027 | Ula - ula

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No se lo diré a Trisha, ni a Marcell y menos a Liza, aunque ella ya lo sepa y se encargue de poner en miseria mi existencia

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No se lo diré a Trisha, ni a Marcell y menos a Liza, aunque ella ya lo sepa y se encargue de poner en miseria mi existencia.

¿Cómo? Pues recargando de más odio su humor acuoso del ojo.

—¿Así que...?

Entierro mi rostro en la almohada y grito todo lo que mis pulmones y cuerdas vocales estén dispuestas a expresar, y sin responder a Megan que se balancea en la silla blanca donde cuelga mi única gabardina color marrón descolorido como los últimos acontecimientos que se aproximaron en una avalancha.

Debí traer una más si fui a casa.

Debí contar la verdad aunque en un principio me guste la mentira.

—No, no es Photoshop —anuncia la voz de Eddana.

Siento su peso hundir parte de la cama y luego siento otro hundimiento, pero más efusivo y sé que esa es Megan y que probablemente a saltado y rebotado encima del colchón recubierto por mi cobertor de perlas cocidas al azar.

—A ver... —dice la chica similar a Trish. Solo por ese momento despego mi rostro del material mullido y reposo parte de mi mejilla mientras las observo—. Um, sí, esto no es Photoshop.

Eddana asiente. Yo me hundo.

Tan profundo que me ahogo.

—Sí, porque si lo fuera tendría baja resolución y, ¡mira!, esto parece una lengua.

Megan jadea y se cubre la boca, con ambas manos, para después voltear a verme. No le importa que su torso adhiera una postura incómoda o que una de sus uñas peñizque el inicio de su tabique, solo se concentra en el asombro que adquiere su iris cuando pregunta.

—Diablos, Holly. ¿Dejaste que meta su lengua?

Niego con la cabeza.

Niego reiteradas veces aunque eso no parece funcionar con la creencias de algunos. Ahora soy una tendencia en el blog de la FCU sin siquiera ser Twitter. Alrededor de mil ochocientos cincuenta y siete comentarios —los leí y conté uno por uno—, se desencadenan a partir de la sola imagen del rostro de Blyne unido, por solo su parte inferior, al mío.

Creo que eso es peor que tener una portada en el periódico universitario.

—¡No! Agh, eso es asqueroso.

Megan cae de espaldas e impacta con la cara posterior de mis rodillas. Eddana se pronuncia mientras vuelvo a hundir el rostro en un lugar que no será lo suficiente como para esconderme otros dos días más, o un mes.

—Lo siento, no, no es una lengua. Solo es su labio inferior.

El cabello rubio de Eddana parece reírse de mi desgracia.

Con mi reciente entrega de cajas de cereales, he sobrevivido el autor cierto en el cuarto de Anfang. Quiero decir, yo lo decidí pero a causa de la explosión de todo el campus que apenas salí detrás del rector y luego acabe en su oficina, para después salir temblorosa, me asaltó como esa prensa de famosos.

Donde está el arcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora