Capítulo VI

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 — ¡Fuera de mi casa! —gritó Yuri, sujetando un pesado libro de texto.

—Ivanovich, yo invité a JJ, por tú culpa no puedo pasar tiempo con él.

JJ le guiñó el ojo a Yuri.

—No frunzas el ceño, Yuri-chan, tendrás arrugas —JJ colocó su mano sobre la espalda de Aleksandra—. Un placer verte, Beka.

— ¿Isabella?

—En una boutique, como estaba ocupada decidí hacerles compañía, ¿Quién no quiere estar acompañado del rey?

—Yo.

Yuri levantó la mano.

—Aleksandra, dile a tu amigo que no me trate mal.

—Yuri, si quieres comer donas más te vale comportarte bien.

El ruso gruñó por lo bajo y continuó pasando la información.

— ¿Yuri, terminante tu tarea de costura?

Aleksandra estaba sentada en un sillón junto a JJ, con su espalda apoyada en el pecho del mayor y las piernas estiradas.

—No.

—Yo termino el mantel, tu pasa eso, ¿Te parece si adelantamos cocina?, se puede llevar fotos de la preparación y es válido.

—El mantel está sobre el escritorio, en mi habitación.

Aleksandra se levantó y fue a buscar el mantel.

—Yuri —JJ se levantó del sofá y se sentó al lado del Hada Rusa—, ¿Puedes cuidar a Aleksandra?

—Ella se puede cuidar sola.

Yuri masajeó su hombro adolorido.

—Es fuerte físicamente, pero con todo lo que pasó... —JJ sacudió su cabeza, borrando la expresión melancólica—, necesita a alguien.

—Yuri también necesita alguien —Otabek miró desde el sillón al canadiense—. No sé qué pasó con Aleksandra, pero no es la única que está mal.

—Tengo que ir con Isabella, los espero en la boda.

JJ gritó un saludo dirigido a Aleksandra y se fue.

— ¿Qué pasó con Aleksandra?

—Te digo luego.

Aleksandra regresó a la sala y se sentó en el sofá.

—Yuri, pon música.

—No me des órdenes.

—Estas cumpliendo mis órdenes, Ivanovich.

—No me llames Ivanovich, Demonio.

—Cariño, tus insultos son demasiado infantiles, y tu patronímico es Ivanovich.

—Como gustes, Antonova.

Aleksandra se carcajeó y tomó las lanas que estaban sobre la mesa, sujetó las agujas y continuó tejiendo un pequeño mantel.

—Yuri, ¿Por qué no te gusta Ivanovich?

Otabek se inclinó sobre el joven patinador.

—Mi madre eligió el nombre, no sé por qué me lo puso si nunca conocí a mi padre, apuesto que era un cualquiera con el cuál se acostó en los baños de un bar.

—Cambia tu patronímico, yo lo haré.

—No tengo la edad, Demonio.

— ¿Cuál será tu nuevo nombre?

ErrantesWhere stories live. Discover now