Capítulo 31: Vive cada segundo [FINAL]

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Al bajar de la camioneta una vez el chofer la detuvo, el sonido de la música electrónica y pop, me inundó entera. Se escuchaba el barullo de la gente cantando y bailando.

-No tengas miedo  —Me dijo Tom dedicándome una mirada conciliadora.

Sonreí de medio lado y volví a fijar mi mirada en la casa.

-¿Y si me corre?

-No te va a correr, Melody.

¿Seguro?

-No tienes nada que perder —Asentí convencida de sus palabras pero sintiendo un hueco en el estómago y un pequeño palpitar en la cabeza. Tenía que tranquilizarme.

Adentro, cada rincón de la casa era ocupado por personas. No había más espacio para nadie más, a fuerza teníamos que empujar a alguien para poder abrirnos camino, afortunadamente Tom me sujetaba con fuerza de la mano y trataba de protegerme. Mientras avanzábamos recorrí todo el lugar con la mirada. Había chicos bailando, algunos con cervezas en las manos, otros tanto platicando, pero entre esos rostros no reconocía al que yo estaba buscando.

-¡Hola Tom! —Exclamó una chica morena apareciendo de repente delante de nosotros — ¿Ahora sí iremos a bailar? —Cuestionó sujetándolo del brazo.

-Es que…

-¡No te puedes negar de nuevo! —Exclamó con su voz melosa y chillona.

Tom volvió el rostro hacía mí y me dedicó una sonrisa y gesticuló con los labios y las manos que pronto volvería. Luego soltó mi mano y fue arrastrado por la chica hasta donde se encontraban bailando todos.

En pocos minutos me encontré ahí, parada como reverenda boba, sin nadie que me hiciera compañía o sin saber qué hacer. Rápidamente decidí que ir a buscar a Bill por mí misma, era la mejor idea del mundo. Volví a echar un vistazo a mí alrededor y de nuevo nada. ¿Era posible que Bill no estuviera en la fiesta? ¿O se estaba escondiendo de mí? Eso podría ser, tal vez aun no quería escucharme, ni siquiera hablarme ni verme.

Sentí como alguien tocó mi hombro sacándome de todos mis pensamientos. Pegué un brinco y miré hacia esa dirección.

-¡Melody! —Exclamó un castaño claro, de estatura baja, aunque no más que yo. Él era Gustav.

-Hola, Gus —Sonreí dándole un beso en la mejilla.

-Qué bueno que has venido, por ahí están Abril y Camilla.

-¿Y no has visto a Bill? —Me apresuré a preguntar.

-Creo que lo vi subir a su habitación —Respondió sonriendo.

-¡Oh, muchas gracias!

-¡Ey, Melody! —Exclamó una voz más, Abril apareció a un lado de Gustav. —¡Qué bueno que has venido! ¡La fiesta está buenísima! —Continuó exclamando mientras comenzaba a bailar. —¿Vamos a bailar?

-No, quizás más tarde.

-Bueno, tú te lo pierdes —Dijo frunciendo el ceño —Ah, por cierto ahorita vi a Bill. ¿Ya hablaste con él? —Negué.

-Lo estaba buscando...

-Gustav, ¿has visto a Bill?

-Sí, creo que está en su habitación... —Abril no perdió la oportunidad para sonreír pícaramente.

-Vale, en un rato nos vemos —Le dije.

Sin perder más tiempo subí rápidamente las escaleras topándome con algunas chicas y chicos, pero ni los miré. Caminé por el pasillo y me detuve justo frente a la puerta de la habitación de Bill. Inhalé y exhalé unas cinco veces para poder controlar un poco mis nervios. Mis piernas temblaban y mi corazón latía acelerado a más no poder. Esperaba que esta vez él pudiera escucharme, que no me ignorara como lo hacía en la escuela. Esperaba que de mi boca pudieran salir las palabras correctas y que él me entendiera, que no se lo tomara a mal y que realmente descubriera en mí lo arrepentida que estaba.

Vive cada segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora