Prólogo: Un nuevo comienzo

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-Bueno...

¿Por dónde empiezo?. Nunca he tenido muy buena suerte, más bien parece como si el mundo me odiara.

Desde niño, Nunca fui bueno en la escuela, fallaba en cada examen y prueba, lo que llevo a varios regaños por parte de mis padres. Luego de demasiados intentos y por milagro llegue a la universidad y me gradué, me aparte de mis padres y tome mi camino, ¿pero eso se considera mala suerte? pues no, pero aquí es donde comenzó todo.

Conseguí un trabajo, nada relacionado con respecto a lo que estudie, la paga era mala, pero acepte. Fui fastidiado por mis compañeros de trabajo, pues era algo torpe, recibía regaños de mi jefe casi todo el tiempo, no me alcanzaba para pagar la renta. Una vez tuve novia, pero terminó dejandome por otro(en cierto modo fue gracioso). En otra ocasión tuve un accidente de tránsito, donde el otro sujeto tuvo la culpa, pero fue a mí a quien le revocaron la licencia por varios meses. Y para rematar, me llegó una terrible noticia, mis madre... Había sido asesinada...

Esa fue la gota que derramó el vaso, ya no tenía porque vivir, así que tome una soga... Y le puse fin a todo.

(En otro mundo).

En un mundo muy colorido, seis ponys de varios colores, se enfrentaban a una extraña criatura. Discord, el rey del caos y la desarmonia.

Un rayo arcoiris fue disparado hacia él, proveniente de las seis ponys, lentamente su cuerpo se estaba convirtiendo en piedra, desde la punta de sus pies hasta su cuello, pero el draconecus, dirigió unas últimas palabras:

-Podre haber perdido, pero mientras me extrañan, alguien vendrá y... podremos jugar más tiempo la próxima vez.

Su cuerpo completo se convirtió en piedra, una gigantesca explosión arcoiris cubrió Ponyville y se disipó en un gran destello de luz.

(Fuera de Ponyville).

Lo que parecía ser un chico humano de no más de unos 17 años, estaba recostado en un árbol, aparentemente dormido. Poco a poco empezó a abrir los ojos, recuperando poco a poco sus sentidos hasta que volvió completamente en sí.

La sombra del árbol, ocultaba su apariencia, este se puso lentamente de pie y el sol cayó directamente sobre él, revelando por completo su apariencia.

Su ropa consistía en una camiseta blanca de mangas largas algo floja, unos pantalones azules de lona, era bastante alto, su cabello tenía una forma algo alborotado y era de color café claro con un mechón negro que llegaba hasta su nariz y con ojos parecidos a un color miel, pero más claro.

Dio unos pasos antes de volver a caer sobre sus rodillas. Una sensación de nausea recorrió su cuerpo teniendo que poner su mano izquierda sobre su boca y apoyándose en el suelo con la otra para luego caer sobre su espalda, viendo hacia el cielo. Su mente aún divagaba, tratando de asimilar todo.

- "¿Que rayos está pasando?... ¿No se supone que debería estar.... muerto?
A no ser que ya esté en el paraíso"- pensaba el joven, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Su expresión paso de una sonrisa a un ceño fruncido.

- Pero esto es demasiado... Real para mí- levantó su mano frente a él, abriendo y cerrando su puño, asegurándose de que no fuera una mala jugada de su cerebro.

Se volvió a levantar para estar en una mejor posición sentado. Trató de ponerse de pie una vez más y esta vez no cayó. Levantó sus manos sobre su cabeza, estirándose y dando un gran suspiro, bajando sus brazos colocándolos en su cintura.

- Solo me falta que haya viajado a otro mundo. He leído algunas historias así, solo espero ese no sea el caso, de ser así, de seguro tendría que pelear una guerra que no es mía o algo por el estilo, pero con mi suerte es muy probable que no y todo se convierta en la misma basura de siempre.

Primero Muero, Y Ahora Estoy En... ¡¿Equestria?!   [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora