Lo que no se debe hacer.

366 30 0
                                    

 Caigo al suelo y sin ninguna lesión me dirijo velozmente , hacia mis compañeros, el momento se acercaba, podía sentirlo en mi mano, el fino hilo que nos unía, ahora se encontraba verdaderamente tenso, pero el modo de su muerte aún no estaba decidido, es verdad esta muerte es al azar.

No tengo tiempo para detenerme a pensar las cosas, no era el momento indicado, el tiempo se terminaba. Tenía que llegar a su lado o ella perecería.

—¿En dónde estabas?, ¿te estuvimos buscando? — me dice la jefa de grupo, reprendiéndome por haberme perdido.

—Lo siento... estaba tomando aire fresco — contesto, sin prestarle verdadera atención, solo miraba a Alondra, mientras trataba de buscar una solución.

—No importa, solo quería avisarte que es momento de irnos, ya que un anciano.... — Pero mi mente ha bloqueado por completo todo lo que ella dice.

Y entonces sucede, la visión de su muerte se hace visible ante mis ojos y comienzo a correr para evitar que se vuelva real.

Alondra cruzara la calle, pero su bolso se caerá a mitad del camino, ella se dará cuenta de lo sucedido y volverá sobre sus pasos para recuperar su bolso, y en ese momento, en ese justo instante se escucha el estruendo de unos neumáticos tratando de frenar contra el pavimento, pero la velocidad del camión impedirán que frene a tiempo. Y lo último que puedo ver en esta visión, es un enorme charco de sangre y un maltratado cuerpo sin vida.

Los segundos se vuelven lentos y sin dejar de correr veo como el bolso de Alondra cae al suelo, no es momento de pensar en lo que los demás pueden ver, mis movimiento se vuelven cada vez más rápidos y ahora me encuentro junto a la chica, en un menor tiempo, que le tomaría a un ser humano cualquiera.

Escuchó los chirridos de los neumáticos y puedo ver el terror en el rostro de Alondra, mientras se escucha un grito agudo proveniente de nuestro alrededor, empujo con todas mis fuerzas a mi compañera hacia la otra acera. No me importaba si está herida, lastimada ó está sangrando ella sigue con vida.

El auto se detiene metros adelante, mientras que nuestros compañeros se acercan corriendo para auxiliarnos, puedo escuchar sus voces preocupadas por lo que acababa de suceder, solo me limito a asentir la cabeza, mientras observo la cara de Alondra aun horrorizada.

—Uy casi morimos — comenta con una voz temblorosa y una sonrisa nerviosa, sé que intenta ser graciosa, pero no sabe la verdad que ocultan sus palabras.

Me levanto rápidamente, mientras sacudo la tierra que ha manchado mi uniforme y respondo.

—Sí, casi mueres— Susurro, mientras le doy la espalda y tiro de aquel hilo que se encuentra atado a mi meñique, si lo hago de esta forma la vida de Alondras se prolongará.

—¿No te ha pasado nada? ¿No estas lastimada?— escucho que me preguntan mis compañeros, impactados por lo sucedido.

—No, no me lastime— respondo un poco molesta, mientras trataba de alejarme de la multitud.

—Aun no me lastimo—comento en el tono más bajo que me permitía mi voz.

—Espera, tienen que revisarte— escuche gritar a uno de mis compañeros pero ya me encontraba demasiado lejos para evitar que me alejara.

Pero ya era demasiado tarde, tenía que alejarme de este lugar, no tenía otra opción, esto realmente dolería.

No llegaría a tiempo, era en lo único que pensaba mientras un fuerte dolor comenzaba a invadir mi cuerpo, tenía que esconderme, nadie puede ver lo que está a punto de suceder, y antes de que llegue ese momento decido entrar a un callejón que se encontraba a pocos centímetros de mí, desearía estar sola pero Ernest quien me ha acompañado todo este tiempo, se encuentra a mi lado...

—Te advertí que no lo hicieras — replico una vez más Ernert quien se encontraba a mis espaldas.

Porque no solo se quedó en el hospital, porque tenía que seguirme, si tal solo hubiera escuchado sus pasos... es verdad recuerdo amargamente, jamás lograre escuchar sus pasos ya que hace mucho tiempo dejo de andar y ahora solamente flotaba en el aire.

— Esto de verdad te va a doler— repetía una vez más en forma de regaño.

—Cállate, yo no... — y antes de poder terminar de responderle, mi cuerpo era arrojado a dos metros de distancia de donde me encontraba por una fuerza misteriosa, impactando mi cuerpo contra el piso del callejón.

Lo sabía, morir arrollada por un auto era realmente doloroso, pero no puedo quejarme ya que había decidido morir por alguien más.

Ahora mi cuerpo se encontraba inerte lleno de un fuerte dolor, podía sentir el dolor como si algo de verdad me hubiera golpeado. Deseo gritar pero no debo, si alguien me viera en esta situación, sé que no entendería que pasa.

Trato de levantarme pero...un fuerte dolor se incrusta en mi pierna y al verla comprendo porque, está rota, y sangrando por una enorme herida. Quiero sujetarla con una mano pero me percato entonces que está también está rota.

El dolor comienza a aumentar y cuando creo que todo ha terminado, pudo percibir los latidos de mi corazón disminuyendo lentamente, perdiendo la continuidad en cada latido, golpeo lentamente mi pecho pero ya era tarde.

—Genial— replico Ernest quien había estado mirando todo este tiempo, sin hacer ningún comentario.

—Y por si fuera poco nos van a regañar— eran las últimas palabras que lograban escuchar mis oídos, mientras mi corazón latía por última vez.

Ahora mi cuerpo se encontraba inmóvil ya sin vida, con los ojos abiertos e inexpresivos ahora con un color verde, normal para las demás personas.

— ¿Porque no solo haces tu trabajo? Acepta lo que eres y solo cumple con tu deber, en fin te veré en un segundo—

Y diciendo esto Ernest se desvanece dejando aquel callejón solo... con un cuerpo sin vida. 

La condena anticipada - Angeles de la muerte (CA libro 1) ¡¡TERMINADA!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora