Dos

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Prendió un cigarrillo, mientras iba caminando a casa de su amigo.
Tomó su celular y se lo llevó al oído.
—Ey papi, ya estoy yendo —sonrió divertido.
"—No me digas así, estúpido."
—Pero si te encanta —rió al escuchar el tono molesto de Stephan.
Soltó el humo por su boca y miró hacia arriba.
—Me parece que no podremos salir.
"—¿Por qué?"
—Deja de pajearte y mira por la ventana.
"—Estoy bañándome."
—Wou, me siento alagado, atendiste mi llamada aun bañándote.
"—Si te atendí, fue por el simple hecho de creer que eras Becca."
Una carcajada se escapó de sus labios al escuchar aquello.
—¿Me estás jodiendo verdad? Que gobernado te tiene hermano. Me das lástima.
"—Cierra la boca, te veo cuando llegues."
—Okay.
Guardó el celular, y cuando estaba por darle otra calada, observó a una bonita rubia cruzar de vereda y dirigirse a la misma dirección que él.
Sonrió, antes de ir tras ella.
—¿Las muñecas cobran vida de noche?
—Eso es insultante, ¿Lo sabes? —le reclamó molesta, sin siquiera voltear a verlo—. Con la cantidad de androides que aun buscan liberar, y tú diciendo esas estupideces.
—Ya, que mal genio.
Rodó los ojos y continuó caminando.
—No sabía que vendrías a casa de Stephan también.
—Mi papá me pidió traerle unos archivos a mi hermano.
Hizo una mueca de asco al tener al muchacho a su lado.
—¿Qué te pasa?
—Detesto el olor a cigarrillo, me da asco.
—A veces creo que detestas cualquier cosa que venga de mi.
—¿En serio crees eso?
—Sí.
Se giró y le enseñó el dedo medio de su mano izquierda, haciéndolo reír.
—¿Pero por qué mierda me-?
—El anillo, idiota —le dijo interrumpiéndolo.
Lo miró curioso, y luego sonrió, confundido.
—No creí que aun lo tendrías.
—¿Por qué no lo haría? Fue un regalo después de todo.
—Porque siempre rechazas todo lo que te doy.

-o-o-o-o-

Años atrás—

—¿Quieres venir?
—¿A dónde?
—Hoy es el cumpleaños de mi tía.
—Mm —pensó el pequeño rubio—. Pero no tengo que regalarle.
—Eso es lo de menos, Luca.
—Por supuesto que no. Iré a un cumpleaños sin ser invitado, lo mínimo que puedo hacer, es darle un presente. ¿A qué hora es?
—A las seis.
—Okay, aun faltan dos horas, creo que algo podré comprarle.
—¿A dónde vas? —le preguntó Stephan al ver que se dirigía hacia la puerta de la habitación.
—A hablar con mi mamá, estaré aquí a las cinco y medio —le dijo antes de irse.

-o-o-o-o-

—¿Y qué quieres regalarle?
—No lo sé ma, te traje a ti porque eres mujer y se supone que sabes que les gusta.
—Pero yo no soy una niña —sonrió Tiana.
—Pero tienes una hija, piensa ma.
—Mm, déjame ver.
—¿Sabes qué? Vamos a una joyería, a todas las mujeres le gusta eso.
—¿Cuántos años cumple la niña?
—No lo sé, ¿Ocho? ¿Nueve?
—Ay hijo, si eres así ahora, no sé que serás de grande. Le tendrías que haber preguntado a Stephan.
—Compremos algo que tenga rosa, a todas las niñas les gusta el rosa.
—Estás generalizando.
—¿Lila?

-o-o-o-o-

—Vamos, ven.
—No, no quiero —pronunció con timidez.
—Vamos Lizzie, ha venido a saludarte, debes ir.
—P-Pero no quiero Becca.
—Solo ve, y dile, hola, gracias por venir, sonríes, y ya está.
—Mejor hazlo tú por mi.
—Aish, no —le dijo rodando los ojos, tomándola de una de sus manos—. Iremos juntas, pero se lo dirás tú.
Se acercaron ambas hasta el rubio, quien estaba observando que comería.
—Hola —Pronunció Becca con simpleza, sonriendo.
—Hola Becca—le dijo él sonriendo también.
—Dile hola —murmuró a Lizeth, apretando su mano.
—Hola —susurró la pequeña rubia, mirando hacia abajo.
Sonrió, sabía que era tímida, y aunque le gustaba molestar a los niños así, no lo haría con ella.
—Oye, feliz cumpleaños, esto es para ti —le dijo entregándole una bolsa rosa, con el logo dorado de la marca en su centro, y un bonito moño blanco.
—Wau —exclamó la castaña, al ver donde lo había comprado.
Timidamente lo tomó.
—Gracias.
—Pues ábrelo, me costó mucho elegir que te regalaría.
Asintió  con la cabeza y abrió la bolsa, sacando una cajiga rosa.
—¿Es un collar? —preguntó Becca.
—Nop, no es un collar, deja que ella adivine que es.
La abrió, y se encontró con un anillo dorado, con una piedra roja en su centro.
—Mi mamá dijo que rosa no, porque era generalizar creer que el rosa es para niñas, pensé en lila, pero no había nada lila, así que, preferí ese con una piedra roja, un rubí.

-o-o-o-o-

—Actualmente—

—En ese momento no sabía que era un rubí, o su precio, hoy sé que fue una locura que le regalarás un anillo de oro con un rubí, a una niña de nueve años.
—Yo tampoco sabía que darte, simplemente entramos a la joyería con mi mamá, y le dije que comprara algo bonito para ti.
—¿No lo habías elegido tú?
—Sí, entre lo que ella escogió, yo elegí ese.
Miró el anillo y tocó la piedra con la punta de su dedo.
—¿Puedo saber qué te hizo cambiar?
—No sé a que te refieres.
—De ser una niña tímida, a alguien tan seria y amargada.
Suspiró, y podría haberlo mandado al diablo, pero no lo hizo.
—Las personas te hacen cambiar, Luca.
—¿Las personas? ¿Quienes?
—Sufrí de hostigamiento cuando iba a la escuela, por mi mamá. Hasta que mis padres decidieron que mejor era tener clases en mi casa.
—¿Por lo qué ella es?
—Sí.
—Lo siento, y encima yo... te hago bromas estúpidas.
—Está bien, sé que tú no lo haces con mala intención.
—Sabes, yo también dejé la escuela, solo que luego de terminar el primario. No era lo mío. Mis papás me dejaron estudiar lo que a mi me gustaba, apoyándome en lo que realmente era bueno.
—¿Y qué es eso?
—Los idiomas —sonrío—. He aprendido muchos a lo largo de estos años.
—¿En serio? —preguntó sorprendida.
—Así es, pero él que más me ha gustado, es el francés.
—Eso es genial.
Su celular comenzó a sonar, y al ver de quien se trataba, cerró los ojos por unos segundos.
—Hola pa, ya estoy volviendo, solo me quedé a saludar, en unos minutos estoy —le dijo antes de cortar la llamada.
—¿Te controlan el tiempo?
—Solo se preocupa por mi —pronunció caminando rápidamente hacia la casa de Noah.
—Sé que estás ocupada ahora, pero... Me gustaría hablar contigo otro día.
—Am... No creo que sea buena idea.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—Lizzie-
—Se me hace tarde —lo interrumpió.
Suspiró y la dejó irse, encendiendo otro cigarrillo.
Ella siempre lo evitaba, y no sabía porqué.

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora