Capítulo 28: Steven

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Mientras caminaba en un ir y venir en la pequeña celda de la menor, su inquietud iba creciendo por sí sola, si su cuerpo se materializara podía prácticamente marcar su camino en el suelo, pero como nada fuera de lo normal pasaba, el seguía caminando de izquierda a derecha, llevaba así más de media hora, ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué clase de ángel alienta a su pupila hacer tal insurgencia?

No llevaban ni un mes en aquel lugar y ya estaban armando alborotos, quizás las cosas funcionaban de esa forma porque así tienen que funcionar ¿Cierto? Castigo para los malos, y recompensa para los buenos.

Era justo como las reglas enseñadas en el cielo, siempre blanco o negro, jamás en tonos grises, una mentira por pequeña que sea eso no le quitaba ser mentira, una traición por minúscula que sea no le quitaba ser traición. Aunque Steven diferían en ciertas cosas para él las cosas divinas eran indiscutibles, más cuando se trataba de Dios, con él no se puede estar tibio, o era frio o caliente.

Pero; ¿Acaso no era lo que todos queríamos? Tener a alguien al cien por ciento, tener aquella seguridad de confiar a alguien, amar a alguien...

Aquella última palabra le produjo sequía en sus labios, sobretodo en estos días que escuchaba como Anna balbuceaba su nombre entre sueños.

Si fuera un simple mortal quizás dudaría en que se está enamorando de la menor, pero él no podía amar a alguien siendo un ser celestial, todo aquello que sentía no era amor, simplemente era velar por la seguridad de ella. ¿Cierto?

—Yo solo quiero que estés bien, vivas una vida llena de placeres y felicidad, que siempre este a salvo y nada ni nadie pueda dañarla. — pensó el ángel repasando cada una de las palabras en su mente.

—Cuidado te enamoras de mí, deseándome todo eso. — bromea la menor, más que por la burla era el nerviosismo que sentía.

El moreno pone los ojos en blanco al ver que su boca había ido por libre, y que sus pensamientos eran gritos desde su interior.

—No tienes tanta suerte. — trata de jactarse Steven, pero sus mejillas estaban carmesíes, cosa que no logro comprender, ¿Qué le pasaba? Los ángeles no sentían vergüenza; eso no era posible.

Deja aquel pensamiento en el aire y regresa al camino ya marcado, la mirada de la castaña seguía su cuerpo con el mismo ir y venir.

—Steven podrías sentarte, me estas poniendo nerviosa. — lo acusa, el traga una boconada de aire como miraba que ella lo hacía para acomodarse junto a la menor en la cama de la celda.

—No me importa lo que pase, si las cosas se salen de control voy a tomar cartas en el asunto. — anuncia uniendo el ceño.

Ella sonríe ampliamente, aquellos pozos cafés brillaban con cierta determinación que el ángel adoraba, tan llena de vida que parecía que el mundo caería en sus pies.

—No quiero que te metas en problemas sobrenaturales por mi culpa. — exhibe ella, y coloca su mano en el rostro del moreno, parecía estar acariciando el aire, deseo con todas sus fuerzas que su cuerpo se materializara y sentir el tacto a su quizás cálida mano, su corazón bombeaba tan fuerte que parecía atorado en la garganta, podía enumerar cientos de cosas que estaban mal en esos momentos, pero en lugar de aquello prefirió respirar lentamente para tranquilizarse.

El plan era sencillo, y simple...

Raquel conseguiría el encendedor, justo cuando Anna tuviera la bandera en las manos Olivia avisaría a todas las jóvenes que fueran al gran patio para así liberarse de los círculos y decidir sus propios caminos, sencillo ¡Cierto! ¿Pero acaso ella no sabe que la mayoría de las cosas no se dan como las planeamos? En todo aquel parloteo él ojos verdes nunca escucho un plan "B" o un plan "C" si fallaba. Estaban tan enrolladas en que funcionaria que no se percataron del más mínimo percance.

Ángel  "Un beso silencioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora