011 | Inflación

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No dudaba de las buenas intenciones que relucían sobre las malas

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No dudaba de las buenas intenciones que relucían sobre las malas.

¿Era posible pensar otra razón?

Hubo alguna vez en la que pensé que los humanos buscan, siempre, sus beneficios por sobre otros, llegando así a malversar lo que realmente son. Perdiéndose en las apariencias y banalidades, el alma parece ser sustraída. Es posible que sea así; que exista personas que no tengan empatía alguna en muchos problemas que alguien puede encerrar.

Hay demasiados corazones que desean hablar de lo que sienten, pocos saben escucharlo.

Necesitaba alguien que me escuche. Que desee sentarse conmigo y estar dispuesto o dispuesta a quedarse cerca a mí. Un conocido o un familiar. Quien sea, pero que simplemente cumpla con quedarse a mi lado hasta que las palabras se acabasen.

No obstante, la vida no es así.

No siempre se encuentra a personas capaces de persistir en tu vida.

Marcell podría desempeñar tal rol perfectamente, pero no quiero molestar a alguien que bien podría hacer lo posible para enmendar los daños si así lo decidía. Mi hermano, probablemente, después de escucharme correría hasta el génesis de mis emociones para buscar una posible solución. Trisha, igual.

Es una broma, repito mientras cierro la puerta y observo la esquina opuesta a donde se encuentra mi armario. El espacio hueco donde solo reposa un sillón crema del estilo de los muebles de Luis XVI tiene sobre él una lluvia de fotos.

Lluvia de fotos que deben encontrarse en una caja que se esconde en el fondo.

—Santo arcoiris... —comienzo con un susurro pero luego mis cuerdas vocales toman potencia. El sentimiento de cualquier cosa que se desarrolle dentro de mi, está dejando estragos. Toma tanto de lo que creía guardado y lo explora de una nueva forma— ¡Santo arcoiris!

Mi flequillo nunca me pareció tan detestable cuando mis manos se posan en la frente y las elevo paulatinamente hacia arriba. Mis párpados se estiran y mis ojos parecen querer salir de sus cuencas.

No, esto no es verdad. Si cierro los ojos y los vuelvo a abrir, esto será solo un sueño.

Camino insegura y mis pies no cooperan, se enredan avisándome que en el próximo  paso que dé, algo, en lo más profundo de mí, se escape. Es un suspiro continuo que succiona mi vida.

Una pesadilla.

La imagen de Fohr conmigo en hombros me saluda. Saluda al caos que estoy sintiendo y con ello no puedo luchar, simplemente sostengo lo que soy en un vaso de vidrio con agua caliente.

Donde está el arcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora