Carta número 22.

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Anoche.

Anoche junté todas mis fuerzas e intenté mantenerme en pie, mantenerme firme en mis convicciones a pesar de que la noche no fue fácil. Pero realmente nunca nada ha sido fácil, no puedes intentar cuidar a personas que no quieren ser cuidadas, no puedes ayudar a alguien a quien no quieren que la ayuden, no puedes esperar que los demás hagan por ti lo mismo que tú haces por ellos. 

Lleva detrás de mí semanas, meses, pero sé que no es lo que busco, sé que él no dice la verdad cuando dice que ahí le tengo, solo quiere pasar un buen rato conmigo, usarme para satisfacer sus necesidades en una noche, después se irá con otra en cuanto me gire. Eso me decía a mí misma en cada minuto que pasaba con él anoche. 

Fui a recogerle a su casa, pero no iba sola, regla de chicas me dijeron mis amigas, no te vamos a dejar sola ni un minuto porque cuando menos te lo esperes se lanza, me dijo una. Llegamos juntas, permanecemos juntas, nos vamos juntas, me dijo la otra. Pero la realidad fue totalmente diferente, y puede que yo buscase esos momentos inconscientemente, puede que en algún momento de la noche fuese yo la que iba a buscarle, pero sí estaba sola, sí me dejaron sola. Sí llegamos juntas, pero no permanecimos juntas ni nos fuimos juntas. 

Pero no las culpo, ellas no tienen que cuidar de mí, igual que tampoco quieren que yo cuide de ellas aunque yo sí que las haya pedido ayuda para esto. Y es que yo me conozco en estos temas, sé que me gusta sufrir sabiendo que él no busca lo mismo que yo, y usa mi punto débil para intentar sacar su propio beneficio. 

Anoche fui fuerte por mí misma. No mentiré, pedí ayuda en alguna ocasión, y en algún momento sí que me dieron esa ayuda, pero parece que se olvida pronto cuando todo a tu alrededor parece estar bien. No notas que hay personas a tu alrededor que se derrumban por dentro intentando no caer en las garras de un depredador o sufriendo por un amor no correspondido, que prácticamente viene a ser lo mismo. Pero yo sí pude notarlo, sí pude notar que no solo yo me desmoronaba poco a poco, sino que mientras que una persona bastante importante para mí podía reconstruir su alma y corazón roto otra ahogaba sus penas en alcohol con la escusa de que era su cumpleaños. 

Yo pude notarlo, las almas rotas se notan entre ellas.

Pero aún sabiendo que no debo, que no tengo que hacerle caso, no hacer caso de sus caricias y besos "amistosos", de sus palabras bonitas, no puedo evitar sentirme mal, me siento destrozada, yo no estaba bien, pero esto me ha hundido más. 

El simple pensamiento de él siendo así y pidiéndome intentar algo hace que mi corazón se estruje. Él es un golfo, no trata con mucha delicadeza a las chicas, se lía con quien quiere y cuando quiere, lo cual está todo bien, no hay problema con ello, pero aún cuando todo el mundo le dice que así nunca encontrará pareja estable yo solo puedo pensar en que si fuera siempre como fue anoche yo misma se la daría. 

No me gusta, tengo claro que no me gusta, no pienso en él las 24 horas del día, ni me pongo nerviosa cuando quedamos en grupo, pero tiene algo que cuando estamos solos mi cabeza es opacada por la sensación de dejarse llevar, me río con él, me gusta pasar tiempo con él cuando estamos bien.

Anoche fui fuerte, cuando llegué a casa todo mi cuerpo olía a él, toda mi ropa estaba impregnada con su olor, quería llorar, quería escribirle, quería dormir y no pensar en él. Pero mi mejor amiga a la que le dediqué la anterior carta apareció, y su visita no hizo más que empeorar la situación. 

Una de mis mejores amigas me hizo una pregunta mientras la llevaba a casa. ¿Qué vas a hacer con él? Me dijo. No lo sé, respondí yo acompañándolo de un resoplido. No sé qué hacer, mi cabeza está llena de pensamiento que no debería de tener, pensamientos poco sanos, pensamientos que yo ya he tenido y que se apoderaron de mí durante gran parte de mi adolescencia y que pensaba que me había librado de ellos, pero no es así, porque nosotros mismos somos nuestros peores jueces, somos nuestros más estrictos críticos, y aunque intento amarme a mí misma, solo quiero rendirme a mi suerte. Porque una ya se cansa de que la utilicen por interés.

Anoche al llegar a casa me dije a mí misma que me esforzaría en cambiar, que me querría y cuidaría a mí misma por mucho que me costase, pero esta mañana las cosas no han hecho más que empeorar, y todo se ha vuelto más negro. Pero no quiero esto, siempre habrá un anoche, el negro puede ser el nuevo blanco.

Anoche no dormí.

Anoche no lloré. 

Y con eso, puedo vivir.

Poco a poco, minuto a minuto.

Anoche pensé de más, esta noche quizás piense de menos.

Cartas para él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora