Carta número 21.

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Querida mejor amiga:

Estos días has sido la que me ha estado acompañando minuto a minuto, pese a que he estado rodeada de gente, pese a que no estaba en casa, pese a que estaba lejos no me conseguí deshacerme de ti, siempre a mi lado, acompañándome en todo momento, en cada paso que he dado.

Hace mucho que te conozco, demasiado diría yo, y aunque no te he presentado mucho estas últimas tres semanas te volviste la parte fundamental de mi día, nos volvimos inseparables. 

Pero tengo que decirlo, querida mejor amiga, no me haces ningún bien. 

Querida soledad, te lo pido, te lo suplico, déjame, al menos, unos minutos para poder recomponerme de una vez. 

Es cierto, cuanto más rodeado de gente estás, más solo te sientes, pero eso solo se debe a una espina tan grande que a veces se vuelve una flecha clavada en tu corazón. Hace que se forme un nudo en el estómago, hace que te replantees absolutamente todo lo que te rodea, hace que no te sientas querida, que aunque la gente de tu alrededor diga lo contrario no eres capaz de ver ninguna luz. 

Las ganas de salir desaparecieron dejando paso al cansancio de vivir, a las lágrimas, a las ganas de enfrascarme en la música que tengo guardada en el rincón de los recuerdos que ahora necesito escuchar para poder sentirme una pizca mejor. Mis ganas de sonreír se convirtieron en ganas de correr de la gente, de esconderme, de tener miedo de hablar, de tener miedo de estar con las personas a las que en algún momento llamé amigos. 

Escribir es un desahogo, pero también es una forma de mostrar mi vulnerabilidad, pero por eso lo hago, porque a todos nos gusta ser mártires de nuestras desgracias, así nos sentimos peor de lo que estamos. 

Pero no me malinterpretes mejor amiga, no lo hago por dar pena, por hacer que la gente se preocupe, solo quiero hacerte entender que necesito respirar, necesito sentirme bien conmigo misma, necesito encontrarme y quererme, pero no puedo avanzar si tú me retienes entre llantos y canciones nocturnas. 

No voy a mentir, me invento excusas para no ir a ningún plan, me he vuelto demasiado buena mintiendo, tan buena que hasta yo me creo mis propias mentiras. Pero no puedo permitirme eso, no puedo dejar que todo siga así, porque cuando te das cuenta de que tienes problemas contigo misma te das cuenta de que la gente usa tus puntos débiles para aprovecharse, entonces es momento de intentar ser fuerte, de no dejarse vencer, de no sentirme opacada por ti.

He dicho basta, he dicho que no pasará, pero como ya he dicho, soy una buena mentirosa, todo el mundo me ha creído, lo que no han visto es que ni yo me creo que no lo haré. Y todo gracias a ti, que me acompañas tan de cerca. 

Esta noche volveré a llorar en mi cama hasta quedarme dormida, tendré pesadillas de nuevo y dormiré mal, como me solía pasar. Mañana por la mañana me levantaré y me miraré al espejo con los restos del rímel que no he podido desmaquillar bien al llegar a casa arrastrándome por las escaleras del portal mientras llegaba subía, y me diré lo patética que soy.

Pero tranquila, mañana te veré a ti, pasaremos el día juntas, y con un poco de suerte te perderé unos minutos por la tarde, o al menos eso espero.

Saludos, tu vieja y mejor amiga. 

Cartas para él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora