VEINTISÉIS

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—¿Cómo te sientes?
—Creo que bien, no lo sé —pronunció la castaña mientras teclaba un par de cosas en su ordenador.
—¿Y él como actuó?
—Normal, o sea... No sé como explicarlo Lizzie. Fue extraño, éramos como dos desconocidos, comiendo un helado.
—Lo imagino.
—Ahora lo único que me interesa es graduarme, no quiero pensar en Stephan, ni en ningún otro chico.
—Me parece bien, Becca —sonrió la rubia, abrazándola—. ¡Nos graduaremos!
La muchacha sonrió levemente.
—Sí, aunque yo hace un tiempo tendría que haberme graduado.
—Eso es lo de menos, Becca. Lo importante es que terminaremos nuestros estudios, y luego iremos juntas a la universidad.

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—Y esta será tu oficina, aquí te traerán los archivos y documentos que necesiten ser traducidos.
—Okay —pronunció sorprendido.
Era una oficina muy lujosa, con una hermosa vista hacia la ciudad.
De noche debía tener una vista espectacular.
—Si necesitas algo, solo llámame. Estaré en el piso catorce.
—De acuerdo —sonrió el rubio.
Sí, aquel era su primer día de trabajo en la empresa de Noah.
Había temido por un momento, tener que encontrase con Aiden. Realmente no quería ver al padre de Lizzie, pero Noah le había asegurado que Aiden trabajaba en otra dependencia.
Un correo llegó a su ordenador, y era la solicitud de traducir un nuevo anuncio, y publicidad para los alimentos.
Noah tenía una marca de alimentos orgánicos, y en esa época que se encontraban, era muy difícil conseguir alimentos saludables, libre de químicos y transgénicos.
Principal motivo, por el que se había ganado gran reconocimiento en el mercado mundial.

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—Hice otro —sonrió tímidamente, entregándole un dibujo.
—Es hermoso. cariño. Ven, lo pegaremos en la nevera ¿quieres? —le dijo Nina con una suave sonrisa.
—Sí —asintió Ileana, siguiéndola por detrás hacia la cocina.
—Noah y Stephan llegaran en un rato, ¿te gustaría ayudarme a prepararles algo delicioso?
—¿Qué cosa?
—Mm, veamos en el libro, y lo que te guste —pronunció buscando su libro de cocina—. Lo haremos juntas.
—¿Cualquier cosa? —preguntó curiosa la niña, sentándose en una silla, mientras Nina le acercaba el libro.
—Lo qué quieras.
—Me gusta el chocolate.
—A mi también, es deliciosos —sonrió la castaña, acariciando el cabello de la niña.

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Se presionó contra ella, escuchándola jadear bajo, mientras besaba su cuello con devoción, y sentía las suaves caricias de ella en su espalda.
—Luca —pronunció en un bajo.
Sonrió, y besó sus labios, probó su boca en un ansiado beso, moviéndose suavemente contra su entrepierna.
—Para —le dijo alejándolo, agitada.
—¿Qué? —Preguntó confundido.
—No —murmuró negando con la cabeza—. No... Quiero hacerlo.
¿Era una broma? Se preguntó frustrado. Estaban los dos en ropa interior, y él más duro no podía estar.
—Pero mi amor-
—No me siento lista aún.
Respiró profundo varias veces, intentando recuperar el autocontrol.
—Está bien —le dijo saliendo de encima de ella.
Se acostó a su lado, miró el techo de su habitación, sintiéndose tan frustrado. Maldiciendo su suerte.
—Lo siento.
—Está bien, Lizzie... No pasa nada —murmuró.
Se sentó, y le dio la espalda, sintiéndose una estúpida. Sólo quería tomar su ropa e irse de allí.
De seguro, Luca nunca había pasado por algo así, y ella que era su novia... No podía corresponderle.
—Ey, ¿Qué haces?
—M-Me voy —pronunció en un tono tembloroso, tomando su camiseta.
Suspiró y se sentó detrás de ella, abrazándola.
—¿Por qué quieres irte?
—P-Por que sí... Soy una estúpida.
—Yo no pienso que seas una estúpida —le dijo apoyando su mentón sobre el hombro de ella—. Pienso que eres una chica hermosa.
—N-No.
—¿Cómo que no? —sonrió besando su mejilla—. Sí lo eres, preciosa.
—Soy... Una estúpida por no corresponderte.
Respiró profundo, y negó con la cabeza.
—Claro que no, Lizzie. Es algo muy bonito que quieras esperar, eres la primera chica que piensa así con la que he estado, y está bien. Yo voy a esperarte. No quiero que hagamos algo, de lo que puedas arrepentirte luego.
—P-Pero-
—Te amo —pronunció bajo, estrechándola entre sus brazos por la cintura.
Estremeciéndola por aquellas palabras.
—Y no te preocupes, creo que mi mano y yo, seguiremos teniendo sesiones "románticas" un tiempo más —sonrió divertido.
—L-Luca —susurró apenada.
—De algo debo vivir, amor —le dijo con diversión, besándola.

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Pestañeó confundida, no podía ser cierto, ellos... se habían cuidado. Desde su último bebé lo habían hecho.
Y ya no era tan joven, ni siquiera sabía como lo iba a tomar su marido.
Respiró profundo, y observó una vez más aquel resultado, sin saber como sentirse.
—Ann, ésta noche iremos a casa de Josh, ¿Dónde está Lizzie?
Miró a su mujer, ella estaba pálida, y aunque lo estuviese mirando, no había dicho nada.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
—N-No, es... Otra cosa amor.
—¿Qué tienes, Ann?
—Estoy embarazada.
Abrió sus ojos, completamente desconcertado.
—¿Embarazada? ¿Pero cómo? Nosotros nos hemos cuidado.
—N-No lo sé, A-Aiden... ¿Estás molesto?
—No, solo qué... No me esperaba algo así. Nosotros ya no somos jóvenes, Ann.
—Lo sé, Aiden. Pero no es mi culpa —sollozó.
—Nunca te culpé —le dijo abrazándola—. Es sólo que no lo esperaba.
—Pero ya esta aquí.
—Sí amor, y lo querremos como a todos nuestros hijos. Creo... Que quizás debería decirle a Josh que la cena será en casa, e invitar a Noah también. Así le daremos la noticia a todos juntos.

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—Mírala, es perfecta.
—Yo no quiero a esa mujer, quiero a Lizeth Mc'Kallister —masculló molesto.
—Ella puede convertirse en esa chica si quieres.
—¿Cuándo entenderás que no quiero otra que no sea ella?
—Literalmente, es ella.
—¿Qué? —pronunció desconcertado, observando a la jovencita dentro de aquella CCC.
—Para evitarnos problemas de secuestrar a una chica fuertemente ligada a los derechos de los androides y humanos articiales, te cree un clon de esa muchacha.
—Los clones no funcionan, sabes que nacen fallados, y no viven mucho tiempo.
—Eso era antes. Ahora los clones son posibles, y puedes usar a esta chica, para lo quieras.

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora