Capítulo 9

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Siempre nos hacemos una pregunta: ¿es destino o casualidad?

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Siempre nos hacemos una pregunta: ¿es destino o casualidad?

Muchas veces creemos que es una casualidad toparse a una persona y que sea parte importante de tu vida conforme pasa el tiempo, que quizá, solamente fue esa casualidad que te hizo sembrar una gran amistad. Sin embargo, no se puede creer que se tenga un cierto lazo con una persona que se vio antes y nunca se imagina que se puede convertir en una persona relevante. Y aunque haya probabilidad de que sea una casualidad, siempre he creído que todo tiene su destino, que todo está escrito, que se tiene un propósito.

Me encuentro en el auto con mi padre, me va a ir a dejar al hospital, luego se irá a laborar, como todos los días.
Ayer después de que llegamos a casa, nos sentamos y entablamos una conversación debido a su problema, decidimos juntos cambiar un poco la dieta, a veces nos excedemos con algunas cosas.

En realidad, casi no consumimos frutas cuando deberíamos de comer aunque sea una al día, los vegetales sí comemos, pero la grasa gana en mayoría.

Siento que me muero, no pude desayunar absolutamente nada y me estoy desmayando del hambre pero debo ser fuerte, controlarme de no ir a comprarme algo. Es como una droga, si no se consume, se comienza a tener ansiedad y claro, esto es una necesidad fisiológica, es aún peor.

Me bajo del auto pero antes de ello, le deposito un beso en la mejilla de mi padre. Camino hacia el interior del edificio hospitalario de cuatro pisos.

Me encuentro en un ensimismamiento al estar pensando en la comida que no he podido comer, en serio que es difícil, son las 05:00, tengo muchísimo sueño aparte para agregarle a mi condición; cuando de repente no percato de que casi me caigo al compactar con un cuerpo muy grande y frondoso.

Cierto tacto se establece en mi espalda y en mi cintura, la otra temperatura cercana a mí me produce una revolución en todo el cuerpo.

Malditas sensaciones de mierda.

-¿Acaso debo prevenirla siempre, señorita Benavent?

Clava su mirada en mí, un cosquilleo en mi estómago comienza a molestarme o a gustarme, creo que es la última.

Poso mi mirada en él, sin saber qué decir.

Como es de costumbre, mi órgano palpitador se acelera como a millón de palpitaciones por minuto. No sé qué mierda tiene este hombre aquí presente que suele causar efectos como estos en mí.
Esbozo una pequeña sonrisa.

-Suelo ser muy torpe de vez en cuando, doctor.

-No tanto, señorita Benavent -Me suelta poco a poco hasta que me recompongo de la casi caída-. ¿Cómo está? -sonríe de medio lado.

Como está vestido, nunca creería que es un doctor, realmente se ve muy apuesto, como dicen las malas lenguas, para chuparse los dedos.

*inserta cara de pervertida*

Cerca del cielo. ©️ #GA2018 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora