Capítulo XXIII

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Yuri restregaba la camisa blanca en un vano intento por eliminar la sangre, Aleksandra estaba a su lado, con una camisa de su armario, que le quedaba ancha y caía por su hombro.

—El agua oxigenada limpia mejor la sangre.

— ¿A cuántas personas has asesinado?

—A nadie, pero me he hecho demasiadas heridas para poder afirmar que sí es útil.

Yuri masajeó su abdomen, el lugar que obtuvo más golpes, y apoyó una bolsa de hielo sobre este, Aleksandra tenía el rostro cubierto por una pasta hecha por Mila para reducir la hinchazón, sus nudillos tenían una venda y su muñeca también estaba embardunada en la pasta.

Aleksandra apoyó su dedo en el costado de Yuri, bajó por las costillas y regresó, sus ojos brillaban con preocupación, Yuri tomó la muñeca y la apartó con poca delicadeza

—No has comido bien, y no puedes decirme que como demasiado cuando puedo ver tus costillas y tu columna, tus mejillas también están hundidas, no puedes negar que has adelgazado.

— ¿Y qué?, ya no compito, puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo.

—No puedes hundirte.

— ¿Me vas a detener? —Yuri apartó con desdén a Aleksandra—, no eres nadie en mi vida, no seas una maldita cotilla y ve a molestar a otros, no tienes ningún derecho a reclamarme nada, no nos conocemos y no debería importarte que hago con mi maldita viva, yo puedo hacer lo que quiera y caer en un maldito hoyo, puedo hundirme y tú no tienes el derecho de decir algo al respecto.

Aleksandra, frunció el entrecejo golpeó a Yuri en el esternón con un dedo acusador.

—No eres el único que se hunde, y si me importas Plisetsky, para tu información me encariño demasiado rápido y te has vuelto alguien importante, si te vas a rendir me decepcionas Plisetsky.

Ambos se observaron con rabia, Aleksandra apartó la mirada y llevó su mano izquierda a su cabello, sus ojos parecían haberse cristalizado y un tinte melancólico y dolido se infería por su mirada.

Yuri se sintió culpable, la chica sólo se preocupaba por él, por defenderlo recibió un golpe, la culpa se alojó en su estómago. Evitando la mirada furiosa enfocó su mirada en la muñeca y observó unas líneas blancas, como cicatrices, en su muñeca y la sujetó para observarla.

— ¿Tienes un tatuaje?

—Me lo hice con JJ, cuando él cumplió dieciocho, es una hoja de arce, mi tío lo permitió y mis padres no se han dado por enterado.

—Es lindo, Sasha, ¿Te gustaría ver un película?

Aleksandra suspiró y acunó el rostro de Yuri con su mano derecha, aceptó la disculpa implícita en esas palabras, ambos se observaron y sonrieron. Mila entró en el pequeño cuarto de ropas y observó a ambos adolescentes.

—Yurio, acabas de salir del closet, ¿Vas a entrar otra vez?

El rubio fulminó a la mujer con la mirada y colgó la camisa en un gancho, dejando que el agua rosa goteara y salpicara el suelo.

—No molestes, Bruja, tú has hecho eso muchas veces.

—Yo me defino como bisexual, tú afirmaste que eras gay.

El chico rodó los ojos y entró en la sala, se sentó al lado de Otabek y apoyó su espalda sobre el costado del mayor, cargó a Potya en sus brazos y zapeó en el televisor, Mila encendió su teléfono y movió los dedos por la pantalla como si jugara algo, Aleksandra se acostó, usando las piernas de Yuri como almohada y abrió un libro.

ErrantesWhere stories live. Discover now