No se puede siempre dar todo en bandeja de plata. Las cosas cuestan y se debe luchar, lo que fácil viene, fácil se va.
-Perdón que los interrumpa. Sólo quería entregarles este folleto, cualquier servicio que deseen, estamos a la orden.
El chico le entrega el papel a Derick, mientras me devuelvo a la cocina para terminar de llenar los vasos. Cuando me dirijo a la sala, les entrego la bebida pero después de unos minutos, Bari habla:
-Tengo hambre -Lloriquea como un bebé-. ¿Compramos chucherías en la pul? -nos consulta.
Me encojo de hombros, encendiendo el televisor.
-¿Natza podrías ir si yo invito? Tengo flojera de levantar este sensual trasero del sillón.
Ruedo los ojos extendiendo la mano para que me entregue el dinero, la pulpería no queda lejos en realidad pero a la vez da desgano caminar, sin embargo, tengo un antojo de un helado.
-Te acompaño -dice de pronto mi amigo cuando me levanto.
-Está bien -acepto porque en realidad me da pereza ir sola.
Ya ven amigos, que la pereza puede ser contagiosa.
Salimos del portón y comenzamos nuestro recorrido de dos cuadras, el silencio reina aproximadamente los siguientes minutos hasta que Frederick decide romper el silencio:
-¿Cómo sigues de tu herida?
Ladeo mi rostro para mirarlo, él posee la mirada al frente pero cuando siente que lo estoy mirando, me devuelve la mirada con una media sonrisa. La principal característica de este chico, es mantener la mayoría de su tiempo, las manos dentro de los bolsillos de su jeans, es su toque personal de tímido y apuesto.
-Mejor, gracias. Poco a poco se van retirando los hilos conforme se vaya limpiando la herida. Sólo queda unos cuantos -respondo mirando por donde camino, a veces suelo ser muy torpe y no quiero carecer de dientes.
-¡Hey, qué bien! -exclama con emoción, luego cierra su boca dejándome de mirar pero cuando desciende la mirada sonríe.
-¿Qué te sucede, loco? -le pregunto divertida por su comportamiento.
-No nada, solo miraba lo hermosa que eres, y con el tiempo ha aumentado la cualidad -Me mira de nuevo.
-Frederick yo...
-Está bien, no digas nada. Soy el culpable de perder lo más valioso de este mundo -Realiza un gesto de tristeza.
Me detengo y coloco la mano en su hombro con una sonrisa.
-Eres un buen amigo Frederick, no me perdiste del todo.
-Pero te perdí en el área más importante.
Roza su dedo con mi cachete de manera suave y por poco tiempo ya que alguien nos interrumpe:
-Natzareth.
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Cerca del cielo. ©️ #GA2018
Romance¿Qué pasaría si un día estuvieras dándote un baño y sientes una masa circular y de un tamaño no adecuado en alguno de tus pechos? Miedo. Miedo es lo que sintió Natzareth aquella tarde en que abrió paso a dos caminos. Dos caminos que la pueden hacer...