Capítulo 31: Anna

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Sientes como tu corazón se hace pequeño, y toda tu existencia se transforma en un detalle minúsculo que hace desvanecer lo que te rodea, eso quiere decir que tus sentimientos están dominados, cada partícula de su tu ser lo percibe, ¿¡Le quieres!?

—¡NO! — se regaña a si misma mientras camina por las desoladas calles, el cielo de esta noche estaba tan oscuro que las pocas estrellas que le brindaban la luz; mostraban al moreno con el rostro apagado que caminaba junto a ella.

Las palabras que ella misma había escuchado de Emily una vez en la preparatoria ahora le explotaban en la cara.

—Tienes que contralarte. — dice entre dientes, no podía soportan más esa aceleración de sus pulsaciones cuando miraba a Steven, quería besarlo, cada poro de su cuerpo se lo pedía a gritos.

—Anna...—comienza el interpelado colocándose a su lado. — puedo escuchar tu corazón, sabes que esto esta ¡Mal! — la regaña uniendo las cejas hasta hacerlas una sola, ella muerde su labio y lo único que percibe son dos hermosos ojos verdes que la custodiaban.

—Quizás es la adrenalina. — presenta ella jugueteando con su cabello, le brinda una sonrisa pícara mientras sigue su camino.

—¡Tienes razón! — alza dos tonos mas alto. — Somos fugitivos, no deberíamos estar caminando hasta la casa de tu inútil novio. — su rostro enrojece tanto que por un segundo ella pensó que aquel estaba celoso.

—Fugitivos me gusta esa palabra. — propone tragando su propia bilis, el verse ahora con tacones de aguja, con una chaqueta de cuero, el cabello rizado y vestida para una fiesta, no mostraba a alguien que estuvo encerrada más de una semana.

El espíritu salta justo para hacerle frente, sus ojos una vez fundidos en acido la observan de manera despiadada, sus labios no se mueven, pero la pequeña Anna podía sentir la tensión como un hilo invisible que la traspasaba.

Traga una enorme bocanada de aire y espera que este le diga las mismas palabras desde que salieron del bosque.

—¿Qué pasará con Oliva, y Sharon? — pregunta en tono voraz.

El viento juega con su cabello, observa los labios del moreno y todo su cuerpo desea una vez más sentir el contacto que tuvo con él hace más de cinco horas.

—Ellas van estar bien. — dice y su cuerpo se estremece, sigue su camino abrazándose a sí misma.

No podía sentir aquello por el espíritu, todo estaba mal en aquel sentimiento que comenzaba a llenar la cabeza de la menor.


Llega hasta la casa de su novio David, las luces como era de esperarse estaban apagadas. Quizás todos estaban dormidos hace horas, pero eso no evitó que la castaña se moviera entre los arbustos para subir el árbol que daba a un cuarto en la parte superior de la casa, nunca había visitado al chico, pero como todas las casas tenían la misma fachada aquella pensó por un segundo que quizás su cuarto se encontraba al oeste de la casa.

—¡Brillante mocosa! — se queja su acompañante que comienza trepar, mientras ella escalaba las ramas mas gruesas. — si llaman a la policía estamos jodidos.

Ella sonríe al ver la furia del otro, ¿Acaso no se podía ver más cursi? Todo lo que rodeaba al espíritu le parecía fascinante. Pero esa corriente eléctrica, que hizo que su cuerpo entero vibrara; llenando aquel vacío de su pecho, fue como una enfermedad se esparció por todo su cuerpo deseando nuevamente sentir aquel tacto una vez más.

—Steven, te quejas demasiado. — fueron las palabras que salieron de su boca, que se encontraba ahora seca por los pensamientos que no podía controlar.

Ángel  "Un beso silencioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora