Capítulo IV

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Yuuri se sentía algo incómodo cuando Mila lo arrastró a su departamento y lloró a mares mientras estaba sentada sobre el regazo del japonés.

La situación era algo... extraña.

Mientras Mila lloraba Yuuri pensó en sus padres, lo atacó la culpabilidad por haberse mudado, el miedo que tuvo al quizás ser rechazado y el alivio al saber que sus padres lo amaban y lo apoyaban.

Yuuri fue a servir dos vasos de agua, le entregó a Mila el suyo y tomó un sorbo mientras leía un mensaje de Viktor.

¿Puedo coquetear con Otabek?, es para ayudarlo

El líquido fue expulsado de su boca.

Mila lo observó confundida y se inclinó sobre él para leer lo que sorprendió al japonés.

—Viktor siempre es así —murmuró la pelirroja—. Gracias por calmarme, ahora estoy mejor, puedes ir con Viktor.

— ¿Qué vas a hacer?

—Hablar con Sara.

— ¿Sara Crispino?

—Sí.

La patinadora compuso una sonrisa dulce y enamorada, Yuuri le palmeó el hombro.

—Suerte.

—El único problema a parte de la distancia es Mickey, protege demasiado a Sara, aunque eso no evita que podamos escaparnos.

Mila se acostó sobre el sillón y suspiró.

—Hay momentos cuando la extraño demasiado, deseo tomar el próximo vuelo a Roma y echar a Mickey de la casa, o recorrer los templos y las iglesias.

— ¿hace cuánto...?

—No sé, aquí es difícil, ustedes dos tienen demasiadas agallas para estar acá, aunque Sara iba a venir pronto y por eso mis padres viajaban con el abuelo de Yuri, él siempre me decía: Vieja Bruja, deja de ser tan patética y di lo que sientes, cobarde.

— ¿Yuri siempre ha sido tan agresivo?

Mila negó.

La mujer se levantó del sofá y se sentó en el suelo, al lado de Yuuri.

—Él te admira mucho, insistía para que lo acompañara a ver tus presentaciones, estaba emocionado por competir este año en tu contra.

—No lo aparenta.

—Yuri es un niño muy complicado, su abuelo cumplió el papel de madre y padre, cuando se mudó a San Petersburgo se quedó en mi casa un tiempo, mis padres lo adoraban, era callado y ayudaba en lo que se le pidiera, en la pista era agresivo, consideraba que todos estaban contra él y debía ser mejor, mucho mejor.

Mila suspiró y abrazó sus rodillas, iba a hundir su cabeza en estas pero el timbre interrumpió el momento.

Yuuri fue a abrir y se encontró con los Crispino frente suyo, les dio paso y buscó con la mirada a Emil Nekola, siguiendo como garrapata a los Crispino.

Sara hablaba en italiano con su hermano, cuando entró en la sala observó a Mila hecha un ovillo en el suelo y corrió a abrazarla.

Michele Crispino observó algo incómodo a Yuuri, como si recordara cuando el japonés decidió abrazar a todos los competidores en la Copa Rostelecom.

Ambos hombres se quedaron algo incómodos en la entrada, pero Sara y Mila eran ajenas a eso, Sara susurraba palabras en italiano y ruso para calmar a Mila.

ErrantesWhere stories live. Discover now