Todos los besos que me imaginé, vuelven al lugar donde los vi crecer.
En Saturno, viven los hijos que nunca tuvimos.
En Plutón, aún se oyen gritos de amor.
En la Luna, gritan a solas tu voz y mi voz.
Pidiendo perdón, cosa que nunca pudimos hacer peor...Pablo Alborán.
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.—Son dos malditos apestosos —se quejó juntando con asco, los deshechos de sus gatos, que habían hecho en su caja de arena.
Los miró, y luego suspiró rodando los ojos.
—Apestosos, y muy tiernos.
Los escuchó maullar a los gatitos, mientras tiraba todo en el cesto de basura.
—Ya, ya les doy de comer.
Se dirigió hasta la cocina, y buscó la bolsa con su comida.
—Y no ensucien tanto, este departamento ahora apesta por ustedes —bufó mientras le dejaba los dos platitos en el suelo, e iba a abrir las ventanas.
Escuchó que alguien tocaba la puerta, y con mucha pereza, se dirigió a abrirla.
—Luca, ¿Qué haces en bóxer aún?
Sonrió, y le dio un beso corto en los labios a Lizzie, dejándola pasar.
—Recién me despierto.
—Pero mi amor, son las doce del medio día.
—Es domingo, Lizzie.
—Luca, hoy se suponía que ibamos a almorzar en casa.
—Oh, cierto —suspiró—. Lo olvidé por completo. Me baño y vamos.
—¿Hablas en serio?
—Sí, no voy a salir sin bañarme.
—No hablo de eso. Dijiste que tus padres también estarían, ¿olvidaste eso también?
—¡Demonios! —exclamó corriendo hasta su habitación.
Al tomar el celular que estaba en su mesa de noche, notó que tenía más de quince llamadas perdidas de su madre, cinco de su padre, unas cinco más de Nerea... Y ni contar los mensajes.
Si no fuera por sus gatos, que lo despertaron minutos antes de que llegara Lizeth, él quizás aún seguiría durmiendo.-o-o-o-o-
—¿Por qué papá luce tan molesto?
—Hoy vendrá a almorzar la familia de Luca, y sabes como es tu padre. No le agrada el novio de tu hermana.
—¿Por qué no? —preguntó curiosa Gisselle, mientras acomodaba en la mesa los platos que su madre le iba pasando.
—Tu padre es muy celoso.
—¿Lo será también conmigo?
—De eso no hay dudas —sonrió la morena.
Terminó de ayudar a su madre, y se fue hasta el despacho de Aiden, donde el rubio estaba trabajando.
—¿Puedo pasar?
—Pasa hija —le dijo en un tono calmo.
Pero en su rostro podía verse claramente lo molesto que estaba.
—Papi.
—Dime.
—Pronto cumpliré doce años.
—Lo sé.
—Y pues... —pronunció pasando su dedo sobre el escritorio, insegura.
—No más animales, Gisselle.
—No, no, no es un animal, papi.
—¿Entonces? —le inquirió sin apartar la vista de su ordenador.
—Tengo un amigo.
Dejó de teclear, y arqueó una ceja, incrédulo de creer lo que había escuchado.
—¿Qué?
—S-Su nombre es Gerard y-
—No.
—Pero, si no me has oído aún.
—La respuesta es no, Gisselle —le dijo serio.
—Pero papá-
—Ya bastante tengo con el idiota que eligió tu hermana. No.
—Es mi amigo, sólo... Me había invitado un helado —murmuró mirando hacia abajo.
—Ya sabes mi respuesta.
Asintió con la cabeza en silencio, y salió de la oficina.
Aiden suspiró, y se quitó los lentes, frotándose suavemente los ojos.
¿Amigo? ¿Ir a tomar un helado? ¡Ni loco! Su hija solo era una niña, muy ingenua como su madre.
Y no era lo único que compartía con su progenitora. Ver a Gisselle, era como ver a Ann a su edad.
Mismo color de cabello, sus ojos no eran verdes del todo, pero habían cambiado. Ya no tenía el azul con el que había nacido.
Negó con la cabeza, y se colocó los lentes una vez más. Debía terminar con aquel informe, antes de que llegara la familia de su... Yerno.-o-o-o-o-
—Stephan.
—Becca, gracias por venir —le dijo saludándola.
—¿Qué pasa?
—Estoy por irme del país, un tiempo... Bastante largo. Y quería verte antes de hacerlo.
—¿Cómo qué irás? ¿Por qué?
—Becca, yo —pronunció respirando profundo, intentando de encontrar valor.
—Me estás asustando, Steph —le dijo preocupada.
—No sé como decírtelo. No sé como lo tomarás.
—Puedes hacerlo, eres... Mi amigo —murmuró con pesar lo último.
—Me gustan los hombres.
Abrió sus ojos, desconcertada.
—¿Q-Qué? ¿Eres g-gay?
—No, bueno... Yo no lo sé —pronunció frustrado—. Me siento confundido.
—N-No puedo creerlo —le dijo en un hilo de voz—. Yo... No puedo.
—No es fácil para mi contarte esto, porque sé que te estoy lastimando. Y creeme que es lo último que quiero.
Los ojos de él, estaban al borde de las lágrimas.
—Becca yo te amo. Te amo como mi amiga, como una hermana, y sé que mi amor por ti, no es el mismo que tú sientes por mi. Y lamento mucho... Si te confundí, las veces que te lastimé, que te hice llorar. Lo siento, juro que lo hago.
—¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? —le preguntó comenzando a sollozar—. Sólo una oportunidad, sólo eso quería que me dieras.
—No puedo hacerlo, porque no sentimos lo mismo. Sólo te dañaría más. Te estarías engañando.
Se acercó a ella, y la abrazó, con fuerza.
—Lo siento, Becca. Perdóname, por favor.
—S-Sólo quédate así... U-Un poco más.-o-o-o-o-
—Aiden, ellos ya han llegado.
—Iré cuando termine.
Suspiró, y se acercó a su marido, colocándose detrás de él, y abrazándolo, pasando sus brazos por encima de sus hombros.
—Gruñón, vamos. Luego puedes terminar eso.
—Ann, estoy ocupado. Esto es más importante, que ese estúpido almuerzo.
—Aiden, para Lizzie esto es muy importante —le dijo seria—. Deja de ser tan egoísta.
—No me gusta ese pendejo, mucho menos su familia. No actuaré como sí lo hicieran.
—Tendrás que hacerlo, por ella. Debes aceptarlo, quieras o no. Es el chico que nuestra hija eligió.
—¿A caso sabes de ellos? Su madre eligió a ese tipo, solo por su dinero. Él ni siquiera es su hijo biológico. ¿Qué tipo de ejemplos crees que ha tenido?
—No sé, y no me importa tampoco. Lo único que me interesa, es la felicidad de mi hija, y esa ahora es Luca.
—Déjame solo, Ann, debe terminar con esto.
Negó con la cabeza, y se alejó de él.
—Los años pasan, y tú no cambias Aiden. Y no es decepción lo que siento, es... Tristeza. Entiendo que quieras proteger a Lizzie, pero solo la estás lastimando. Si tan solo pudieses ver, el amor que hay entre ambos, la sonrisa verdadera que existe entre ambos cuando se miran. Jamás vi a nuestra hija tan radiante, como ahora que está con él....
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¿Y si me dices que sí?
Teen FictionBecca ha estado enamorada de Stephan desde que eran pequeños, incluso, podría afirmar desde el primer día que se vieron. ¿Pero Stephan? ¿Qué sentía por Becca? Bueno... El muchacho no lo sabía con exactitud, solo que ella era importante. Pero no era...