Es increíble el tiempo y las cosas que han pasado para finalmente decir que es ella.
Maldición. Es ella...
No hay duda alguna para saber que, finalmente, es ella. Después de tanto. Mantiene los mismos ojos, la misma nariz delicada, los mismos mechones cobrizos más claros que otros que adornan su cabello. Esta vez lo lleva corto, no como cuando la conocí. Hubo un tiempo en que lo llevaba más largo que ahora y siempre bien peinado.
¿Le seguirá gustando las trenzas?
¿Le seguirá gustando las manzanas bañadas en dulce de leche?
Mi cerebro está conmocionado, paralizado. Ha pasado mucho tiempo antes de tenerla aquí, conmigo, cerca a mí. Dios, cuanto la he extrañado. En todos estos años.
Liza estuvo en lo cierto: era ella.
Era, jodidamente, ella.
Nada me hace reaccionar ante este momento. La tuve a un metro de mí y no le dije nada. Debí decirle algo. No sé qué fue lo que me pasó. He ensayado todo lo que planeaba decirle desde que no la ví. Rezaba por verla una vez más y cuando lo hice, no hice nada. Todo murió en mis labios en cuanto vi sus ojos, sus labios. Ni un hola pude decirle, ni siquiera pregunté cómo se encontraba.
Admito que no fue el momento indicado para abordarla. Estaba ansioso, tanto que no medí como reaccionaría cuando me viera. Escuché que el agua dejaba de caer y solo le di unos minutos para que se cambiase. Estuvo mal de mí parte. No pude contenerme.
Necesitaba verla cuanto antes.
Cuando escuché su voz supe que era ella. Dios, todo el tiempo que estuvo quejándose de lo que tenía que ponerse, supe que era ella. Liza nunca hablo tanto desde que Millie no está con nosotros. Fue impactante que lo hiciera, y más por mí. Nunca fui un buen mejor amigo para ella, ahora lo sé. Hoy a hecho un esfuerzo sobre humano para mantener una conversación con ella y poder escuchar su timbre de voz.
Le debo algo, pero sé que lo que quiere es imposible.
Al abrir la puerta no pensé verla en solo una bata. Se ve igual de hermosa. Sus ojos son inocentes todavía, aunque debo aceptar que hay algo más detrás de ellos. Mi impulso la sorprendió, por supuesto. Un hombre en el baño y tú envuelta en una bata de baño no es buen comienzo. Mis nervios pudieron conmigo.
Mi pulso se había acelerado apenas la escuché.
Parezco un crío.
Veo a Easy acercarse unos metros más. Aún no se fía de mí del todo y me preguntó que tan desconfiadas son las ardillas con los humanos. Solo de observar a Easy me recuerda a ella. Su cabello es del mismo color que el pelaje de Easy. O, solo, puede ser producto de mi imaginación que me hace ver cosas donde no hay.
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Donde está el arcoíris
Roman pour AdolescentsHolly Sink es buena huyendo. Huyó hacia Fareven, lejos de todos sus sentimientos, lleva un violín atado a su cintura y una tupida falda de tull como escudo. Su vida reciente como universitaria no parece tan mal hasta que conoce la debilidad de todas...