Carta número 1.

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Dedicada al que fue el héroe de mi infancia.

Hola papá, soy yo, ¿me recuerdas?

Soy tu primera y única hija, aquella que nació un siete de marzo, aquella cuya primera palabra fue papá. Soy aquella niña que, aún siendo bien pequeña, cada vez que sonaba el teléfono decía tu nombre deseando que fueras tú. Soy aquella niña de tres años que te esperaba en la puerta de casa al llegar del trabajo, aquella a la que cogías en brazos sin cesar y a la que alzabas para poner la estrella al árbol de navidad. Aquella a la que enseñaste a montar en bici, a jugar a las cartas, a nadar... Soy tu pequeña bailarina, tu pequeña jugadora de fútbol que al final ha acabado jugando al baloncesto, pero que a pesar de eso tú entrenabas los fines de semana al fútbol. Soy aquella niña de dos años a la que tuviste que llevar al hospital porque no podía respirar, aquella que siempre estaba enferma y nadie sabía por qué. Soy aquella niña de seis años a la que llevabas a Madrid al hospital cada tres meses. Pero también soy a aquella que has olvidado y dejado atrás por una nueva familia, por nuevas hijas que ni si quiera son tuyas. 

¿Sabes qué? Aún recuerdo aquel día de navidad, yo tenía tres años y nos quedamos los dos solos poniendo el árbol de navidad, mamá se había ido a trabajar y llegaría tarde. Recuerdo que estábamos jugando y sin querer tiramos al suelo uno de los adornos favoritos de mamá. Recuerdo que lo escondimos en uno de los cajones más altos del salón porque mamá no miraría ahí y, cuando llegó nos hicimos los tontos. Lo acabó descubriendo con el tiempo pero pensó que había sido ella quien lo rompió y no nosotros. También recuerdo a la perfección los domingos por la mañana que me sentabas en tus rodillas y desayunábamos los dos del mismo tazón de leche, era y es la mezcla más rara que he visto en mi vida pero se ha vuelto mi desayuno favorito con el paso del tiempo. Recuerdo que echabas una cuchara y media de cola-cao y una de azúcar en la leche y, después, mezclabas una magdalena con galletas maría. Recuerdo estar los cuatro, mamá, tú, el pequeño y yo sentados en la mesa de la cocina y yo sobre tus rodillas sentada desayunando con una cuchara pequeña mientras tú lo hacías con una grande, cosas así jamás se me olvidarán. Tú siempre has sido mi héroe, desde bien pequeña siempre he sido una niña de papá, hasta que pasó. Hasta ese momento yo era feliz. 

Recuerdo ese día como si fuera ayer, era el día seis de enero del 2013, día de reyes, pero nosotros habíamos ido a cenar la noche anterior a casa de mi abuela materna y nos habíais dado los regalos esa noche. Justamente esa semana yo había estado enferma con cuarenta de fiebre, aunque eso ya es tan normal en mí que es como si cualquier persona tuviera treinta y ocho. Recuerdo que nos habíamos quedado solos porque mi hermano y mi madre se habían ido a ver una película a un taller infantil que había. Yo estaba jugando con el mecano de mi hermano intentando construir un coche, como los que nos gustaban a nosotros dos. Entonces tú te sentaste con migo en la alfombra y me lo dijiste. "Tú madre y yo lo hemos estado hablando y... nos vamos a divorciar" esas fueron tus palabras aquel día, pero mi respuesta no te la esperabas, yo ya lo sabía, os había oído hablar un tiempo antes en la cocina cuando se suponía que tenía que estar durmiendo. En aquella época yo tenía doce años, acababa de pasar a secundaría y estaba empezando con la edad del pavo, se puede decir que estaba en la peor época para que algo así me pasara, pero pasó. Recuerdo que aún habiéndolo sabido de antes, mi reacción fue la esperada, supongo. No podía parar de llorar, y tú solo me abrazabas, pero yo no quería que me abrazaras, yo solo quería que te quedaras y no te fueras. 

Recuerdo esos dos primeros meses como los peores de mi vida, el primer mes de yo saberlo oía cómo cada noche a las once te ibas de casa, notaba cómo el ambiente era tenso durante el día y cómo mentíais a mi hermano. Lloraba todas las noches cuando oía la puerta de la calle abrirse y entonces sabía que te marchabas. Al mes siguiente se lo dijisteis a mi hermano, en ese caso fue mi madre la que se lo dijo. Recuerdo su cara perfectamente cuando llegué a casa del instituto y estaba él en el salón, llorando. "No te vallas tú también, por favor, eres la única que me queda. No me dejes solo." Eso fue lo que me dijo cuando me abrazó diciendo que se lo había dicho mi madre. Se me calló el alma a los pies, se me partió el corazón, él solo tenía siete años. 

Al poco tiempo nos presentaste a tu novia, solo te veía un fin de semana cada dos semanas, igual que ahora, igual que estos últimos cuatro años. Apenas me diste tiempo de asimilar todo cuando ya te mudaste con tu novia y sus dos hijas. Con el paso del tiempo nos distanciamos hasta quedar en lo que hoy en día somos, un padre y una hija, sin más. Ya no eres mi héroe, ya no eres mi papá. Ya no soy tu niña pequeña, ya no soy tu jugadora de fútbol. Ahora eres mi padre, al cual quiero mucho, pero no siento lo mismo que sentía antes, ya no siento esa admiración que te tenía cuando era niña. Ahora soy una chica de casi diecisiete años que solo tiene pequeños recuerdos del que era su héroe. Pero en estos momentos sigo siendo esa niña pequeña que llora escribiendo esta carta que jamás leerás. 

Aún tengo muchas cosas más que decirte, pero eso será en otra carta. De momento solo quiero que sepas que, a pesar de todo, te echo de menos, y que me alegro de que seas felíz con tu nueva familia, aunque sé que nosotros siempre seremos tus hijos y lo primero para ti, a veces me cuesta verlo, pero de vez en cuando veo un pequeño rastro de ese hombre que me abrazaba en el sillón cuando estaba enferma. 

Te quiero papá.

De tu pequeña bailarina, de tu niña pequeña, de tu hija de diecisiete años. 

Simplemente de mí. 

Cartas para él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora