Y si la oscuridad no parece dispersarse, solo tú tienes el poder de encontrar la luz.
Bajo la mirada, doy un leve suspiro, me inclino para tomar la bata que se encuentra en el suelo, luego lo desecho en el basurero. Alzo la mirada dando el primer paso para salir pero una mirada me ancla en el piso, una mirada dolida y decepcionada.
-Ross...
-No -Me detiene con su mano-. No hables más, hablame cuando estés seguro de lo que quieres mientras, necesito que no me lastimes, por favor -habla con determinación pero puedo percibir su dolor en cada palabra que sale de su boca.
Luego de ello, sale de mi vista. Paso la mano por mi cabello con exasperación. Camino hacia el área de mi trabajo, mi turno ha terminado por lo que me dirijo hacia el marcador, ingreso mi salida a las 4:00 pm. Ando hacia el estacionamiento, me subo al auto retirándome la bata pero antes de tirarla al asiento trasero, la llevo a mi nariz para oler su aroma de uva que aún la siento presente.
Giro la llave prendiendo mi transporte pero esta vez dejo la bata en mis piernas, comienzo a conducir hacia mi casa. Abro los portones con un botón que posee mi automóvil, estaciono el auto y abro la puerta principal. Mis dos pequeños saltan al verme.
-¿Cómo están mis bebés? -Me arrodillo y acaricio a los dos mientras sus colitas no dejan de moverse.
Ladran tratando de treparse para lamer mi rostro pero son tan pequeños que no llegan.-¿Desean acompañar a papá en una noche de copas? -les pregunto con una afligida sonrisa.
Obtengo otra respuesta en forma de ladrido.
Les doy una última caricia y me levanto para ir a la cocina y tomar una botella de alcohol, solo quiero olvidar por esta noche todo el tormento que me persigue. Salgo a la alberca me siento entre dos sillas playeras, mientras Joey y Keeva se suben uno a cada lado.
Comienzo con el primer trago.
El segundo.
El tercero.
El cuarto.
El quinto.
El sexto.
Y ya no me doy cuenta de cuantos me he bebido porque mi mirada se posa en la oscura tela y en las estrellas brillantes que adornan aquel cielo. Siento como mi cuerpo empieza a sentirse pesado, uno que otro mareo me acompaña cuando me levanto para traer otra botella.
Continuo mirando el cielo, me transporto hacia esa noche, aquella en la que por primera vez la bese y fue lo más único que pude sentir.
Escucho un sonido proveniente de Joey, lo miro y él me mira con una mirada triste. Sé que no le gusta verme así, puedo saberlo, porque los tres mantenemos una conexión. Keeva baja de su asiento y se sube al de Joey, ambos me miran con atención esperando que les cuente qué me tiene de esa manera.
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Cerca del cielo. ©️ #GA2018
Romance¿Qué pasaría si un día estuvieras dándote un baño y sientes una masa circular y de un tamaño no adecuado en alguno de tus pechos? Miedo. Miedo es lo que sintió Natzareth aquella tarde en que abrió paso a dos caminos. Dos caminos que la pueden hacer...