Doce

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Era obvio que de noche no la dejarían salir, y tampoco quería mentirles a sus padres, por lo que... Su cena en la playa, tendría que ser o un desayuno, o un almuerzo.
Se mordió el labio inferior, y abrió su billetera, observando sus tarjetas de créditos.
Tenía mas dinero allí que en efectivo, pero, no tenía idea de cuanto le saldría reservar un sector en la playa.
Y fue entonces cuando tomó en cuenta, el dinero que había gastado Luca por ella.

-o-o-o-o-

—Hola Steph ¿Está Luca?
—Lizzie, ¿Qué haces tan temprano aqui? —preguntó somnoliento Stephan, abriendo la puerta.
—Vine a buscarlo.
La llevó hasta la sala, y durmiendo en el sofá, estaba el rubio.
—No quiso dormir conmigo, así que se quedó ahí.
—Está bien, gracias —sonrió al ver como estaba.
Hasta para dormir era un desastre ese muchacho.
—De nada, estaré en mi habitación, cualquier cosa avísame. Creo que mis papás salieron ya.
—¿A dónde?
—Llevaron a Iliana a hacerse sus controles.
—No te preocupes, no estaré mucho.
—De acuerdo —pronunció subiendo las escaleras.
Se acercó hasta Luca. Tenía una pierna colgando por un lado del sofá, un brazo sobre su cabeza, y el otro descansado sobre su vientre.
Lo tocó con el dedo índice en la frente, susurrando.
—Luca, despierta.
Y en dormido, quitó su mano, gruñendo.
—Déjame dormir.
—Luca.
—No me jodas.
—Soy Lizeth.
Abrió sus ojos con pereza, y al verla, se pasó una mano por el rostro, y con la otra se cubrió con las sábanas.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a buscarte.
—¿Para qué?
—¿Recuerdas nuestra cena? Pues, será desayuno.
—¿Qué hora es?
—Las siete y veinte.
—¿Qué? ¿Las siete de la mañana? Dios —bufó, girándose en el sofá, dándole la espalda—. Déjame dormir, luego si quieres, vamos.
—No, ya está todo preparado.
—Quiero dormir.
—Puedes dormir en el camino.
Respiró profundo, y luego suspiró, sentándose en el sofá.
—¿Vamos? —sonrió la rubia.

-o-o-o-o-

¿Cuánto había durado despierto? solo los primeros quince minutos del viaje.
Y ahí estaba Luca, dormido en el asiento trasero del auto, apoyando su cabeza contra el hombro de Lizzie.
Ella giró su rostro, y lo observó en silencio.
¿Tanto le podía costar levantarse temprano? ¿O es que se había ido ir a dormir muy tarde?
Podía sentir la fragancia de su colonia, y el shampoo en su cabello. Se había bañado antes de salir, y olía muy bien.
Sonrió y corrió varios mechones de su frente, que aun estaban húmedos.
Y dormido, pasó uno de sus brazos sobre el vientre de Lizzie, abrazándose a ella.
Abrió sus ojos sorprendida, y se quedó quieta, casi sin respirar.
Su corazón latía con fuerza, y aquello era nuevo, nunca antes lo había sentido.
Un sensación extraña en su pecho, en su vientre.
Y se maldijo por aquello. No, ella no quería sentirlo.

-o-o-o-o-

—Tendría que haber traído mis lentes de sol —se quejó cubriéndose los ojos.
—El sol no está tan fuerte.
—Para ti que no se te parte la cabeza.
—¿Tienes resaca?
—Tal vez.
Rodó los ojos y continuaron caminando por la arena.
Aquello había sido una estupidez, ella no le debía nada a él, solo estaba perdiendo el tiempo.
Luca nunca sería el tipo de chico que a ella le gustaba.
Él... Fumaba, tomaba, su vida era una fiesta, libre de responsabilidades.
No tenía ambiciones, siquiera sabía si pensaba en su futuro, o solo vivía el día a día.
—¿En que piensas? Estás muy callada.
—En nada.
—¿Estás molesta? Tú me despiertas temprano ¿Y te enojas?
—Puedes irte si quieres, Luca.
La tomó del brazo, deteniéndola.
—Ey, si hay alguien que tiene derecho de estar molesto, soy yo, no tú.
—Sí, fue una mala idea.
Suspiró cansado y comenzó a caminar hacia el bar que estaba en la playa, sin soltarla.
—Me lastimas.
—No te estoy tomando tan fuerte.
—Sí lo haces.
Bajó su mano, y entrelazó sus dedos con los de ella.
Y allí estaba otra vez, esas malditas sensaciones en su vientre y pecho.
Esa emoción... Que le causaba un simple roce.
—Buenos días, mi nombre es Frederick, ¿Qué les gustaría que le prepare?
—Como tu gato —sonrió el rubio.
—¿Disculpa?
—Nada, ignórelo, aun está bajo los efectos del alcohol. Un café para ambos estaría bien, gracias.
—En seguida señorita.
—Me haces quedar como un borracho.
—Si tienes resaca, por algo será ¿verdad?
—Por quedarme hasta tarde jugando con el idiota de tu sobrino. Y sus prendas, ¿O qué? ¿creías que me fui de putas?
—Habla bien, no estamos solos.
—Y tú no estás con Colin.
—¿Qué?
—Esto es lo que soy, Lizeth, si planeas estar conmigo, no esperes otra cosa. Yo no lo hago de ti, no espero seas otra persona por estar conmigo.

-o-o-o-o-

—No sé que le pasa a tu tía.
—¿A donde fueron? —preguntó curioso Stephan.
Ambos estaban sentados en la alfombra, con  sus joysticks.
—A playa a desayunar, pero fue una mierda. Ella estaba de malhumor, siendo que la de idea fue suya, y vino a buscarme a mi.
—Seguro tú lo arruinaste.
—Yo no hice nada. Creo que es bipolar o algo así. A la mañana llegó toda sonriente aquí, y en la playa, fue la misma que conocí desde siempre.
—Tal vez le gustas.
—Ja, sí claro.
—Las chicas son complicadas.
—Hablando de complicadas, ¿Qué sabes de la celópata?
—No la llames así, y no he vuelto a hablar con Becca. Quiero darle su espacio.

-o-o-o-o-

Se sentía frustrada, molesta, confundida, una mezcla de sentimientos que la ponían de muy mal humor.
Y necesitaba a Becca, pero no quería molestarla, su amiga ya tenía sus propios problemas.
Miró el collar y su anillo, y los guardó en su mesa de noche, antes de salir de su habitación.
Necesitaba despejar su mente, salir un rato.
—Lizzie, lleva esto a casa de tu hermano —le dijo su padre al verla en la sala.
—¿Qué? Estaba por salir a dar un paseo, y-
—Puedes hacerlo luego de llevarle esto, lo necesita para mañana.
Suspiró y tomó el usb.
—De acuerdo.
—Gracias hija.
—De nada pa —murmuró sin ganas.
Era imposible no ver un usb, y pensar inmediatamente en Luca.
Y seguramente lo vería, ya que se estaba quedando allí.

-o-o-o-o-

—¿Te duele mucho?
—No —sonrió adolorido.
Mentira, le dolía como la mierda, y los malditos analgésicos aun no le hacían efecto.
—¿Quieres que te traiga algo?
—Un vaso de jugo.
—Okay, tú te quedas quieto —le dijo Nerea antes de irse.
Sonrió y asintió con la cabeza, recostándose contra el respaldo del sofá.
Era la primera vez que se lesionaba entrenando, y vaya que le dolía horrible el hombro.
—¡Stephen! ¡Llaman! —gritó desde la sala al escuchar el timbre.
Al no recibir respuesta, no le quedó más que levantarse él.
Bufó con molestia, y al abrir la puerta, se encontró con Lizzie.
—¿Qué te pasó? ¿Estás bien? —preguntó preocupada al ver su brazo y hombro vendado.
—Sí, solo un desgarro.
—No entiendo porque se esfuerzan tanto entrenando.
—Este cuerpo no se consigue comiendo no más —sonrió.
Y fue entonces que tomó en cuenta, que el muchacho estaba sin camiseta.

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora