Once

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—¿Por qué venimos aquí? —preguntó curiosa Nerea, al ver la casa donde se encontraban.
—Tengo una conocida que te ayudará.
—¿Una amiga?
—No, ella dice que no somos amigos.
—¿Y por qué venimos entonces? No es tu amiga, ¿Por qué me ayudaría?
—Porque es muy buena y servicial.
Lizzie salió de su casa, y sonrió al ver a ambos rubios del otro lado del portón.
—Hola —Saludó colocando su mano en el panel de control, y luego pasando una tarjeta.
—Wou, ¿Eso debes hacer siempre que quieras abrir la puerta?
—Sí, eso requiere el sistema de seguridad.
—¿Y si debes entrar de urgencia?
—Solo basta que apoye mi mano en el panel, y pronuncie un código, para que se active el modo de seguridad.
—¿Y qué hace?
—Muchas preguntas, y ni nos hemos presentado —la interrumpió Luca sonriendo.
—Es verdad, mi nombre es Nerea —le dijo la niña a Lizzie.
—Bienvenida a mi casa Nerea, yo soy Lizeth, pero puedes decirme Lizzie.
—Sí, la conocida de mi hermano —sonrió.
Lizeth observó expectante a Luca, y él solo se encogió de hombros.
—Es lo que tu dijiste, ¿recuerdas?
—Luego hablaremos de eso —murmuró con cierta molestia en su voz—. Siganme —les dijo girándose para volver a su casa.
Luca y su hermana la siguieron por atrás, hacía mucho tiempo el rubio no entraba a esa casa.
—¿Me esperan un momento? Iré a la cocina por algo, sientense donde quieran.
Se dirigieron a la sala, y allí estaba una niña de cabello negro, acariciando a un gato anaranjado.
—Hola —saludó Luca.
Nerea por su parte no dijo nada, se quedó a un lado de su hermano.
Con los adultos era muy sociable, pero cuando se trataba de niños... Prefería no hablar con ellos.
—Hola —Saludó la niña sonriendo—. Ustedes deben ser las visitas de Lizzie.
—Y tú su hermanita, vaya, la última vez que te vi, usabas pañales aún —sonrió Luca.
—¿En serio?
—Ajá, quizás tendrías dos o tres años. Ella es mi hermana, Nerea.
—Hola, yo soy Gisselle.
—Hola —saludó bajo la rubia.
Ver a esa niña, y sentir angustia. Era hermosa  como sus compañeras. Una pequeña nariz, grandes ojos azules, facciones  completamente delicadas.
—¿Te gustan las gatos? Yo tengo dos, el es Frederick, y el otro se llama chocolate, pero no se donde está.
Luca sonrió divertido al escuchar el nombre del gato.
—¿Cómo lo llamaste? ¿Frederick?
—Sí, tiene cara de Frederick.
Río divertido, bajo.
—Sí, creo que tienes razón, tiene cara de Fred.
Nerea también sonrió, y eso alivió un poco a Luca.
Sabía que conociera a la hermana menor de Lizzie, sería algo positivo para la suya.

-o-o-o-o-

—Así que conocida.
—Eso dijiste tú cuando te pedí ir al centro, "nosotros ni siquiera somos amigos."
—Creí que las mujeres eran las de buena memoria —sonrió Lizzie.
—¿Cómo crees que aprendí tantos idiomas?
Palmeó los bolsillos de su pantalón, y luego su chaqueta, encontrando así su caja de cigarrillo.
Al ver el ceño fruncido de Lizzie, sonrió y se puso de pie.
—Tranquila, no iba a fumar aquí adentro.
—No deberías fumar.
—Hay tantas cosas que no deberíamos hacer, y hacemos igual.
Lo siguió por detrás, y una vez en la galería, encendió su cigarrillo.
—¿Por qué fumas? Eso daña tu salud.
—Porque me gusta, y te dañará más a ti, así que mejor entra.
Miró el cigarrillo, y luego al chico, antes de quitárselo de las manos.
—¿Qué haces? —sonrió divertido.
—No quiero que fumes.
—Lizzie.
—Esto de daña la salud, ¿Desde cuándo lo haces?
—No lo sé, dieciséis, dámelo.
—Dos años arruinando tu vida.
—Si no me lo das, encenderé otro.
—Hazlo, y te lo quitaré también.
Suspiró resignado y guardó los cigarrillos.
—Okay, no fumaré.
—Gracias —Sonrió.
—De nada, eres un fastidio, rubia.
—¿Tus padres no tuvieron problema de dejar venir a Nerea contigo?
—No —pronunció buscando un chicle en su chaqueta—. Ellos saben porque lo hice.
—¿Qué buscas?
—Algo para masticar, o... Terminaré fumando un cigarrillo.
—¿En serio?
—Sí, me pone nervioso, lo necesito. Soy un maldito adicto a la nicotina.
—¿H-Hablas en serio?
—Otra razón para que me detestes —sonrió llevándose el chicle a los labios.
—Yo no te destesto. Es verdad que antes... No me caías muy bien, pero no te destesto.
—¿Antes? ¿Y ahora sí?
—Supongo que te juzgué sin realmente conocerte.
Se giró, y observó a Nerea reír y hablar con Gisselle. La niña se veía muy tranquila y cómoda.
—Eso es lo que ella necesita, personas positivas que la hagan sentir bien, como tu hermanita.
—Gisse es un amor, aunque no lo creas, tienes muchos amigos. Es luz.
—Lo es. Nerea no tiene un solo amigo verdadero.
—Eso es triste.
—Sí...
Su celular comenzó a sonar, y se lo llevó al oído, sonriendo.
—Hola bebé, ¿Me extrañabas?
Lizzie lo observó con el ceño fruncido.
—Ya voy a ir a verte, que celosa.
—Iré con las niñas —susurró la rubia al escuchar aquello.
Luca sonrió divertido, y la tomó de la muñeca, impidiéndole que se fuera.
—Oye, salúdala —pronunció antes de alejarse el celular de la oreja y dárselo a Lizeth.
Ella lo miró con confusión.
—Quiere hablar contigo.
—¿Quien?
—Mi novia.
—¿Qué?
El rubio rodó los ojos y tomó la mano de Lizzie con la cual tenía el celular, y se la colocó en la oreja.
"—¿Lizzie?"
—¿Steph?
"—Sí, no sabía que Luca estaba en tu casa. Tiana nos avisó que había viajado, pero no sabíamos donde estaba."
—Sí, él y su hermanita están aquí.
Observó la sonrisa divertida, burlona con la que se cargaba el rubio. Y quiso golpearlo, por hacerse el gracioso.
"—Me quedo más tranquilo, dile que los esperamos esta noche para cenar."
—Okay, nos vemos Steph, saludos.
Cortó la llamada, y le entregó el celular, sin decir nada.
—Vaya rubia, ¿eres celosa?
—¿Qué te hace pensar eso?
—El hecho de que solo bastaron tres palabras, bebé, celosa y novia, para que te pusieras seria.
—Eres un idiota —le dijo antes de entrar a la casa.
Río bajo, y la siguió por detrás.

-o-o-o-o-

—Hola Lizzie.
—Hola Becca, ¿Qué tal el viaje? ¿La playa?
—Bien —pronunció con una suave sonrisa—. Mi mamá tenía razón, esto realmente funciona.
—¿Chicos lindos?
—¡Muchos! —Exclamó riendo.
Lizzie también río y negó con la cabeza.
—Oye, compórtate, es un viaje de familia.
—Lo sé, lo sé. ¿Y cómo éstas tú?
—Am... Bien.
—Mm, eso no me suena a verdad.
Se acostó en su cama, ambas estaban hablando por videollamada.
—Es que me siento confundida.
—¿Con qué?
—Tú crees... ¿Qué alguien, simplemente, puede gustarte de la noche a la mañana?

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora