Dieciséis

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—No te había visto fumar en todo el día, creí que ibas a dejarlo.
—Sí, bueno, lo intenté y fallé.
—Pero lo intentaste, ese es un gran avance hijo.
—No lo creo, no lo estaba haciendo por mi.
—¿Por quién entonces?
—Por una chica —pronunció mirando hacia abajo, mirando como el humo lentamente se perdía en el aire—. Pero no soy suficiente para ella, así que... Que más da.
Lo observó, y sonrió, acariciando su cabello.
—Te pareces tanto a tu madre, que jamás creí que tú serías rechazado en tu vida.
—Lo de afuera no lo es todo siempre.
—¿La quieres?
—No lo sé pa. Es muy pronto para saberlo, pero si me gustaría que fuera mi novia. Es la primera vez que siento algo así por alguien. Pero es imposible.
—¿Quien dice que lo es?
—Ella, y... Su padre básicamente jamás me dejaría estar con ella, lo cual no me importaría, si no fuera porque hace todo lo que ellos quieren.
—Cuando conocí a tu madre, creí que era la mujer más hermosa que jamás vería, y pudiera tener. No soy estúpido Luca, sé que ella solo estuvo, y está conmigo por mi dinero.
El muchacho lo observó con pesar.
—Pa.
—Y cuando me dijo que estaba embarazada de ti, tuve mis dudas, pero no importó. Mucho menos cuando me contó la verdad, y ella me dijo que lo único que quería era formar una familia conmigo. Tú sabes que mi familia jamás la aceptó, y eso no me detuvo. Tampoco debería detenerte a ti la familia de esta chica.
—El problema es ella.
—Estás renunciando muy rápido.
—¿Tú eres feliz? —se animó a preguntar el rubio.
—Tengo salud, trabajo, la mujer que amo y dos maravillosos hijos, por supuesto que soy feliz.

-o-o-o-o-

Joder, Romeo si que la había tenido fácil para ver a Julieta, pero él... ¿Cómo demonios entraría a esa casa?
Era imposible si no era invitado, solo terminaria detenido por invadir propiedad privada.
Y Lizzie no le abriría, era claro que no quería verlo.
Stephan.
Observó a su amigo, ambos estaban en la misma habitación, sólo que el moreno durmiendo.
Y no era para menos, eran como las dos de la mañana.
—Ey, despierta.
Se giró en la cama, dándole la espalda.
—Dale Stephan, levantate.
—¿Qué demonios quieres?
—Necesito un favor.
—¿Qué hora es?
—No lo sé, tarde.
—No jodas y duérmete.
—Si pudiera dormir, no estaría hablándote.
—Cierra los ojos y ya.
—Llama a Lizzie.
—¿Qué?
—Que llames a tu tía.
—No llamaré a Lizeth en la madrugada por ti. Mi abuelo me mandará a la mierda.
—Necesito verla.
—Con mayor razón no lo haré.
—Te estoy pidiendo un favor, Stephan.
—Si quieres, la voy a buscar mañana en la mañana, pero ahora duérmete.
—Son muchas horas para esperar.
—Verás que se pasan rápido durmiendo.

-o-o-o-o-

—¿Qué ocurre? Te ves muy triste.
—Solo no pude dormir bien anoche —pronunció bajo Lizzie.
—¿Segura es solo por eso?
—Sí.
Stephan la observó, preguntándose que había pasado realmente entre su amigo y ella.
—¿A dónde vamos Steph? Porque por aquí, no queda tu casa —le dijo mientras miraba la ciudad.
—Ah, sí... Pues quería mostrarte algo que compré.
—¿Qué cosa?
—Compré un piso.
—¿Qué?
—Sip, creo que la casa es muy grande para mi solo cuando vengo sin mis padres, además de que está en el centro de la ciudad. Sé que tienes muy buen ojo para la decoración, y quería que me ayudaras.
—¿En serio? Wou Steph, felicidades.
—Gracias —sonrió mientras entraban en la playa de estacionamiento.
Llegaron hasta la recepción, y el muchacho bufó, comenzando a buscar algo en su chaqueta.
—¿Qué ocurre?
—Me olvidé el celular en el auto, ¿quiere ir subiendo?
—Está bien.
Sonrió y le pasó una tarjeta.
—Piso quince —le dijo antes de salir.
Miró curiosa el ascensor, y no tardó en llegar al piso de Stephan.
Caminó lentamente por el pasillo, observando que solo había una puerta.
—Espero no tengo alguna contraseña, o reconocimiento de algún tipo —murmuró insegura, pasando la tarjeta.
Un pitido sonó, y la puerta se abrió. Al entrar, el departamento estaba completamente amoblado.
—Wou —exclamó asombrada, caminando por la sala.
—Es bellísimo, ¿verdad?
Sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo al escuchar aquella voz.
—¿Qué haces tú aquí?
—Es mi departamento después de todo.
Se giró y lo observó atónita.
—¿Qué? Stephan dijo que era de él.
—Le pedí que dijera eso, porque de lo contrario, tú no vendrías.
—Hiciste que me mintiera.
—¿Tú no hubieses hecho lo mismo por Becca?
Frunció el ceño, sí, quizás lo hubieses hecho.
—¿Vienes?
—¿A dónde?
—Preparé el desayuno para ambos.
—Yo no voy a quedarme Luca, y por lo que veo, también fue mentira que volvería Stephan.
—Le pedí que se fuera, quiero hablar contigo.
—No hay nada que hablar.
—Me gustas.
Miró hacia abajo, negando con la cabeza.
—No.
—Sí, sí me gustas. Y quiero tener algo contigo Lizzie, serio.
—N-No podemos.
—Sí podemos, yo quiero, ¿por qué tú no?
—Porque no somos compatibles.
—Y es por eso que debemos estar juntos, si no sería aburrido.
—Luca.
La tomó del rostro con su mano, y lo levantó suavemente para que lo mirara.
—¿Una oportunidad? Solo eso te pido.
—Debo pensarlo.
—No quiero que lo pienses, quiero que lo sientas y me contestes ahora, si aceptas o no estar conmigo, ser mi novia.
—No lo sé.
—Lizzie.
—Dijiste que no cambiarías.
—¿Qué quieres que cambie?
—¿Serías fiel?
—Nunca tuve novia, ¿Que te hace creer que no soy fiel?
—Eso mismo.
—Si no la tuve, es porque no quise. Pero esta vez, quiero algo serio, y es contigo.
—No lo sé Luca, todo esto está pasando muy rápido, y yo necesito-
Al diablo con pesarlo, la besó, interrumpiéndola.
¿Por qué siempre tenía que analizarlo todo?
Sintió como tímidamente le correspondía, apoyando sus manos sobre las mejillas de él. Y era un gran avance.
Se separó de ella, antes de darle un corto beso más y sonreír.
—¿Puedo tomar eso como un sí?
—Y-Yo-
—Sí, lo tomo como un sí —le dijo sonriendo divertido, antes de volver a besarla.

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora