Otabek cepillaba sus dientes con furia, había estado dos horas en la ducha y su hermana lo amenazó con apagar el agua caliente y entrar a las malas si no salía y se preparaba para su viaje, el kazajo se sentía culpable y deseaba borrar cualquier rastro de lo hizo hace unas horas.
Su espalda tenía arañazos, unos chupones morados adornaban su cuerpo, algunos en su clavícula, otros por su pecho, en su abdomen y otros debajo de la toalla que se enrollaba en su cintura, muy cerca de su ingle.
—Beka, sal de una maldita vez, hiciste demasiado para poder hacer este viaje tan cerca de las competencias para perder el vuelo.
Aiday golpeaba la puerta con fuerza, Otabek se colocó la ropa interior, unos pantalones cómodos y una camiseta para salir del baño.
—Dale saludos de mi parte a Sasha, y usa una bufanda o una camisa que no muestre tus chupones.
Otabek gruñó y se colocó la chaqueta, se colgó una mochila e hizo rodar la maleta, besó la mejilla de su hermana y salió del apartamento para encontrar a dos chicos y un auto frente a la acera.
—Ota, ¿Te llevamos al aeropuerto?
Aibek y Fedor lo saludaban desde el bordillo, la cajuela del carro abierta y ambos portando brillantes sonrisas.
Ambos eran los amigos de Otabek en Kazajistán, gemelos idénticos y vecinos de Otabek y Aiday desde que nacieron, ambos usaban el mismo corte de cabello, a excepción que Aibek lo había tinturado de rubio platinado, largo hasta las orejas y con un flequillo, ropa similar, mandíbula cuadrada, ojos grises, cejas delgadas y oscuras, piel ligeramente morena y sonrisas deslumbrantes.
—La pequeña Sasha cumple años cerca de la navidad ¿Cierto? —Otabek asintió mientras acomodaba las maletas en la cajuela, esperando no romper nada de lo que llevaba, Aibek lo observó desde el retrovisor con una sonrisa—, ¿Le puedes entregar un regalo de mi parte?
Los gemelos eran mayores que Otabek, ellos le habían enseñado a montar bicicleta a los hermanos Altin y cuando Otabek estaba en el extranjero ambos cuidaban de Aiday, Aibek también había sido el primer chico con el cual había estado Otabek y lo arrastraba a citas dobles o citas a ciegas para que conociera más personas.
Anastasia Pávlova, su entrenadora, los invitaba en navidad a visitar Canadá o conseguía vuelos de un día para otro en muy buenos puestos y con un valor reducido, en esos viajes los gemelos y Aiday convivían con los hermanos Leroy y Aleksandra, Aibek siempre había admirado a la pequeña niña mientras bailaba y ambos tenían una extraña amistad a distancia.
—No la ves hace tiempo, Anastasia puede conseguir los boletos.
Aibek se encogió de hombros y condujo hasta el aeropuerto mientras su hermano charlaba de manera banal con el patinador.
— Al parecer tu cita anoche no fue tan mala —Fedor señaló un chupón sobre la clavícula del menor, los gemelos se rieron.
—La chica es linda, pero Otabek quiere al Tigre Ruso, va a San Petersburgo para que el niño le desee un feliz cumpleaños y suerte en esta temporada.
Otabek frunció el entrecejo mientras sus amigos se burlaban, los ignoró mientras chateaba con Mila para sorprender a Yuri en su departamento.
Los tres llegaron al aeropuerto, Otabek descargó sus maletas, se despidió de sus amigos y les obligó a jurar que cuidarían de Aiday, pasó migración con la cabeza en las nubes y todo el viaje pensó en aquel niño ruso que no salía de su mente.
***
Aleksandra sujetaba a Yuri del brazo, el señor Nikiforov le había llamado hace poco y agradecía la interrupción para poder escapar de la fiesta.
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Errantes
Fiksi PenggemarYuri Plisetsky vive una buena vida, ganó el Grand Prix a la edad de quince años, tiene un abuelo querido y amoroso, Otabek Altin es su mejor amigo y confidente, va a tomar unas merecidas vacaciones antes de regresar a la pista. Peo a raíz de una ter...