La valentía no era más que los actos desinteresados que hacen las personas por otras, eso lo comprendió el ángel a la perfección.
Nunca se llamó al él mismo valiente, bajo ninguna circunstancia, pero cuando se trataba de Anna parecía retar al mismo infierno si era posible. Nada ni nadie iba a dañar a su pupila.
Permanecía parado junto a la puerta de la celda como todas las noches, observa como su pupila sonreía mientras dormía. A veces él se preguntaba; ¿Qué podía estar soñando para sonreír de aquella manera? Pero a juzgar por su rostro definitivamente se trataba de un buen sueño.
¡Descansa mi valiente pupila! sonríe el moreno y regresa su vista al pasillo del reformatorio.
Él no podía soñar, era un lujo que los ángeles no tenían, en el mundo había diferentes tipos de ángeles. Para el ser un ángel de la guarda se tornó de un rigoroso entrenamiento, para otros arcángeles eran designados a personas con fe, mientras que otros eran los que pelaban con demonios.
Su trabajo de observar, anotar, y vigilar, lo sintió un tanto absurdo. Por lo que en la academia decidió entrenar con arcángeles.
Todos sus amigos le mencionaron que aquello solo era una pérdida de tiempo para lo que requería su verdadero trabajo, pero ahora daba gracias al cielo por haberlo hecho, de otra forma no se hubiera sentido tan confiado como se sentía en esos momentos.
—Nada ni nadie se acercarán a mi Anna. — canta frunciendo el entre cejo.
El moreno no comprendía por qué pensaba de esa manera, su pecho comenzó a arder de forma lenta incorporándose un nuevo sentimiento, <<Valor>>
—Vaya, vaya. — dice una voz desde el pasillo.
Comienza acercarse lentamente a la celda de Anna, el guardián no tenía que preguntar el nombre, parecía que no podía alejarse de los ángeles que menos le agradaban del cielo.
—No estaba seguro si era un demonio que me hablaba. — se queja él saliendo de la celda.
— Tu comparación es hiriente. — expone el sujeto.
— El ángel Octavio. — dice aburrido el moreno, observa como tenia puesta una túnica color blanco, su rostro no mostraba sentimiento alguno, su piel color caramelo poseía aquel brillo celestial que tenían todos los de su rango, aquel era incluso más fornido que Steven, llevaba años de entrenamiento, tuvo dos pupilos antes de aquel que cuidaba en estos momentos. — ¿Quién es ahora la suertuda? — se burla mostrando sus dientes.
No era que aquel fuese un mal guardián, quizás solo tenía mala suerte con los pupilos, cuando recién lo conoció regresaba por segunda vez al cielo, había sido asignado a un joven que decidió en su adultez ser militar, pero para mala suerte de Octavio él murió en guerra.
Los seres humanos eran destructivos por naturaleza, todo lo que tocaban con sus manos moría lentamente, nadie le preguntó a Octavio como se sentía después de ver todo aquello que pasó con su pupilo, Steven sabía aquel endureció por tanta muerte que lo rodeaba, no podía imaginarme ver el estúpido rostro de Vladimir sonreír cada vez que se llevaba a alguien.
—Steven, vas por mal camino. — responde su acompañante regresándolo al presente.
Los ojos del otro guardián eran del color negro carbón, tan oscuros que parecían infinitos.
Había hablado con él solo dos veces desde que conoció aquel sujeto, la primera vez fue cuando el rector de la academia llamó a Steven para detallar sus nuevas actividades como ángel de la guarda, la segunda vez fue cuando se graduó, aquellas palabras siempre permanecían en la cabeza del moreno.
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Ángel "Un beso silencioso"
FantasiaPara Anna la importancia de su vida es poca, pasa noches en fiestas y siempre está en problemas, todo esto para evadir sus sentimientos acerca de la separación de sus padres, las estimulaciones para no sentir la llevan a un accidente el cual ocasion...