¿Vienes a tocar para el área de oncología o solo de visita?
Es verdad. Antes de dejar las visitas venía por Fohr y los niños que tenían cáncer. A veces se unía el grupo de pacientes de tercera edad y ellos eran los que más disfrutaban de la música y de vez en cuando sacaban a bailar a las enfermeras o doctores. Hay un área de baile en la zona de geriatría, con el fin de amenizar su lucha, que ocupabamos cada vez que podía.