Un nuevo protector

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Sabe cuál es mi situación, sabe por qué odio esto. He tenido bastante por el día de hoy, pero por más que quiera controlarme no lo consigo y al final exploto nuevamente contra mi abuela.

— Media, recuérdalo — digo casi escupiendo las palabras.

—Media vida fue lo que me dio, la otro parte de mi existencia, si a eso se le puede llamar "vida" fue lo que me dio... ese ser ¿crees que me gusta hacer lo que hago? Es horrible, ¿Por qué...

Me quedo callada conteniendo las palabras que estoy a punto de decir, no puedo mencionarlas, sé que eso la lastimaría, simplemente me quedo ahí parada, mirando a todos lados menos a ella, mientras aprieto fuertemente los puños.

"Tranquila" me digo a mi misma "no lo digas".

Nos quedamos calladas un momento, al final mi abuela suspira con una expresión de cansancio en su rostro.

— Pues entonces por esa media vida como tú la llamas, no hagas eso – se acerca mientras coloca mi cara entre sus manos ¿desde cuándo sus manos son tan delgadas y débiles? ¿Por qué parece más cansada que antes?- además mírate estas muy débil, necesitas...

— No necesito nada – digo aunque ahora solo en un susurro - solo tengo que dormir y mañana estaré mejor – tomo las manos de mi abuela y las retiro de mi rostro, me alejo de la sala y comienzo a caminar hacia las escaleras una vez más.

— Tienes razón — responde con un tono cansado.

— Necesitas descansar. Adelante ve, date un duchazo y duerme un poco—

Estoy a punto de decirle que sí, pero entonces lo siento.

Alguien parecido a mi está esperándome arriba en el techo...Un Shinigami.

No... No solo se trata de uno, dos están aquí. Esperando que haga algo, pero no hacen nada, suspiro y miro a mi abuela tratando de sonreír.

—Me daré un duchazo pero no dormiré, tengo que arreglar un asunto antes.

—¿Qué cosa? — pregunta intrigada.

—Mi nuevo cuidador o más bien niñera — mientras lo digo levanto la mano señalando el techo.

— Oh, claro, ya decía yo que alguien más pagaría tus locuras— responde con una sonrisa

– Echaré de menos a Ernest —

— Si, como sea — suspiro y comienzo a subir las escaleras — buenas noches—

— No seas mala con él – replico mi abuela un poco más fuerte para que logara escucharla con claridad.

—Si, si... lo intentare—

Subo las escaleras y camino hacia mi habitación, tomo de mi neceser algunas cosas y me meto en la ducha, mientras dejo que el agua tibia calme el dolor de mi cuerpo, me entra curiosidad por saber un poco más sobre esos dos shinigamis que se encuentran rondando la casa. Me quedo callada, tratando de agudizar el oído lo más que puedo y es entonces cuan los escucho.

— ¿Ella es...? ¿Qué se supone que voy a hacer yo con ella? — escucho decir a uno de ellos con un tono grave de voz, un sonido algo relajante, no logro reconocer esa voz.

— Ella no es lo que parece, eso es todo — le replica a su compañero, a diferencia de la voz anterior a esta voz puedo reconocerla a la perfección, es Julián.

Él había cuidado de mí no hace mucho, aunque según él no esperaba verme hasta el final de mis días, al parecer su deseo no se había vuelto realidad.

— ¿Y que se supone que hago aquí? — pregunta confuso el acompañante de Julián.

— Este querido amigo, es tu castigo — responde golpeando algo, quizás su hombro o su espalda.

— El peor castigo de todos si me permites decirlo— reafirma Julián con un tono sarcástico.

¿De verdad soy tan mala con ellos? Pienso mientras dejo escapar una risita.

Talvez antes lo era, bueno a veces lo soy...

Termino de ducharme aun meditando lo que he escuchado, mientras me apresuro a arreglarme decido vestir una sudadera y un par de jeas, seco mi cabello y entro a mi habitación, ahí, mi abuela ha dejado una charola dispuesta con te y algunos bocadillos.

— No creo que...

— No la conoces, yo estuve con ella hace algún tiempo, creo que era más rebelde, pero ahora se ha suavizado —

Me acerco a la ventana y antes de que pueda escuchar lo que el Ángel de la muerte misterioso le responde a Julián los interrumpo.

- Oigan ustedes dos, podrían bajar la voz algunas personas intentan descansar – grito desde el balcón y así logro vislumbrar a las dos siluetas en el aire.

- Disculpa My Lady – ofrece disculpas Julián quien me ofrece una reverencia.

— Entren — les ordeno, mientras le doy un pequeño sorbo a mi taza de te, de todos modos debo de explicarle algunas cosas a él.

Dicho esto entro en mi habitación.

— Vamos — le escucho decir a Julián.


La condena anticipada - Angeles de la muerte (CA libro 1) ¡¡TERMINADA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora