Capítulo 11

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Y las cosas suceden cuando tienen que pasar

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Y las cosas suceden cuando tienen que pasar. Los momentos se viven en el momento indicado. Sólo vive, a veces desperdiciamos la vida en algo tan insignificante.

Camino apresurada hacia la siguiente clase, necesito llegar a tiempo, no quiero perderme ningún detalle de la clase. El profesor empieza a explicar tan puntual que no sé si en su vida se le ha pasado un minuto, porque siempre es tan exacto. Claro ahora entiendo, por eso enseña cálculo.

Al fin llego y apenas va a rozar la punta del marcador con el material de la pizarra. ¡Uf, qué progreso! Me siento en el único asiento disponible y extraigo rápidamente el cuaderno y cualquier lapicero para ir a su ritmo.

-Hola.

Alguien susurra a mi costado y doy un pequeño respingo ladeando la cara hacia la persona que me ha asustado.

-¡Joder! Casi me matas del susto -lo reprimo colocando de nuevo mi atención en el profesor.

Ríe en silencio.

-Lo siento. Sólo quería saludarte -Se encoge de hombros inocente.

Sonrío.

-Estaba muy apurada, ni siquiera me fije que estabas a la par.

Me devuelve la sonrisa con emoción.

-Lo sé, lo he notado.

-Escucho voces, guarden silencio porque no vuelvo a explicar -zanja el profesor dándonos la espalda pero continúa escribiendo.

Frederick y yo nos damos una mirada rápida, colocando nuestra atención en el vetusto. Prefiero ponerle atención que salir mal en la prueba, no es que se me dificulte. Sin embargo, es mejor prevenir que lamentar.

Las siguientes horas se pasan muy lentas, supongo que es por dos cosas: quiero salir de clases e ir a la cita con el doctor guaperas. Me siento tan ansiosa para ser honesta, tengo ganas de verlo, el ser tan guapo no me cansa de admirarlo, es como ver un paraíso, es lo mejor que mis ojos pueden ver.

Y mierda, me siento tan cursi.

No hay noche que no me duerma pensando en él, en las pocas palabras bonitas que me ha regalado y muchos menos, dejo de pensar cuando me dijo guapa. Para mí, eso fue un maldito sueño. Y soñar con él, es lo mejor de mis noches.

En conclusión, no puedo dejar de pensar en él.

El timbre suena, tomo con agilidad mis pertenencias y las guardo en mi bolso. Tengo prisa pero antes paso por el baño a darme un vistazo y retocarme el natural maquillaje que me coloco a diario. A veces suele darme pereza por lo que, cuando tengo una clase de solamente un turno, no me maquillo. Siento que es gastar producto en vano.

Camino hacia la parada del autobús cuando alguien me llama:

-¡Hey! ¿Dónde vas tan apresurada?

Cerca del cielo. ©️ #GA2018 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora