Capítulo III

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— ¿Pediste un psiquiatra? —Viktor revoloteaba por el consultorio tomando los juguetes infantiles.

—Psicólogo —especificó Yakov—.  Cuando murieron tus padres también contrate uno.

—Fue divertido, logre darme cuenta de muchas cosas.

Otabek se sintió un intruso, se suponía que Yuri debía estar con su familia, y él era un simple intruso.

—Mucho gusto —dijo una voz femenina en titubeante ruso, con un acento que le recordó a sus intentos de hablar ruso cuando llegó al país para entrenar—. Mi nombre es Amanda Thids y yo... ¡DIOS SANTO ERES OTABEK ALTÍN, Y ES VIKTOR NIKIFOROV!

Otabek se giró y observó a una mujer de piel morena, grandes ojos negros y una melena rizada y negra cubierta por un gorro.

—Disculpen, es nueva —dijo una voz burlesca y la mujer cerró la puerta.

—Lo siento —Amanda respiró profundamente—. Como decía yo seré su psicóloga, ¿Quién es el paciente?

—Yuri Plisetsky.

La mujer se tapó la boca con la mano como si bloqueara el grito que estaba por salir.

—Veo que eres una gran fanática —Viktor se acercó al escritorio de la mujer y colocó el brazo sobre los hombros de Otabek, el kazajo sintió el impulso de apartarlo—. Mi amigo y yo podemos darte un autógrafo si lo deseas, podemos presentarte otros patinadores.

La mujer asintió.

—Pero nos gustaría que mantuviera esto en secreto, no queremos que la prensa se entere ni nada, ¿o sí?

—Un placer.

Viktor sonrió y se sentó al lado de Otabek.

—Yuri Plisetsky... —leyó Amanda—. Perdió a su abuelo y su madre... no relación con el padre...

La mujer tomó una libreta entre sus manos y observó críticamente a los tres hombres.

—Definan su relación con Yuri, el rol en su vida.

—Su entrenador.

—Me admira —Viktor se encogió de hombros, como si fuera lo más obvio.

—Amigos.

— ¿Yuri ha tenido alguna novia, ha salido con alguien, es cercano a alguien?

—Es muy unido a Mila, vive sólo, tiene un gato.

— ¿Ha tenido, o tiene novia?

—No —respondieron los tres al tiempo.

— ¿Conocen a alguien que Yuri admire o quiera?

Yakov se encogió de hombros.

—Lilia, supongo.

Viktor negó con la cabeza.

—Yuuko y Yuuri.

Viktor se balanceaba lentamente en la silla pero cayó de espaldas al escuchar eso.

— ¿Yuuri, mi Yuuri?

—Sí, siempre los ha admirado, a ambos, su manera de demostrarlo es superarlos, intentar alcanzar sus logros e ir más allá.

—Por eso se quejaba después del Prix del año pasado —Viktor asintió y sonrió.

— ¿Yuri suele ser agresivo?

—Sí —dijeron todos a la vez.

— ¿Hay algún lugar que suela frecuentar, o que le provoque tranquilidad?

Viktor se encogió de hombros al igual que Yakov.

—Hasetsu, le encantó ir a las aguas termales e insistía en que debía ir o probar un baño japonés, como mínimo —Otabek tamborileó sus dedos contra el muslo—, le encanta ver las auroras boreales y desea visitar Islandia y Groenlandia para verlas mejor.

Amanda lo miró con los ojos entrecerrados, se inclinó sobre la mesa.

— ¿Tiene algo planeado para el futuro, algún deseo?

—A Yuri le gusta la música y la danza.

— ¿Tiene otros compañeros cercanos en su colegio?

—Profesor privado.

—Es importante que tenga amigos de su edad o que pasen por la misma etapa —Amanda se reclinó en la silla y entrelazó los dedos sobre las rodillas—, las personas cercanas a Yuri son mayores, han vivido más y tienen otras experiencias, todos ustedes han ido a bares, fiestas, han tenido parejas, Yuri no, él necesita personas de su edad, que tengan su experiencia, mientras se recupera de su herida es mejor que entre en una escuela, recomiendo un enfoque en humanidades, una buena Escuela de Enseñanza Gumnazi queda cerca de la pista, y ellos se enfocan en fomentar las relaciones humanas.

— ¿Algo más?

—No lo traten de manera diferente, pero no hablen de su abuelo o madre como si nada.

Viktor obligó a Otabek firmar un papel para la psicóloga, con su actitud alegre, Viktor los sacó del consultorio y los llevó a la entrada del hospital.

—Conoces muy bien a Yurio, Otabek.

Otabek se encogió de hombros.

—Yakov, ¿Podrías preguntar sobre la habitación de Yurio?, Otabek, me acompañas a comprar algo de comida.

Yakov hizo lo que pidió Viktor y Otabek fue arrastrado por el hospital hasta encontrar una cafetería.

— ¿Qué es lo que sientes por Yurio?

—Yo...

— ¿Te gusta Yurio?

Otabek asintió.

—Y él no se ha dado cuenta, ¿Qué vas a hacer al respecto?

—No sé.

Viktor sonrió de medio lado y le palmeó el hombro.

—Aquí estoy yo para ayudarte, ahora necesita un apoyo moral, es el mejor momento para acercarse.

—Eso es demasiado interesado.

—No, sé su amigo, pero has pequeñas cosas para enamorarlo al mismo tiempo, un sutil coqueteo, es sencillo.

Otabek frunció el entrecejo y observó dudoso al hombre.

—Me encanta pasar tiempo a tu lado, Otabek.

Viktor sonrió dulcemente, parpadeó de manera lenta y seductora, posó su mano sobre el puño de Otabek y apretó suavemente.

—Es un placer estar hablando contigo.

Otabek quitó la mano de manera rápida y observó anonadado a Viktor.

— ¿Fue demasiado explicito?

Otabek asintió.

—Bueno, creo que te enseñaré a coquetear.

ErrantesWhere stories live. Discover now