La mirada maldita.

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Doy un paso dentro de la habitación y una vez más siento la fuerza que involuntariamente mueve esta vez toda mi mano, trato de seguir caminando, pero decido quedarme lo más lejos de mi grupo y del encargado de dar los anuncios.

Al fin y al cabo puedo escuchar a la perfección.

—Les diré el nombre y número de cama de los pacientes que estarán acompañando el día de hoy, así que por favor traten de ser pacientes y agradables con estas personas que se lo merecen— comentaba con una amplia sonrisa en su rostro.

Trato de permanecer atenta a las indicaciones y al listado de nombres que venía a continuación, pero de pronto ahí estaba de nuevo, ese molesto movimiento involuntario de mi mano que ahora no era nada discreto.

En esta ocasión bajo la mirada esperando que nadie notara los movimientos anormales de mi brazos, después de todo es demasiado pronto para que piensen que soy rara, mantengo la vista fija en mi brazo, esto no es una coincidencia. No quisiera saber que significa, pero lo sé, estoy segura de que en esta habitación alguien va a...

— ¿Porque no te quitas las gafas obscuras Elizabeth? — interrumpió mis pensamientos una voz proveniente de mi derecha.

—Sabes que si hago eso, la gente comenzara a hacerme preguntas— le recordé pacientemente a la jefa de grupo, mientras trataba de ignorar una vez más el tirón en mi mano que volvía a sentir.

—Lo sé, pero pensaran que estás loca si te ven con esas enormes gafas oscuras dentro de este lugar— me respondió tranquilamente mostrando una sonrisa.

—De acuerdo, está bien— acepte mientras me retiraba las gafas de sol que había tenido puestas todo el día.

— ¿Contenta?­— ahí tienes, pregunte de forma molesta por lo que acababa de hacer.

—Si mucho mejor, pero ya veo que no tienes buena cara el día hoy— dijo mientras observa mi rostro un poco preocupada.

—Me siento cansada eso es todo— respondía mientras desviaba la mirada.

No me agrada despojarme de mis lentes obscuros y dejar al descubierto mis ojos. Quizás si no fuera por ellos todo sería más fácil para mí, pero es inevitable.

No es que sean de una forma anormal, o de un tamaño exagerado, es simplemente su color.

Mi ojos son de una formal almendrada, nada fuera de lo común, de un tamaño mediano, expresivos, ya que se podía ver a kilómetros mi estado de humor con un simple vistazo a mi mirada. Pero nada de esto era lo que me molestaba, es su color un color tan intenso que parece brillar en la obscuridad.

Una tonalidad que ningún humano vivo puede poseer, son color violeta.

No un tono de violeta claro o una leve pigmentación, que pueda tener una explicación razonable, no, mis ojos son de un color violeta intenso, y "hermoso", era lo que siempre repetía mi abuela cuando miraba mis ojos.

Este color no se podría considerar normal, para que las demás personas creyeran que es un tono natural, pero la verdad es que son reales, nada de lentillas, nada de ilusiones ese era el color natural de mis ojos.

Este era el color de los ojos de la muerte. Los ojos que me recordaban mi condena.


NOTA DE LA AUTORA: Estaba corrigiendo esto y de verdad lo lamento mucho que tuvieran que leer algo con tantas faltas de ortografía 😳

NOTA DE LA EDITORA: Hola soy la editora y de verdad disculpen todo esto, no dejen de leer esta renovada historia.

La condena anticipada - Angeles de la muerte (CA libro 1) ¡¡TERMINADA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora