Mila le tomó una foto a Makkachin para enviarla a Sara, el perro estaba algo viejo y lo único que hacía era dormir y estar junto a Viktor y Yuuri, Mila extrañaba el perrito alegre que conoció cuando Yakov decidió entrenarla.
—Makkachin es muy viejo —se lamentó Viktor—, lo voy a extrañar.
Yuuri palmeó su espalda y acarició al perro en la cabeza, el nipón acomodó la bufanda que portaba el caniche y sopló entre sus manos ante el inclemente frio ruso.
—Se acerca el invierno, espero que no nieve tanto.
Los tres esperaban a Yuri en la acera frente a la escuela, faltaban unos pocos minutos para la salida del rubio y los tres se habían escapada de la vigilancia de Yakov e ido a pasear a Makkachin, Georgii los cubría en la pista.
Las puertas se abrieron y Mila guardó su teléfono, los estudiantes salían a trompicones entre risas y gritos estridentes, la pelirroja sintió lástima por Yuri, quien odiaba las multitudes, al tener que pasar por esto seis días a la semana.
—Yura, hace mucho frio.
—No me importa.
—Yura, ¿Por qué debo llevar falda?, por lo menos, tú puedes llevar medias gruesas debajo del pantalón.
La voz molesta de Yuri llamó la atención de los tres patinadores, el chico llevaba el cabello largo hasta casi rozar sus hombros, Aleksandra lo seguía mientras lo empujaba débilmente, ambos adolescentes pasaron de largo frente a los patinadores y se acercaron al chico pelinegro del estudio de danza que los esperaba en la esquina del edificio.
—Yuuri, Yurio nos ha ignorado, siempre nos mira mal, gruñe y acaricia a Makkachin disimuladamente, dice unos cuantos insultos y lo llevamos a su apartamento, ni siquiera nos miró mal.
El pentacampeón tenía los ojos abiertos y sujetaba los hombros del nipón con fuerza, Yuuri empujó sus brazos a los lados para que no se enterraran en sus hombros y le dedicó una sonrisa triste.
—Yurio está creciendo, y es buena idea que salga con más personas y se aleje un poco del patinaje, seguramente le recordará a su abuelo.
—No parece que le importe patinar —argumentó Mila, señalando en la dirección de Yuri.
Los tres chicos se estaban poniendo unos patines de dos líneas, Aleksandra reía y Yuri fruncía el ceño y patinaba un poco por la acera, el chico pelinegro le dedicó una brillante sonrisa y tomó su mano para llevarlo por la acera, mientras eran seguidos por una inquieta Aleksandra que patinaba en zigzag o giraba en torno al par de chicos entre risas.
—Y la niña es una mentirosa, sabe patinar muy bien.
—Los niños mienten —Viktor apartó el flequillo de su rostro y le sonrió al trío que se alejaba en las calles de San Petersburgo—. Creo que deberíamos irnos y aprovechar el tiempo antes de iniciar la temporada. Yuuri, vamos a una cita, paseemos con Makkachin por el parque.
El nipón no pudo aceptar o negar la invitación, el peliplata tomó su mano y arrastro al caniche junto a Yuuri en dirección contraria a la tomada por el ruso menor.
La pelirroja apretó sus manos y caminó hasta alcanzar un café cercano, suspiró con desgana y bebió un cappuccino mientras pensaba en el niño rubio y gruñón que conoció hace años.
***
Aleksandra patinaba con maestría, la maldita era una mentirosa ante sus habilidades, era una excelente patinadora y gracias a las clases de ballet tenía una gran flexibilidad, elegancia, una buena coordinación y gran resistencia física.
—Si pudieras saltar tendrías una carrera asegurada en el patinaje artístico.
—Sé saltar —replicó Aleksandra, levantando el rostro en un gesto prepotente.
La chica observó la calle vacía y bajó para patinar sobre esta, con una última mirada a Yuri tomo el impulso para realizar un salchow cuádruple, regresó a la acera y le dedicó una sonrisa engreída al joven patinador.
—Repito, sé saltar, tengo mis razones para no hacerlo de manera profesional.
—Eres estúpida, eso lo explica todo.
—Podrías regresar a entrenar, tu pie se ha curado al igual que tu muñeca y brazo, tu psicóloga dices que te encuentras en un buen estado de salud y regresar al hielo te ayudará con la recuperación, si te esfuerzas clasificarías al Grand Prix de este año, o llegarías al Europeo y los mundiales.
—Tengo mis razones.
—Eres estúpido, eso explica todo.
—Miren —interrumpió Andrei—, un carro con blinis con chocolate caliente, son perfectos para el frio.
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Errantes
FanfictionYuri Plisetsky vive una buena vida, ganó el Grand Prix a la edad de quince años, tiene un abuelo querido y amoroso, Otabek Altin es su mejor amigo y confidente, va a tomar unas merecidas vacaciones antes de regresar a la pista. Peo a raíz de una ter...