La consecuencia de la muerte.

340 28 0
                                    

Vladimir sabe que estoy muy molesta, el simplemente mueve los ojos, dirigiendo una mirada hacia los guardias, quienes en enseguida me tiene completamente rodeada, tal vez se trata de 8 o 10 personas, la verdad no importa ya que solo tratan de contenerme para evitar que le haga daño. Pero esto no me importa, simplemente los miro y cierro los ojos.

Siento como un calor quemante recorre cada centímetro de mi cuerpo y simplemente deseo deshacerme de él y lo logro segundos después, se lo que pasa aun con los ojos cerrados.

Los guardias que hace unos segundos se encontraban a pocos centímetros de mí, son golpeados por la energía que emana mi cuerpo provocando que salgan disparados unos cuantos metros, ocasionando que caigan en el suelo de forma estrepitosa.

- ¡ELIZABETH! – grito Vladimir obligado a levantarse de su trono.

Trato de respirar profundo, con la esperanza de que esto controle mi molestia y enojo. Lo miro de forma desafiante y termino por decir.

- ¡NO METAS A MI MADRE EN ESTO! – Grito con una respiración un poco agitada.

- Entonces no me obligues a mencionarla, o ¿Quieres que hable de todo lo demás? – dice amenazantemente volviendo a sentarse una vez más en el trono.

¿Qué le sucede?, al parecer yo no soy la única que busca una pelea el día de hoy, generalmente el me reprende y deja que me marche, pero el día de hoy ha decidido continuar con este jugo de dimes y diretes.

No me encuentro de humor, no quiero que nadie trate de reprenderme o de explicarme toda la situación que de sobra, ya sé.

No quiero escucharlo, no me apetece, siento como el enojo aumenta y es entonces cuando puedo escuchar los cristales del lugar comenzar a vibrar, los más cercanos comienzan a ceder ante la presión y se puede percibir el crujir de algunos, al mismo instante pequeñas cuarteaduras se están produciendo al rededor.

- Por favor... ya basta – dice de pronto Vladimir con voz cansada.

Lo miro y puedo observar cómo se masajea la cien con una de sus manos, en un gesto de disgusto e impaciencia. Ocasionando que parezca un hombre mayor y cansado, eso logra detenerme casi al instante.

- De acuerdo – replico mientras muestro algunos aspavientos con las manos en el aire y los vidrios dejan de crujir.

- Solamente te traje aquí con un objetivo... - dice mirándome severamente.

- El de informarte

- Y bien ¿Qué quieres decirme? – mientras lo digo cruzando los brazos sobre mi pecho.

- Otra vez has evitado la muerte de una persona, eso como sabes te costara. No solo el dolor que acabas de sentir sino otras cosas, entre ellas energía. Parece que solo has estado recolectado almas de gente anciana, esas vidas no te sirven, debes de recolectar todas las que te corresponden, tomar su energía y después enviarlas a nosotros, ese es tu deber como...

- No digas esa palabra – le advierto interrumpiendo su discurso.

- Es lo que eres - me responde escogiendo sus hombros.

- No quiero escuchar esa maldita palabra – digo apretando los dientes.

- Es tu deber como... – continua diciendo como si no me hubiera escuchado.

- NO LO DIGAS – grito

- Dios de la muerte, ángel de la perdición, recolector de almas, Shinigami, me da igual como quieras nombrarlo es lo que eres.

- YO NO SOY ESO – continuo gritando mientras los vidrios crujen nuevamente y solo después de algunos segundos estos explotan.

- Lo eres, o más bien en parte lo eres. Así que no me dejas otra opción, tendré que vigilarte, ya has gastado mucho de tu tiempo en tus niñerías así que tratare de que ya no lo malgaste, de ahora en adelante tendrás de nuevo guardián alguien que no permita que hagas tus caprichos.

- No quiero a Ernest – replico mientras señalo al hombre a mi lado izquierdo, quien no a dejado de observarme con una sonrisa burlona.

- No será el – se dirige a Ernest con una mirada severa, dando a entender que también le esperaba una severa reprimenda.

– Al parecer él no es capaz de hacer ese trabajo – dicho esto el chico simplemente baja la cabeza.

- Así que no te preocupes, ya veré a quien le concedo este gran honor reafirma con sarcamo.

por el momento eso es todo. Responde haciendo un ademan con la mano para que pueda marcharme.

- Genial – replico casi murmurando.

De pronto soy consciente del gran número de seres que se encuentra ahí reunidos, generalmente cuando esto ocurre solo estamos, Vladimir, mi guardián y yo, por lo cual no puedo evitar sentir curiosidad, recorro con la vista el vestíbulo y después me dirijo a Vladimir.

- Para decirme todo esto ¿tuviste que llamar a todos estos seres?

- Mi mundo no gira en torno a ti, mi querida niña, esta era una reunión para dictar sentencia a algunos Shinigamis, la reunión se vio detenida cuando percibí lo que sucedía, así que esto no tiene nada que ver contigo.

- Oh, bueno – respondo un poco avergonzada.

– solo quería saber...

- Ahora regresa a tu cuerpo, ya han pasado cerca de 3 minutos, si alguien te encuentra inconsciente en ese estado en un callejón comenzara a hacer preguntas.

- Está bien – digo mientras comienzo a alejarme a un lugar menos concurrido para desaparecer, pero entonces escucho a Vladimir llamándome nuevamente

- Y por cierto Eli – esta vez su voz es más delicada.

– Saluda a tu abuela.

- Lo haré

Comienzo a caminar rumbo a la salida, pero entonces Vladimir vuelve a alzar la voz para llamar a alguien más...

- Ahora traigan aquí a Balthazar.

De pronto entre la congregación un ser da algunos pasos hacia delante.

Colocándose frente a mí, y por alguna extraña razón no puedo dejar de mirar sus ojos. Solo cuando alguien dice "muévete", empujando a este shinigami, nuestras miradas se pierdes una vez más. Inicio el camino hacia la salida, sin poder evitar verlo caminar hacia Vladimir.

Algunos de estos seres comienzan a empujarme, para ver mejor lo que pasa. Pero yo no deseo quedarme ahí y salgo rápidamente, no debe de importarme lo que todos estos seres muertos hagan, no es mi problema, no soy una de ellos, a pesar de lo que todos piensen.

Ahora era momento de pensar en el lugar donde se encontraba mi cuerpo, solitario, debía concentrarme en mi cuerpo sin vida y frio, tenía que pensar en los latiendo de mi corazón nuevamente, y antes de que lo note me desvanezco en el aire.  

La condena anticipada - Angeles de la muerte (CA libro 1) ¡¡TERMINADA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora